BILBAO - El clima electoral y la desconfianza mutua marcan la reunión que mantendrán hoy en Barcelona Pedro Sánchez y Quim Torra sin que de entrada se esperen avances en la resolución del conflicto catalán. Las expectativas son tan bajas que ni siquiera se prevé que del encuentro salga la fecha para la mesa de negociación que tanto enredó la pasada semana a Moncloa, que llegó a hablar incluso de posponerla hasta que se formara un nuevo Govern para después rectificar ante la presión de ERC. Pese a que desde Madrid hablan de total disposición al diálogo, la propia portavoz María Jesús Montero avisó de que toca ir con pies de plomo en tanto que ambos dirigentes, como reconocen desde el Ejecutivo de coalición, se hallan en las "antípodas". Su homóloga de cargo en el Govern, Meritxell Budó, añadió que la demanda de la Generalitat es clara: un calendario sobre cuándo deben empezar las negociaciones entre gobiernos, así como la presencia de un mediador.

Y es que el president no se presenta a la cita, que arrancará a las 12.00 horas en el Palau, para abordar cuestiones estériles sino a poner negro sobre blanco el derecho de autodeterminación y el fin de la represión. El Gobierno de Sánchez, que pretende conversar sobre inversiones y los problemas cotidianos, teme que Torra aproveche la coyuntura, y el hecho de que tenga la potestad de fijar el día para los comicios catalanes, para intentar demostrar que no hay voluntad desde el Estado español siquiera de acelerar los ritmos para celebrar la mesa bilateral. Montero fue de nuevo ayer muy clara: "En una primera reunión, evidentemente una solución política para un conflicto tan complejo, sería bastante inviable". "No somos ingenuos. Estamos tan distanciados de nuestro pensamiento que tendremos que tener muchas horas para intentar encontrar esos puntos que nos unen", afirmó. Desde ERC, mientras tanto, temen que el escepticismo del jefe del Govern hacia esa mesa, que JxCat no siente suya, complique aún más el inicio del diálogo.

En la antesala de esta cumbre el PP presentó ayer ante el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya una querella contra Torra por usurpación de funciones con intención de demostrar que esta reunión no se debería celebrar, puesto que a su juicio el líder de JxCat ya no es president dada su inhabilitación como diputado. Para el líder de Génova, se manda el mensaje "perverso" a los ciudadanos de que no es necesario cumplir con las obligaciones fijadas y "se empaña la imagen de España". Por su parte, Sánchez ha querido circunscribir esta cumbre en una agenda más amplia que se prolongará hasta mañana, cuando visite a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; después se verá con Foment del Treball e irá a la Diputación de Barcelona para entrevistarse con su presidenta, Núria Marin. Por último, quien se pronunció desde Bruselas fue el president en el exilio Carles Puigdemont, quien pidió a Torra que "no renuncie a nada de lo que nos ha llevado hasta aquí" porque, a pesar de las dificultades, "al final hay resultados".