Kabul - El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, juró ayer lunes para un segundo mandato en medio de la inestabilidad política por la decisión de su antiguo rival de no reconocer su Gobierno, justo cuando el país se enfrenta a los desafíos del inicio de un proceso de paz con los talibanes.

Que el actual jefe del Ejecutivo, Abdullah Abdullah, el principal rival de Ghani en las elecciones del pasado septiembre, se haya autoproclamado presidente en una ceremonia paralela, con cientos de acólitos, revela un escenario de división para un Afganistán que debe sentarse a negociar para poner fin a dos décadas de guerra. "Parece que el nuevo Gobierno del presidente Ghani afrontará crisis e inestabilidad desde el principio", dijo el analista Sediq Hussaini en referencia a las dos ceremonias de proclamación llevadas a cabo en simultáneo.

La estabilidad en el país para los próximos cinco años del mandato de Ashraf Ghani, al que la Comisión Electoral proclamó hace unas semanas vencedor de las elecciones del pasado septiembre, "requerirá de una solución que evite la posible crisis de tener que ceder ante su rival electoral", apuntó Hussaini, refiriéndose a un posible acuerdo entre Ghani y Abdullah para compartir el poder.

El escenario al que se refiere Hussain parece una reedición de las pasadas presidenciales de 2014, cuando Ghani y Abdullah, que también rechazó entonces el resultado, acordaron un Gobierno de Unidad en el que se creó para Abdullah el puesto de jefe del Ejecutivo, mientras Ghani mantuvo la presidencia del país.

UNA TRABA PARA LAS REFORMAS Algunos analistas creen que repetir un acuerdo como el de 2014 para compartir el poder puede evitar un posible colapso institucional por el momento, pero a largo plazo ese formato de Ejecutivo podría afectar la gobernabilidad y los planes de Ghani para los próximos cinco años.

"Ghani ha hecho mucho como parte de su campaña anticorrupción y ha llevado a cabo reformas en varios organismos gubernamentales en los últimos cinco años, a pesar de la presencia de su socio gubernamental (Abdullah), que actuó principalmente como un obstáculo", señaló el analista político Hafiz Ahmadi.

Con esto, Ahmadi apuntó a las reformas de Ghani para reemplazar a funcionarios corruptos o sin formación en los organismos gubernamentales, que permanecían en los órganos públicos por el apoyo de los señores de la guerra y algunas figuras del poder.

"Si Ghani se ve obligado nuevamente a compartir con estos políticos corruptos y la vieja clase política, esto afectará de manera muy negativa la campaña anticorrupción y las reformas de Ghani y debilitará su Gobierno y su desempeño en los próximos cinco años", indicó el analista, del centro de investigación afgano Rana.

Por otra parte, algunos expertos confían en que la experiencia de Ghani en su primer término le haya enseñado a no aislar la Administración de sus rivales políticos y de la oposición.

"Estoy seguro de que el presidente Ghani formará un Gobierno de base amplia para compartir con todos los partidos políticos y líderes de la oposición; de ser así, habrá menos problemas políticos internos para Ghani y el Gobierno será una fuerza unitaria en las conversaciones con los talibanes", opinó el miembro del Centro de Estudios Regionales de Afganistán Abdul Shukoor Salangi.

EL DESAFÍO DE LA PAZ AFGANA Aunque la firma del acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes el pasado 29 de febrero en Doha preveía el inicio de las conversaciones interafganas el 10 de marzo, Ghani había puesto trabas hasta ahora al comienzo de las negociaciones para lograr una paz duradera, ya que estipulaban la liberación previa de 5.000 insurgentes encarcelados.

Sin embargo, Ghani se mostró ayer lunes mucho más abierto y en su discurso aseguró que emitirá un decreto durante la jornada de hoy martes relacionado con la liberación de los prisioneros, una decisión que conllevará "una reducción significativa de la violencia".

Para Salangi, el apoyo de Abdullah en estas conversaciones interafganas será clave."El Gobierno de Ghani tendrá menos problemas para llegar a un acuerdo con los talibanes si logra superar sus divisiones internas con los políticos", consideró.

Además, si el Gobierno afgano llega a un trato con los talibanes, tendrá menos desafíos de seguridad en los próximos años, ya que en las dos últimas décadas la mayor parte de las amenazas provinieron de ellos, y no tanto del grupo yihadista Estado Islámico (EI) o de cárteles de la droga instalados en el país.

"Una vez que las fuerzas afganas, que ahora están dedicadas a la lucha contra los talibanes, terminen los enfrentamientos con este grupo gracias a un acuerdo de paz, grupos como el EI y los cárteles de la droga no podrán ser amenazas de seguridad y serán eliminados pronto por las fuerzas de seguridad, incluso en ausencia de tropas extranjeras", concluyó Salangi.

Polémicas elecciones

Resultados. Los comicios estuvieron marcados por una baja participación por las amenazas talibanes y las acusaciones de fraude por parte de Abdullah y otros rivales, lo que llevó a retrasar el anuncio de los resultados hasta febrero, que confirmaron finalmente la victoria de Ghani con el 50,64 % de los votos, frente al 39,52 % de Abdullah.

Negociación Ghani-Abdullah. Como mediador en esas conversaciones estaría participando el representante especial de Estados Unidos para la paz en Afganistán, Zalmay Khalilzad, artífice del histórico acuerdo firmado el pasado 29 de febrero entre EE.UU. y los talibanes, en el que se acordó la retirada de las tropas internacionales del país en 14 meses.

Como en 2014. Se repite así el escenario vivido en 2014, cuando Abdullah tampoco aceptó los resultados de los comicios en los que venció Ghani, lo que paralizó el país durante meses hasta que, tras la mediación del entonces secretario de Estado estadounidense, John Kerry, se formó un Gobierno de Unidad, en el que se creó para Abdullah el puesto de jefe del Ejecutivo.