La OTAN siguió ayer la estela del G7 y situó a China claramente como una amenaza para su seguridad durante la cumbre celebrada ayer en Bruselas, en la que apostó también poner en marcha un proceso de adaptación para mejorar su respuesta ante desafíos como la agresividad de Rusia, los ciberataques o el cambio climático.

“Todos los líderes acordaron que, en una época de competencia global, Europa y Norteamérica deben permanecer juntas en la OTAN. Para defender nuestros valores e intereses”, declaró el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, en una rueda de prensa al término de la reunión, en la que los aliados dieron la bienvenida a Joe Biden como presidente de Estados Unidos.

Biden manifestó que la OTAN es “muy importante” para su país y que el artículo 5 sobre defensa colectiva en que se basa es “sagrado”, un “fuerte mensaje” de compromiso de EE.UU. con la organización, en palabras de Stoltenberg, que los demás aliados acogieron con satisfacción tras las reticencias expresadas por el anterior presidente estadounidense, Donald Trump. “La OTAN está más allá de líderes políticos”, sentenció Stoltenberg.

Contra rusia y China La cumbre de Bruselas sirvió para que los 30 aliados amplíen su punto de mira y dirijan su atención a China, que en la última reunión de líderes aliados de Londres en 2019 solo fue mencionada. “Regímenes autoritarios como Rusia y China desafían el orden basado en reglas”, alertó Stoltenberg.

Los líderes señalaron en el comunicado aprobado ayer que ven oportunidades de compromiso con China en temas como el control de armas o el cambio climático, pero advierten de que su creciente influencia y políticas internacionales suponen retos para la seguridad de la Alianza que acordaron abordar juntos. “Nos preocupan las políticas coercitivas de China”, admitió Stoltenberg, quien agregó que Pekín está “expandiendo rápidamente su arsenal nuclear” y, al mismo tiempo, es “opaco” a la hora de implementar su modernización militar.

Señaló igualmente que coopera militarmente con Rusia, incluyendo con ejercicios en el área euroatlántica, y que hace uso de la desinformación.

Por todo ello, la OTAN instó a China a cumplir sus compromisos internacionales y “actuar de manera responsable”, incluyendo en el ámbito espacial, el ciberespacio y el mar.

Sobre Rusia, país con cuya relación está “en su punto más bajo” desde la Guerra Fría, según dijo Stoltenberg, los aliados volvieron a defender una política de “doble vía”: garantizar la disuasión y defensa pero manteniendo abierto el diálogo, por lo que celebraron que Biden vaya a reunirse mañana con el presidente ruso, Vladímir Putin en Ginebra.

Agenda de cambios para 2030

El otro gran tema de la cumbre fue la aprobación de un proceso de reformas para que la Alianza aborde con más garantías nuevos retos. Para ello, decidieron reforzar las consultas transatlánticas en la OTAN como foro político y reafirmar el compromiso de 2014 de gastar el 2% del PIB en defensa para 2024, un objetivo del que aún están lejos. También se comprometieron a desarrollar “objetivos de resiliencia” y “metas nacionales concretas” para proteger infraestructura crítica.

A fin de mejorar en el plano tecnológico, acordaron impulsar un Acelerador de Innovador en Defensa para el Atlántico Norte, que pretende rebajar la brecha entre aliados mediante la colaboración con empresas emergentes, la industria y universidades, y poner en marcha un fondo de innovación. Para salvaguardar el orden internacional basado en normas, la OTAN reforzará sus asociaciones en la región Asia-Pacífico con Japón, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur, y buscará nuevas relaciones con países de Latinoamérica, África y Asia, además de profundizar en su relación con la Unión Europea.

Por otra parte, acelerará la formación militar que presta a socios como Ucrania, Georgia, Irak o Jordania, y se compromete a afrontar el impacto en la seguridad del cambio climático, para lo que establecerá “objetivos concretos” que contribuyan a alcanzar la meta de “emisiones netas cero” para 2050.

Finalmente, la Alianza desarrollará un nuevo concepto estratégico para 2022, en el que reflejarán las nuevas amenazas a las que se enfrentan. Para alcanzar esas ambiciosas metas los aliados incrementarán y combinarán los tres presupuestos de la OTAN: militar, civil y de infraestructuras. Los líderes acordaron también una nueva política de ciberdefensa que tiene en cuenta la permanente amenaza a la que se ve sometido el ciberespacio y la necesidad de capacidades técnicas, consultas políticas y planificación militar para hacerle frente.

La cumbre permitió a los aliados abordar la salida prevista de sus tropas de Afganistán para septiembre, tras veinte años de presencia militar en el país asiático a raíz de los atentados de Al Qaeda en territorio estadounidense.