MARÍA Chivite es desde ayer la tercera mujer presidenta del Gobierno de Nafarroa y la tercera socialista en ocupar el cargo. Chivite (Cintruénigo, 1978) es licenciada en Sociología por la Universidad Pública de Navarra, máster en Organización y Gestión de Recursos Humanos y Técnica Superior en Prevención de Riesgos Laborales. Su recorrido político, a pesar de su juventud, viene de lejos. Fue concejala de Cintruénigo (2003-2007) y de Eguesibar (2011-2013). También fue parlamentaria foral entre 2007 y 2011, como portavoz de Salud, y en la VIII legislatura, entre 2011-2012, también como portavoz adjunta del grupo parlamentario socialista. Fue asimismo senadora (2011-2015) y portavoz del PSOE en el Senado. En 2012 entró a formar parte de la Ejecutiva del PSN, y desde 2014 está al frente del partido, tras su elección como secretaria general en el Congreso Extraordinario de ese año.

CON PROSPECTIVA “Hemos aprendido la lección; los afiliados no quieren gobiernos de derechas en Navarra”, dijo Chivite en julio de 2017, entrevistada por este periódico a punto de ser reelegida secretaria general. Chivite, que ya mostraba el cambio de imagen que le ha acompañado hasta ahora, anunciaba a las claras su intención de liderar un Ejecutivo “progresista y de izquierdas” a partir de 2019, “sin tanto peso nacionalista” como el de Barkos, aunque dejaba un guiño que hoy recobra significado: “Acordar con Manu Ayerdi me cuesta cero coma cero en materia de desarrollo económico”, dijo, al tiempo que dejaba un titular contundente: “Hay una alternativa social y progresista en Navarra sin el bloque de derechas, y vamos a por eso”. Para que no quedasen dudas, añadió: “Nos tendremos que entender con Podemos sí o sí”. Su horizonte, dos años después, se ha cumplido, y no era un vaticinio sencillo, pues en ese momento el PSN se situaba en su suelo electoral. La estrategia ha sido un éxito, aunque ha sufrido un importante retoque. En ese momento afirmaba, alimentando una ambigüedad que hasta ahora le había acompañado, que trataría de llegar al gobierno excluyendo el entendimiento con PP y EH Bildu. “Las alternativas son el resto de los partidos”. Eso, por tanto, incluía a UPN, con quien decía coincidir “en muchas cosas”. Un elemento más para pensar que Navarra Suma era una fórmula con serios riesgos intrínsecos, al incorporar a PP y C’s. Si bien es cierto que en ese momento Chivite parecía apuntar a la posibilidad de aceptar los votos de UPN para gobernar, pero no la hipótesis inversa, que había conllevado una factura muy costosa en resultados. “Cuando dejas de ser alternativa, no eres cambio”, dijo entonces. “En Navarra no podemos propiciar gobiernos de derechas y decir que queremos ser cambio”, añadió. Lógica elemental, pendiente de resistir un test de estrés. Justo el que han vivido Chivite y el PSN desde el 26 de mayo antes de poder llevar a buen puerto sus intenciones. Finalmente los números han dado, como aventuraba Chivite. Veinticuatro años después, el PSN vuelve a alcanzar la presidencia del Gobierno de Nafarroa. Basta una comparación para constatar el paso del tiempo: en 1995 Eusko Alkartasuna participó en el Ejecutivo de Otano tras obtener 2 escaños. Hoy EA forma parte de Bildu, y Geroa Bai ha multiplicado ese peso representativo hasta los 9.