bilbao - El PNV acudió ayer a la ronda de contactos del rey español para la investidura por una cuestión de cortesía institucional, pero no lo convirtió en el gran evento político de la semana y, como siempre, mantuvo un perfil muy bajo sin declaraciones públicas del portavoz Aitor Esteban sobre lo abordado con Felipe VI en relación a la investidura porque esta ronda es esencialmente protocolaria. Lo único que comunicó el PNV fue la duración del encuentro, que se extendió una hora.

La noticia ayer la puso UPN con su cortejo al socialista Pedro Sánchez para que frene el gobierno progresista en Nafarroa a cambio de facilitarle la investidura, pero ese escenario complicaría mucho la relación del presidente en funciones con el PNV, cuyos seis escaños serán muy relevantes en el transcurso de esta legislatura e, incluso, en la propia investidura. Fuentes de Sabin Etxea se ratificaron en las declaraciones de Koldo Mediavilla en la entrevista ofrecida a este periódico el domingo, donde advertía de que una maniobra del PSOE contra el cambio navarro complicaría la relación. “Ya dijimos que no nos abstraeríamos en Madrid de lo que pasase en Navarra, pero confiamos en la voluntad expresada por el PSN de formar un gobierno progresista. Ahí estaremos”, se reafirmaron ayer.

La posición del PNV es por ahora de prudencia y expectativa, sin querer dar por bueno ni por definitivo que se va a impedir el gobierno progresista en Nafarroa o que la socialista María Chivite va a tener que emprender la retirada sin intentar la investidura. El PNV, uno de los integrantes de Geroa Bai, ofrece diálogo al PSN, pero el PSOE recela de una alternativa que obligue a contar con las abstenciones de la izquierda abertzale. Ahora, además, tiene sobre la mesa la oferta tentadora de UPN para la investidura de Sánchez, pero el efecto colateral sería enemistarse con el PNV, cuya fuerza parlamentaria, con seis escaños en el Congreso, es mayor que los dos votos de Navarra Suma.

Los jeltzales no quieren anticipar escenarios. Sánchez, por su parte, no parece tener del todo claro su planteamiento para superar la investidura, aunque la alusión a la mayoría de 175 escaños que permitió la proclamación de Meritxell Batet como presidenta del Congreso es un recurso constante en las declaraciones de los socialistas. Esa mayoría supondría evitar la fotografía con los nacionalistas catalanes, e implicaría tener el respaldo del PSOE, Unidas Podemos, Compromís, PNV, Partido Regionalista de Cantabria y Coalición Canaria, cuyos dos escaños están también muy en el aire porque solo facilitarán la proclamación de Sánchez si gobierna en solitario y no en coalición o con un pacto de legislatura con Unidas Podemos. Le bastaría con la abstención de Coalición Canaria porque la suspensión de los cuatro diputados catalanes presos rebajará el eventual bloque del no a 171 o 172 escaños (está previsto que Junqueras renuncie para ser eurodiputado). Pero Coalición Canaria no contempla siquiera la abstención si hay pacto con Podemos. Es ahí donde entrarían en juego los dos de UPN, que causarían a su vez un problema a Sánchez con el PNV.

En cuanto a las condiciones en una negociación, el PNV ha dejado claro en público que, además del calendario de transferencias (incluyendo la Seguridad Social), tendría que producirse un salto en el modelo de Estado con el pacto sobre el nuevo estatus de autogobierno.