BILBAO - Si bien el intercambio entre el fiscal y Jordi Sànchez se demoró en exceso, partiendo la jornada en turno de mañana y tarde, la estrategia de la defensa de alargar su interpelación con planteamientos, proyecciones y fotografías por parte de varios de sus letrados surtió efecto para que el juez Manuel Marchena diera por concluida la jornada y aplazara hasta el próximo martes, desde las 9.30 horas, las declaraciones de la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell, y del expresidente de Òmnium, Jordi Cuixart. Tras ellos, será el turno de los testigos, en primer lugar de los políticos, con la presencia del expresident Artur Mas y del expresidente español Mariano Rajoy. Es decir, los horarios previstos para ellos de partida (10.00 y 16.00 horas) quedan ya anulados y a la espera de cómo se prolonguen los turnos de los encausados. Es más, ello también podría hacer variar el programa de testificales del miércoles -cuando les toca acudir a Soraya Sáenz de Santamaría, Cristóbal Montoro y Juan Ignacio Zoido- y del jueves, momento para que comparezca el lehendakari Iñigo Urkullu. Si el jueves no se ha podido terminar con esta fase se emplazaría al viernes 1 de marzo pero solo en horario matinal.

Y eso que a primera hora de ayer el Supremo habilitó en un auto que las sesiones del juicio a los líderes del 1-O podrían acabar después de las 20.00 horas “cuando excepcionalmente sea necesario” después de que el pasado miércoles se alargara más allá de la nueve de la noche pese a las quejas de los abogados defensores. Por de pronto, la letrada de Carme Forcadell, Olga Arderiu, ya avisó al inicio de la sesión vespertina de ayer al magistrado Marchena que su representada no iba a declarar más allá de las 18.30 horas. Dicho y hecho. Jordi Pina, abogado de Jordi Sànchez, Josep Rull y Jordi Turull, emitió por la mañana una queja debido a lo que supone acabar a esa hora para los presos, que al término de la vista oral son trasladados a las prisiones de Soto del Real y Alcalá Meco. Por ejemplo, Sànchez tuvo que levantarse a las 6.00 horas y, aunque el juez ofreció arrancar la vista media hora más tarde, se desestimó porque ello no variaba el madrugón de los reclusos. “El tribunal considera conveniente esa habilitación ante la previsible prolongación de las sesiones del juicio y en atención al volumen de prueba que se debe practicar. También recuerda el derecho al proceso sin dilaciones indebidas”, apuntaron desde el Supremo. Fue el único argumento de Marchena.

“Es impresentable forzar la máquina cuando llevan tantos días de prisión incondicional para arañar unos minutos o unas horas de un juicio que no se debería estar celebrando”, censuró el portavoz adjunto de Junts per Catalunya, Eduard Pujol. A su entender, la decisión del Supremo era de una “inhumanidad manifiesta”. Para Joan Ignasi Elena, portavoz de los letrados de los enjuiciados de ERC, alargar las jornadas es “inadmisible” por lo que supone para los presos el traslado, el cansancio y la acumulación de horas. El Supremo tiene prisa por acabar el juicio en menos de dos meses para que no influya en la atmósfera de las sucesivas citas electorales, tanto en las generales del próximo 28 de abril como en las europeas, municipales y forales -en el caso de la CAV- del 26 de mayo. Un tira y afloja entre las dos partes. - I. S. M.