Etiopía ordenó el jueves el ataque final contra las autoridades rebeldes de la región de Tigray, mientras los tres enviados especiales de la Unión Africana (UA) intentan en Adís Abeba mediar en el conflicto para hallar una solución.

“Se ha dado ahora la orden a las Fuerzas de Defensa Etíopes de concluir la tercera y última fase de nuestra operación de establecimiento del orden”, afirmó el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, al prometer “mucho cuidado” para no herir a civiles en el despliegue para tomar Mekele, capital de Tigray.

El mandatario autorizó esta intervención al terminar el miércoles sin éxito el ultimátum de 72 horas que dio para rendirse al Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF), que gobierna la región norteña, contra la que lanzó una ofensiva bélica el pasado día 4 en represalia por un supuesto ataque del TPLF a una base militar etíope en la región.

“Se harán todos los esfuerzos a fin de que la ciudad de Mekele, que fue construida gracias al duro trabajo de nuestra gente, no resulte muy dañada”, aseguró Abiy en un comunicado en el que también pidió a los más de 400.000 residentes de la ciudad que se “queden en casa y alejados de los objetivos militares”.

Además, el mandatario lamentó que el TPLF, que gobierna la región norteña, no haya accedido a rendirse mientras que sí lo han hecho “miles” de efectivos de sus fuerzas especiales y milicias, tras darse cuenta de las “intenciones malignas” y “ambiciones destructivas” de sus líderes.

Resulta difícil verificar si efectivamente miles han aceptado el ultimátum de Abiy, ya que tanto internet como las comunicaciones por teléfono permanecen cortadas, y el Gobierno etíope ha bloqueado desde el principio el acceso de periodistas y trabajadores humanitarios a Tigray.

Esta ofensiva, que se cierne sobre Mekele, podría provocar nuevas víctimas civiles en una guerra que ya ha causado cientos de muertos y más de 42.000 desplazados a Sudán.

Hasta la fecha, Abiy, ganador del Premio Nobel de la Paz de 2019, ha ignorado los llamamientos internacionales a una desescalada del conflicto y también se resiste a aceptar una negociación con el TPLF para resolver la crisis.

El ministro etíope de Asuntos Exteriores, Demeke Mekonnen, se encuentra de gira por Bélgica y Francia, donde ayer se reunió con el presidente francés, Emmanuel Macron, para aplacar la creciente inquietud de la UE por el conflicto en Tigray.

“La única solución radica en el cese urgente de las hostilidades. Hasta que no sea así, sigue existiendo la amenaza de una grave desestabilización de Etiopía y de la región en general”, afirmó el comisario europeo de Gestión de Crisis, Janez Lenarcic, tras entrevistarse en Bruselas con Demeke.

“La UE considera a Etiopía como un socio clave en África y desea ver al país como un lugar pacífico, democrático y próspero para toda su población”, agregó Lenarcic.

Temor a muertes civiles. El conflicto podría, según expertos, fracturar Etiopía de forma irreversible y castigar particularmente a la población civil. La ofensiva podría provocar nuevas víctimas en una guerra que ya ha causado al menos 600 muertos. Asimismo, desde que se inició, más de 42.000 etíopes han cruzado la frontera con Sudán en busca de refugio, llegando a caminar hasta 30 kilómetros y afrontando una situación desoladora al otro lado de su frontera. Pese a esta crisis, Abiy pidió a la comunidad internacional abstraerse de cualquier “indeseado e ilegal acto de injerencia” en los asuntos de Etiopía, y exigió respetar los principios fundamentales de “no intervención” en su soberanía. Horas antes, la ONU manifestó su preocupación por el bienestar de la población civil.