Gasteiz - La legislatura en Euskadi ha transcurrido sin dar solución a dos grandes retos, el nuevo Estatuto y la convivencia. ¿Han quedado al menos encarrilados?

-Con respecto a la memoria es verdad que la ponencia ha tenido sus momentos, pero soy optimista porque ha sido una mesa de diálogo permanente entre las fuerzas políticas y nos ha permitido buscar puntos de encuentro. Ha servido para que iniciativas como la de los ongi etorris, o mejorar la atención a las víctimas del terrorismo, o la declaración del Día Internacional de la Tortura, prosperen. Tener una mesa de encuentro permanente sin luz ni taquígrafos tras 50 años de violencia es importante.

Sin embargo, asistimos a un frenazo a cuenta de los ‘ongi etorris’.

-En 2011 el Parlamento, por una mayoría amplísima, firmó un documento en el que se acordaban unas bases éticas mínimas, pero EH Bildu no quiere reconocer que matar también estuvo mal en el pasado. No estamos dispuestos a que a cualquier precio se quiera sacar cualquier documento de la ponencia y caigamos en una equidistancia o en una rebaja de las exigencias éticas, porque no hace falta, ya hicimos ese trabajo. En esta legislatura Bildu ha retrocedido, sorprendentemente, y eso sí puede ser preocupante.

¿Y con respecto al autogobierno?

-Se puede abordar una reforma estatutaria con éxito si mantenemos como criterios fundamentales el amplio consenso del texto del 79, con aquellas circunstancias. Debemos ser capaces de acordar algo viable y que sea de todos, ni de los nacionalistas ni de los no nacionalistas. Yo en el pleno de política general tendía la mano al PNV porque tenemos objetivos compartidos, pero ellos se empeñan en materializarlo de una manera que no tiene visos de llegar a ningún sitio, y eso puede llevar a la sociedad a una frustración y a escenarios que se parezcan peligrosamente a lo que está pasando en Catalunya.

¿Realmente cree posible aprobar un texto que satisfaga a nacionalistas y no nacionalistas?

-La pregunta habría que hacérsela a los partidos que plantean cuestiones sin recorrido. Si el PNV y Bildu quieren seguir con su propuesta tienen mayoría en el Parlamento, pero nosotros no vamos a montarnos en ningún tren que lleve a Euskadi a descarrilar, y echar por la borda lo conseguido en 40 años de autogobierno, y la convivencia y la paz que estamos construyendo. No quiero echar por la borda esta estabilidad institucional, tiene que ser un Estatuto para todos, como lo fue el de Gernika.

¿Puede acabar la legislatura con unos presupuestos actualizados, habida cuenta de que quedan pocos meses y de que el ambiente de campaña va a contaminarlo todo?

-Dos partidos se han autodescartado y Elkarrekin Podemos ha cambiado la música, pero habrá que ver cómo se concreta eso en enmiendas. El proyecto responde al cumplimiento del programa del Gobierno y hay cosas troncales que no pueden modificarse, pero espero que sean valientes y se atrevan a acordar, aunque hasta el momento no se les conoce ningún acuerdo de calado. Y la excusa electoral no cuela, porque el plazo de enmiendas viene después del 10 de noviembre, podrían negociar con toda la tranquilidad del mundo.

Pero es que entramos en precampaña inmediatamente después.

-Sí, pero nos hemos pasado toda la legislatura en precampaña pese a que ha habido un periodo de unos dos años sin elecciones. Ahora van a llegar dos o tres años sin elecciones, podemos afrontar grandes reformas y retos entre todos sin pensar en resultados electorales.

Va siendo hora, la sociedad esta bastante hastiada.

-Claro, estos son años clave y por eso cuando llegué a la secretaría general traté de hacer un esfuerzo por dar una mayoría sólida a las instituciones. Si no acertamos ahora, en 15 o 20 lo pagaremos, y hablo de la educación. La formación va a ser clave, y hay que reformar también la industria... Todo eso hay que hacerlo en esta y en la próxima legislatura. O hacemos todos un esfuerzo o tendremos que dar explicaciones en el futuro.

¿Por qué un Gobierno español en funciones no puede seguir con el proceso de transferencias pero sí adoptar medidas sobre las pensiones o la financiación autonómica?

-Yo no estoy en el Gobierno de España y desconozco lo que dicen los abogados del Estado, pero parece que un gobierno en funciones solo puede gestionar el día a día.

