Estados Unidos es el país más afectado por la pandemia de covid-19, con más de 7,2 millones de casos y 207.000 fallecidos. Entre los últimos positivos están los de Trump y su esposa, Melania Trump, obligados ahora a guardar cuarentena mientras se recuperan, aunque ni el presidente ni su médico han aclarado si presentan síntomas.

Trump ha sido uno de los líderes más incrédulos con los voraces efectos de lo que él siempre ha denominado como el "virus chino", en alusión a su origen en la ciudad de Wuhan. Lo ha utilizado también como arma política contra Pekín y contra la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la que le suspendió la financiación como represalia.

A nivel interno, el presidente no ha dudado en criticar a los alcaldes y gobernadores que en los primeros compases de la pandemia se apresuraron en adoptar restricciones. Trump daba por hecho que el virus en algún momento "desaparecería" y advertía de los efectos económicos que acarrearían los cierres, en un momento precisamente en el que pretendía vender la economía como su gran bandera para la reelección en noviembre.

También ha puesto en cuestión las recomendaciones de higiene y salud pública más básicas, como el uso de mascarilla. Inicialmente descartó completamente su uso, para posteriormente apoyarlo -a finales de julio- aunque con matices, ya que solo se ha la puesto en actos públicos en contadas ocasiones e incluso esta misma semana se burló de su rival demócrata, Joe Biden, por llevarla todo el tiempo. "Mucha gente no lleva mascarillas. Hay muchas personas que creen que las mascarillas no son buenas", alegó a mediados de septiembre durante un evento organizado por ABC News.

Tampoco ha guardado las distancias con otras personas -según la Casa Blanca todo su entorno se hacía pruebas frecuentes de coronavirus- y apenas ha variado sus actos públicos en campaña. Al contrario que Biden, el presidente ha seguido organizando grandes mítines donde era frecuente ver a personas juntas y sin mascarillas.

Especialmente polémico fue el mitin organizado el 13 de septiembre en Las Vegas, por ser bajo techo e incumplir las normas estatales que prohibían la reunión de más de 50 personas en lugares cerrados. "Estoy en el escenario y está muy lejos", justificó entonces en una entrevista y, de hecho, al día siguiente repitió el formato en Arizona. Trump también habría incumplido las recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevencíón de Enfermedades (CDC) este mismo jueves, ya que su asesora Hope Hicks, con la que había mantenido contacto durante días, dio positivo por la mañana y el presidente aún asistió a un evento de recaudación de fondos, según NBC News.

El escaso rigor científico de Trump a la hora de hablar de efectos de la pandemia o de tratamientos para hacerle frente le ha valido no pocos reproches de la comunidad médica. El epidemiólogo de la Casa Blanca, Anthony Fauci, ha ido perdiendo protagonismo público a medida que se han hecho evidentes sus diferencias con las tesis presidenciales.

En mayo, Trump aseguró que estaba tomando hidroxicloroquina, un fármaco contra la malaria, como medida de prevención frente a un posible contagio. Solo un mes después, la agencia del medicamento norteamericana (FDA) retiró la aprobación de emergencia que había dado para este medicamento como tratamiento frente al covid-19, al considerar no solo que era ineficaz sino que podía tener efectos secundarios.

También llegó a plantear, en abril, la posibilidad de tratar el coronavirus con luz solar o aplicando una inyección de "desinfectante", para estupor también de asociaciones médicas que se vieron obligadas a recordar a la ciudadanía los riesgos de consumir lejía.

Con el positivo por coronavirus, Trump se suma a la lista de líderes internacionales que han contraído la enfermedad después de mostrarse tibios o directamente desdeñar los riesgos de la pandemia. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, dio positivo en julio, mientras que el primer ministro Boris Johnson se contagió a finales de marzo y estuvo ingresado en cuidados intensivos.

Viajó con él en el Air Force One. Hope Hicks, una de las más cercanas asesoras de Trump, sería según todos los indicios, el paciente cero que le habría contagiado. Hicks, de 31 años, viajaba a bordo del Air Force One con Trump cuando este voló a Cleveland, en el Estado de Ohio, para participar en el primer debate electoral frente a su rival demócrata Joe Biden. También había acompañado al republicano el miércoles cuando fue a un mitin de campaña en Minnesota. Modelo de profesión, Hicks era antigua directora de comunicación de la Casa Blanca y jefa de prensa durante la campaña presidencial de 2016, Hicks regresó a la Administración Trump en febrero.