bilbao - La liturgia de las reuniones llevadas a cabo por el rey español se saldó ayer sin sorpresas. Felipe VI propuso a Pedro Sánchez como candidato a la investidura porque ganó las elecciones y no hay otra alternativa, y el socialista aceptó el encargo, pero su comparecencia bien entrada la noche no arrojó ninguna luz sobre la marcha de las conversaciones con ERC. El socialista ha decidido echar el cerrojo informativo a las conversaciones con una apuesta por la discreción, porque quiere preservar la sintonía con los republicanos catalanes y no dinamitar el diálogo, ni tampoco retransmitir a los cuatro vientos los datos de una negociación que está desatando muchas presiones sobre los catalanes y sobre el propio socialismo. Sánchez ha optado por la prudencia. Esta actitud es indicativa en sí misma de la disposición que hay. Sánchez, que solo admitió dos preguntas, evitó por todos los medios incurrir en el mismo error que hace unos días, cuando provocó un enfado monumental en ERC al dar por hecho el acuerdo, y llegó a enfatizar que habla en condicional de un pacto, si es que llega a producirse. Y se pudo leer entre líneas un guiño clave a ERC cuando anunció una ronda con todos los presidentes autonómicos, algo bastante insólito en una investidura, pero que supondrá que se recupere el diálogo con el president catalán, Quim Torra, tras haberse negado a cogerle el teléfono. Este gesto da un enganche a ERC para que JxCat rebaje la presión en contra de este diálogo. Eso sí, Sánchez lo envolvió en una ronda con todos para que no parezca un trato bilateral, y destacó que su gobierno será progresista pero de diálogo con todas las fuerzas.

Sánchez no tiene asegurados aún todos los apoyos que necesita al gobierno de coalición con Pablo Iglesias. Los independentistas piden tiempo para pasar del rechazo a la abstención, y nadie se atrevió a poner fecha al pleno de investidura del presidente español en el Congreso de los Diputados. Todos, también Podemos, asumen que la investidura se va a retrasar hasta enero, aunque este dato genera cierta inquietud en algunos sectores que temen que la situación se complique. El soberanismo catalán tiene por delante unos días intensos desde el punto de vista judicial y, además, la negociación es compleja porque va más allá de la investidura y abarca las opciones de garantizar los Presupuestos. También hay discrepancias sobre el formato de la mesa de diálogo entre los gobiernos español y catalán.

Sánchez aspira a reunir 169 votos a favor para contrarrestar los rechazos de la derecha, JxCat y la CUP. Quiere superar la votación con el PSOE, Unidas Podemos, PNV, Más País, BNG, el partido de los regionalistas de Canatabria, Teruel Existe, Nueva Canarias y Coalición Canaria. Los de Ana Oramas son los menos proclives al acuerdo porque recelan de los pactos con Podemos y el soberanismo catalán. En el caso de que no alcanzaran un acuerdo con Sánchez, al socialista no le bastaría con la abstención de ERC, sino que tendría que contar con la de EH Bildu o con la de C’s. El PNV no ha confirmado tampoco su voto a favor, pero quiere garantizar la estabilidad.

Sánchez comenzó su intervención con un conato de presión, recordando que el PSOE ha ganado varias elecciones consecutivas, y “se impone que todos actuemos con responsabilidad y altura de miras”. Apostó por los “grandes consensos”, dialogando con “todos los partidos”. En ese sentido, anunció que el lunes convocará al líder del PP, Pablo Casado, y a la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas; y que la socialista Adriana Lastra se reunirá con el resto de partidos, sin excepciones, lo que incluye a Vox y Bildu. Sánchez no quiso urgir a ERC con los plazos y dijo que “primero es el qué, y lo segundo es el plazo”. “Se puede facilitar el Gobierno como ERC, que ha dicho que está dispuesta a facilitar ese gobierno, si se llega a un acuerdo, y quiero además hablar en condicional”, dijo. Esperó que no haya unas terceras elecciones y quiso “agradecer su actitud a ERC”. “Estamos avanzando. Las negociaciones deben ser discretas. Si queremos que acaben con éxito, y ese es el ánimo del PSOE, tienen que ser discretas. Si llegamos a un acuerdo, será público y amparado por el marco constitucional”, zanjó. Sánchez anunció también esa ronda con los presidentes que supondría recuperar el diálogo con Torra, inexistente desde las conversaciones de Pedralbes y los disturbios por la sentencia del procés, donde el socialista llegó a poner en duda que los soberanistas condenen la violencia.

obstáculos El PSOE quiere que la investidura sea cuanto antes, a finales de mes, pero también lo quieren Podemos y muy en especial los comunes, que ayer presionaron claramente a ERC pidiendo más reuniones, quizás porque viven la política a pie de calle en Catalunya e intuyen que el escenario se puede complicar. Pero los soberanistas quieren que la votación sea en enero porque necesitan tiempo en un contexto marcado por la presión de JxCat, que ayer aclaró que solo ha aparcado temporalmente su moción por la autodeterminación en el Parlament y la volverá a registrar mañana. Además, la próxima semana será de vértigo en términos judiciales, porque se estudiará la inmunidad parlamentaria de su líder Oriol Junqueras en Europa, y está al caer la previsible inhabilitación del president Torra. Además, ERC negocia con el PSOE una mesa entre ambos gobiernos que quiere que vaya más allá de la habitual comisión para tratar competencias.

El socialismo también afronta presiones internas y externas. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, uno de los barones más centralistas y próximos a C’s, se descolgó ayer con una salida de tono diciendo que no quiere que le regalen “vaselina” los Reyes Magos. C’s presiona desde fuera para que el socialismo abandone a sus socios de la moción de censura y pacte con la derecha. Pide a Sánchez un gesto de rectificación para que el PP se convenza de esta vía. Pero los populares no quieren saber nada. No hay plan B para Sánchez, y Casado avisó ayer de que el PP es su “alternativa sistémica”.