El jueves Josu Erkoreka apostaba por ir manteniendo reuniones técnicas para avanzar hasta que se pueda convocar la Comisión Mixta. ¿Tampoco puede hacerlo un gobierno en funciones?

-Si Erkoreka está tan convencido, en lugar de anunciarlo en rueda de prensa, ¿por qué no llama al Ministerio y pone a trabajar a sus viceconsejeros? Si realmente te interesa no te desahogas en una rueda de prensa, coges el teléfono y llamas.

¿No ha habido llamadas?

-No lo sé, yo no estoy en el Gobierno.

Al menos se van materializando los compromisos alcanzados con Rajoy, como el traspaso de los terrenos de Lemoiz conocido esta semana.

-Ese es un ejemplo de la complejidad de los trámites que presentan muchos traspasos, pese a parecer sencillos. Este asunto se acordó en 2016 y ha tenido que concretarse ahora con el Gobierno socialista. Soy consciente desde que era concejal de que formaba parte de las reivindicaciones de los vecinos de Uribe Kosta.¿Quería Pedro Sánchez convocar elecciones? ¿Hubo voluntad real de llegar a un acuerdo?

-Hemos asistido a un bloqueo de la derecha que no tenía sentido porque no tenían alternativa de gobierno. Por otro lado, en la negociación entre el PSOE y Unidas Podemos se ha mezclado una cierta inexperiencia por parte de Podemos, que no supo ver la oportunidad histórica de julio y la dejó pasar, con haberse centrado demasiado en una fórmula de gobernabilidad. Han obviado algo que al menos sí hemos hecho en Euskadi, negociar primero las materias que tienes interés en compartir con el otro y los objetivos, y luego ya hablar de cómo lo llevas delante.

La precampaña ha arrancado con un giro al centro del PSOE, PP e incluso Ciudadanos. ¿La sentencia del ‘procés’ lo cambiará todo?

-Esta campaña viene marcada por factores muy importantes, la sentencia del procés y el Brexit. La campaña es una nueva oportunidad, en el pasado ha quedado claro que la ciudadanía votó por partidos progresistas y que quiere un liderazgo del PSOE. Estará centrada en el futuro de España, y el futuro de España también pasa por la gestión territorial.

¿Qué ha cambiado entre la apuesta por el diálogo de Sánchez y Torra de principios de año y el actual endurecimiento de posiciones?

-Nosotros siempre defendemos la política y no la judicialización, y creemos que en Catalunya hay un conflicto político que tiene que ser resuelto mediante la política. Lamentablemente nos ha tocado gestionar una herencia que dejó la solución en manos de la judicatura, que hace lo que tiene que hacer, juzgar delitos supuestamente cometidos. Siempre hemos creído en la construcción de una España plural en la que quepan las realidades nacionales, hablamos del éxito de la España autonómica, somos partidarios de avanzar hacia una España federal.

Sin embargo, ahora se habla de aplicar el 155.

-Pedro Sánchez tiene claro cómo quiere construir la España del futuro, que no deja de ser la del 78, que genere ámbitos de convivencia, pero siempre dentro de la legalidad. Ya apoyó a Rajoy cuando se quebró la legalidad, y si hubiera una nueva quiebra el Gobierno tendría que pactar con los grupos la aplicación del 155, pero de momento no la ha habido. No creo que sea una estrategia.

¿Entenderían la militancia y los votantes del 28 de abril un pacto con Ciudadanos, si dan los números?

-Pedro tiene claro que no va a haber un pacto con Rivera, si él lo hubiera querido sería ahora presidente y no estaríamos en elecciones.

¿No hay peligro entonces de que haya un gobierno en Madrid más centralista que el actual?

-Pedro Sánchez ha hecho algo inédito, firmar una agenda de transferencias. Nada más llegar deja sin efecto los recursos contra dos leyes del Parlamento Vasco, y hace una transferencia que venía debida desde hace años por una sentencia del Supremo. Y nada más aprobar la agenda de transferencias se materializa el traspaso de la de la autopista, y no se hacen más porque llegan las elecciones. Sánchez es muy consciente de que la única forma de que España tenga éxito como un proyecto común de convivencia es así, gestionando la pluralidad.

“No vamos a montarnos en ningún tren que lleve a echar por la borda 40 años de autogobierno”

“Ahora van a llegar dos o tres años sin elecciones y podemos afrontar reformas sin pensar en resultados”

“Si hubiera otra quiebra de la legalidad en Catalunya habría que pactar el 155, pero de momento no la ha habido”