Bilbao - El PNV ha dado libertad a sus afiliadas, trabajadoras y representantes para secundar la huelga de mujeres del 8 de Marzo.

-El año pasado, los cargos públicos institucionales y los internos no hicimos huelga, valorábamos que estar trabajando ese día con una agenda que fuera principalmente de temas de igualdad y del entorno del 8 de Marzo ponía en valor nuestro propio trabajo. Además, apoyamos y aceptamos plenamente lo que se estaba reivindicando ese día. Pero este año había que dar un paso más y estamos dando la libertad a nuestras mujeres en las instituciones, a los cargos internos mujeres y también a nuestras trabajadoras para secundar la huelga.

Y usted, ¿va a hacer huelga?

-En lo personal, como también soy afiliada y soy cargo interno del partido, sí voy a hacer huelga el día 8.

¿Qué ha cambiado respecto al año anterior para que hayan dado este paso?

-Este año ha sido especialmente duro en varios aspectos. Uno, un rebrote de violencia machista espectacular. También hubo un hecho muy relevante el año pasado que nos sacó a todas a la calle, que fue la sentencia del caso de La Manada y lo que ha traído después, porque estos señores siguen en la calle en libertad provisional. Y luego hay una valoración interna: aunque quizá solo sea simbólico que yo haga huelga el 8 de Marzo, tenemos que hacer que la política simbolice con actitudes concretas este tipo de acciones. Creo en las políticas activas con respecto a la mujer, creo que hay que conseguir que la realidad nos lleve a una igualdad real y no solo legal, creo en medidas positivas, creo en discriminaciones positivas, y todo eso lo tenemos que hacer desde la política.

El movimiento feminista ha llamado a una huelga laboral, estudiantil, de cuidados, de consumo y pensionistas. ¿Va a secundar al huelga en todas sus vertientes?

-Creo que es muy positivo que existan esos diferentes ejes. No solo es que las mujeres seamos el 50% de la sociedad, sino que en muchos de esos ejes, la mujer sigue siendo el sustento principal y vital. Sin embargo, la invisibilización nos lleva simplemente a dejarlo en una segunda línea de las agendas políticas. La importancia del 8 de marzo tiene que estar también en recordarnos a quienes tenemos responsabilidades políticas e institucionales o internas en los partidos que esto tiene que estar en la agenda política permanentemente. En lo laboral sigue habiendo brecha social, techo de cristal, suelo pegajoso, el paro en algunos sectores femeninos y feminizados sigue siendo mucho mayor. Una educación determinada y más feminizada en cuanto a proyección de futuro está llevando a que algunos puestos de trabajo solo los estén ocupando los hombres y que la evolución de la brecha salarial sea más difícil de romper.

¿Qué lectura hace de lo que está pasando con el movimiento de mujeres?

-Es curioso que las manifestaciones que hubo el año pasado en Bilbao, o las que ha habido en Euskadi a raíz del caso de la sentencia de La Manada, se estén dando en una zona geográfica mundial en la que estamos bastante mejor que en otros sitios del mundo. Nosotras somos vascas, europeas y occidentales, un hecho que nos sitúa con un reconocimiento explícito y legal muy por encima de otros muchísimos países. Por eso es tan positivo que sea en nuestros países donde se esté reivindicando. Sobre todo, hay mucha solidaridad. Creo también que los cambios y la gran transformación solo se dan desde el poder y la política real, y ahí tenemos una brecha de representación.

¿Qué quiere decir?

-En los parlamentos, las listas tienen que ser paritarias. En la conformación de los gobiernos, la paridad es clara, además cada vez de una forma más natural, pero tenemos que conseguir que esa normalidad se dé sin tener que estandarizarla en otros ambientes. Ahí está la lucha por saber si el cambio viene porque la sociedad te obliga o porque las medidas políticas, instituciones y legales lo están arbitrando. Yo creo que estas son importantes pero, si no hay un caldo social que las respalde, no van a servir para nada. Y creo que de esa fuerza social van a venir también cambios en lo privado, en empresas, en consejos de administración...

¿Qué encendió la mecha?

-El año pasado vimos que hay mujeres de edad más avanzada, de esta segunda edad, que vuelven a hacer un esfuerzo por poner en las agendas otra vez el tema de la no igualdad real. Vemos muchísima gente joven en las manifestaciones, en las quedadas, pero también vemos que hay muchas mujeres jóvenes, que por haber tenido la suerte de haber empezado a vivir desde muy niñas en ambientes de mucha igualdad, han creído que ellas ya estaban viviendo una situación de igualdad real. Pero quienes hemos pasado por creer eso también a los veinte años, treinta años después tenemos la opinión de que esto va muy lento y que hay que incidir públicamente en que necesitamos medidas políticas concretas, reales, propositivas, que no es una cuestión solo de tiempo. Políticas reales que, por cierto, necesitan después presupuestos. Volver a poner muy en la agenda la necesidad de igualdad real es lo que de verdad ha hecho que esa convulsión social sea muy grande. Y luego creo que hay otra cosa muy importante, la asunción por parte de los hombres de que la defensa de la igualdad real es hablar de derechos humanos.

¿Qué le gustaría que ocurriera este 8 de Marzo?

-Me gustaría que fuera tan multitudinario como el año pasado, me gustaría que esa huelga en lo privado y en lo público que vayamos a hacer sea real; me gustaría que aquellos hombres que tengan que cubrir lo que las mujeres no vayamos a hacer ese día no sea para quitarnos un puesto en esa sociedad, sino para darse cuenta del valor del trabajo que realizamos; que como presidenta del BBB haga huelga no es para que otro hombre ocupe mi lugar ese día, sino para que veamos que, cuando las mujeres faltamos, en algunos aspectos puede caer también la propia sociedad.