El domingo de resurrección debería celebrarse el Aberri Eguna, y el PNV ha lanzado una campaña en las redes. ¿En qué circunstancias se puede celebrar si va a seguir el estado de alarma?

—Tengo 56 años y, desde que tengo memoria, he celebrado siempre el Aberri Eguna. Con Franco estaba prohibido y lo celebrábamos. Ahora también vamos a tener que volver a aquel espíritu de la celebración en el ámbito más familiar, abriendo la mejor botella de vino, poniendo la ikurriña en el balcón y haciendo votos por la recuperación del país. La recuperación de la gente es la recuperación del país. La construcción nacional, defensa de Euskadi, hoy en día es la defensa de la salud de la sociedad vasca y de los puestos de trabajo. Hay que hacerlo en una situación tan extraordinaria como aquellas que vivíamos en la clandestinidad, y volver a casa a traer el espíritu nacional a las familias, y poner el foco por otra parte en que la construcción de la nación vasca es la defensa de la gente, su salud, y los puestos de trabajo.

Ahora la única sinergia social posible es el aplauso en el balcón, o mensajes en las ventanas. ¿Se va a seguir ese modelo?

—Nosotros siempre hacemos un llamamiento a colocar la ikurriña en los balcones, pero la vida moderna nos suele llevar a que en Semana Santa hay un éxodo tremendo y, a veces, se celebra más en Benidorm que en Euskadi. Ahora estamos todos en casa, en Euskadi, y ya no hay excusas para que no haya ikurriñas en los balcones y para que no se celebre ni exteriorice el Día de la Patria Vasca desde donde se puede, desde nuestras ventanas, balcones y redes sociales.

¿Es un llamamiento expreso a que la ikurriña sea el elemento central?

—Sí, es un símbolo que nos une a todos, incluso a los que no se consideran abertzales, pero es nuestro símbolo y recoge ese espíritu de intentar llevar a este Aberri Eguna la convicción de que defender Euskadi hoy en día es trabajar por la salud de esta sociedad y el mantenimiento de los puestos de trabajo.

¿Va a ser posible renovar el EBB antes de las elecciones?

—La primera vuelta empezaba en mayo. Tenemos tiempo para ver si se pueden mantener las fechas o no.

¿Puede decir algo más concluyente sobre su futuro al frente del EBB?

—Ahora estamos a lo que estamos.

Algunos partidos reprochan al PNV que parezca que en Euskadi todo se hace bien, que no hay autocrítica, cuando es el tercer foco de contagios en el Estado. ¿Cómo se explica?

—La oposición está desnortada, especialmente la izquierda abertzale. Estamos en una situación en la que no se ha cumplido ninguno de los vaticinios de Nostradamus Otegi y su discípula Iriarte. Ni ha habido colapso en las UCI, ni desbordamiento del sistema. Está habiendo un trabajo ímprobo de los trabajadores del sistema sanitario, pero la cosa en Euskadi está controlada y dentro de unos parámetros aceptables. Eso da la sensación de que a Bildu, sobre todo, y al PP, les molesta. Aquí hay gente que está haciendo cálculos de si esta crisis de cara a las próximas elecciones podría poner a Urkullu en la picota. Lo que está haciendo esta crisis es poner a Urkullu en su sitio, el de un lehendakari competente implicado 24 horas al día.

¿No contempla que esta crisis ni el vertedero de Zaldibar vayan a tener una incidencia en las elecciones?

—El medallero no es político, es social, del servicio público de los miles de trabajadores sanitarios que dan la cara.

¿Está en riesgo su salud?

—¿Que se podrían haber dado mayores medidas de protección? Claro, pero el problema es que el material está llegando a cuentagotas. No vamos a volver a quejarnos de cómo se está gestionando la distribución del material, pero en Euskadi las cosas se están haciendo razonablemente bien.

Si pese al confinamiento hay contagios, ¿significa que las personas enferman en el trabajo?

—Las personas donde están enfermando es en las casas. Cuando entra el virus en una casa, se lleva todo por delante. Es compatible la actividad laboral con medidas de seguridad. Los mismos que hoy nos critican por mantener esa posición, cuando esto pase van a ser los que nos echen la culpa del desempleo, cuando quienes están promoviendo activamente la destrucción de empleo son ellos.

¿Ha pedido Euskadi de manera expresa y privada a Sánchez que el Ejército tenga aquí poca presencia?

—Ya sabe Sánchez cuál es nuestra posición: cada institución tiene que atender lo que tiene que atender. En Euskadi no hemos tenido ningún desbordamiento para que hiciera falta que instituciones ajenas tuvieran que hacerlo. Ha habido más una operación de propaganda que acción real.

¿Se puede levantar antes en Euskadi la declaración de emergencia vasca que el estado de alarma de Sánchez, o tienen que ir al unísono?

—Tienen vidas paralelas y es lógico que ambas decisiones se miren, pero pudiera ser que en Euskadi hubiera una evolución distinta. Es pronto aún.

Levantar esa declaración es clave para celebrar las elecciones. El PNV quiere que sean antes del verano...

—Sí, porque después de que pase lo duro de la situación sanitaria va a venir una situación de máxima dureza económica. Hacen falta cuanto antes un gobierno y un parlamento fuertes recién elegidos, con capacidad de decisión para que puedan llevar al país otra vez a la senda del crecimiento y la recuperación del empleo. Hay que hacerlo con todas las condiciones de salud y democráticas, pero cuando se pueda, habría que hacerlas.

¿Se van a aplicar los 54 días de plazo entre la convocatoria y la celebración o se puede recortar, por ejemplo, la campaña a siete días?

—El lehendakari se comprometió a hablar con los partidos, y es muy importante el papel de la Junta Electoral, que es la que podría dar por realizados algunos trámites y llevar a plazos más cortos. Pero es pronto.

Bildu ya ha dicho que no tiene prisa para celebrar las elecciones...

—Bildu en estos casos siempre aplica la máxima del cuanto peor, mejor. Creerá que, cuanto más tarde sean las elecciones, peor para el PNV, y mejor para ellos. De lo que no se dan cuenta es de que es peor para este país estar en una situación de incertidumbre política que, unida a la incertidumbre económica, sería un drama doble.

“La oposición está haciendo el cálculo de si esta crisis podría poner a Urkullu en la picota de cara a las próximas elecciones”

“Bildu piensa que, cuanto más tarde sean las elecciones, peor para el PNV, cuando en realidad es peor para el país y añade incertidumbre política”