Gasteiz- Los saharauis no están en la agenda política de ningún país. Olvidados por la Comunidad Internacional, este mes se cumplen 43 años desde que el 26 de febrero del año 1976 España anunciara a la ONU que concluía su presencia en el Sahara Occidental tras 93 años de permanencia. Como potencia administradora según del artículo 73 de la Carta de las Naciones Unidas, España traspasaba, y como indicaban los acuerdos tripartitos de Madrid, el territorio del Sahara Occidental a Marruecos y a Mauritania, que de este modo se convertían en potencias ocupantes, dejando un proceso de descolonización inacabado. “Mientras el Gobierno Español y sus dirigentes en nuestro sufrimiento, el pueblo español y el vasco apoyan nuestra causa. Gracias, entre otras, a su ayuda humanitaria podemos sobrevivir en Tindouf”, dice Abdulah Arabi, delegado del Frente Polisario en Euskadi.

43 años de lucha. ¿Qué será el 26 de febrero: un día de lucha, de reivindicación?

-Primero de celebración, porque es una año más de la proclamación de la República Democrática Saharaui (RADS); un día de mucho orgullo y también de reivindicación porque nuestro problema no se ha resuelto y seguimos luchando por la independencia y la libertad. Estamos preparando las estructuras de ese futuro Estado al que aspiramos más acorde al mundo actual y proyectándola a ese futuro al que aspiramos.

43 años son muchos, ¿tantos como para que algunos aflojen el espíritu de sentimiento y pertenencia?

-Desde el punto de vista humano es posible que se dé esa situación, pero desde la reivindicación, la lucha y la resistencia de un pueblo, forma parte de la historia de los pueblos en la lucha por su libertad y ésta tiene un precio. Todos los pueblos que han luchado por esa libertad saben que hay que sacrificar una parte de la vida; hay generaciones que se sacrifican para que las futuras generaciones puedan vivir en un país distinto, mejor, con bienestar y respeto democrático, con desarrollo de los Derechos Humanos, igualdad.

¿43 años son muchos para la reclamación colectiva de un pueblo?

-Son muchos, demasiado para el silencio de la comunidad internacional que roza la complicidad. Pero en nuestra reivindicación hay una parte que depende de nosotros únicamente como pueblo y no hemos ni vamos a dejar de hacerla. Pero hay otra parte, que, lamentablemente, al vivir en un mundo interrelacionado, depende de la comunidad internacional, de la voluntad de la otra parte. Aquí vemos que hay actitudes supeditadas a los intereses económicos que se superponen a las legitimas aspiraciones de nuestro pueblo. Vamos a agotar la vía pacífica como solución al conflicto, pero con la determinación que tenemos los saharauis de seguir nuestra lucha.

Primero lucharon contra España, después contra Marruecos, pero detrás se encuentran los intereses estratégicos de EE.UU. de España, Francia, ¿Cómo pueden mantener ese espíritu y hasta cuándo?

-Hasta que se logre nuestro objetivo final a la autodeterminación y la independencia. Esta es una lucha de generaciones; ha quedado demostrado que la del pueblo saharaui no es una lucha de personas, sino de generaciones. Estamos condenados a aguantar esta situación en los campos de refugiados, la otra parte del pueblo está sufriendo las consecuencias de la ocupación de forma directa. Otro porcentaje vive en la diáspora. Por lo tanto, la opción personal ya está elegida. Eso ha demostrado que el pueblo saharaui no ha claudicado. Creo que hemos demostrado que no tenemos más alternativa y más fecha de caducidad que el lograr nuestra meta que es recuperar nuestra tierra libre e independiente. Marruecos debe de saberlo.

Hay muchos intereses en juego

-Los países que tienen intereses con Marruecos deben aconsejarles para que trabajen en una solución que pasa por dejar al pueblo saharaui decidir, mediante la forma más democrática que son las urnas, decidir qué queremos ser. Nosotros defendemos nuestra independencia. Marruecos propone la integración y la autonomía. Los saharauis aceptamos esa opción dentro del Plan de Paz. Por lo tanto, más concesiones no podemos hacer.

Una parte positiva, aunque el Gobierno español les haya abandonado, sin embargo, la ciudadanía del Estado y del pueblo vasco están de su parte.

-Sí. Lo llamamos el gran divorcio. Hay una sociedad española muy solidaria, muy comprometida que arropa y acompaña al pueblo saharaui durante estos 43 años. España, aunque nos ha abandonado, sigue siendo la responsable de esta situación. Naciones Unidas la reconoce jurídicamente como la potencia administradora del territorio mientras no se solucione el conflicto. Para nosotros la responsabilidad es histórica, política y moral. España nos ha demostrado que, en estos años de transición democrática, lejos de solucionar y enmendar este error no ha hecho más que ahondar en el sufrimiento del pueblo saharaui posicionándose al lado de Marruecos y tratando de agradar al Rey de Marruecos en todas sus acciones y actuaciones de política exterior.

¿Creen que si no tendrían fosfatos ni pesca, el acuerdo con Marruecos sería más factible?

-El mundo se mueve en función de los intereses económicos. No hemos visto ningún país invadir a otro si no hay un interés /objetivo económico. Estamos asistiendo a un mundo internacional en el cual cada vez se evidencia esto. En sentido hasta somos generosos. Si Marruecos, realmente ocupa nuestro país por esos intereses económicos, estamos dispuestos a negociar con Marruecos, así lo recoge la documentación en poder de Marruecos y Naciones Unidas. Si se otorga al pueblo saharaui la posibilidad de decidir su futuro por referéndum, negociaremos intereses ventajosos para Marruecos, le garantizaríamos una salida honorable a sus intereses económicos. Pero se ha demostrado que Marruecos tiene mucho miedo a solucionar el problema del Sáhara occidental. Entiende que la continuidad de la monarquía está supeditada al Sahara. Por lo tanto es una cuestión que va más allá de los intereses económicos.

Casi siempre hablamos de los saharauis en Tindouf, en el exilio. ¿Qué es de los saharuis que están en el Sahara: ¿Están absorbidos, siguen manteniendo el espíritu o hay un poco de todo?

-El pueblo saharaui está divido en tres. En los campamentos, la población refugiada en Tindouf, la parte ocupada y la diáspora. Por lo tanto, rara es la familia que no tenga un miembro en una de estas situaciones. El referéndum de determinación del pueblo saharaui es atípico; es el de la existencia o no existencia de un pueblo. El reencuentro de familias que llevan 43 años divididas y eso está demostrado cuando se les da la posibilidad de votar lo han hecho por su libertad. Namibia, Sudáfrica... demuestran que los pueblos que han estado oprimidos cuando se les da la opción votan por su independencia. En los campamentos tenemos la posibilidad de denunciar esto, demostrar al mundo que estamos padeciendo, les podemos llevar a que sean testigos de cómo es nuestra vida. En la parte ocupada por Marruecos, no. Es un territorio vetado a la presencia de observadores internacionales, de medios de comunicación y, por lo tanto, están sufriendo en silencio. La visibilidad en la zona ocupada se produce gracias a los activistas que se juegan la vida para denunciar esa injusticia.

¿Es posible que después de tantos años esas tres Comunidades mantengan la misma esperanza de país?

-Por supuesto, pero no podemos obviar tampoco que somos humanos. De generación a generación hay cosas que se van perdiendo. Un joven que haya nacido en un campamento de refugiados, o bajo una ocupación, tiene otras aspiraciones. No desea que sus hijos sufran lo que él. Cambian las formas de reivindicación, pero en torno a lo que es la autodeterminación y la independencia del pueblo saharaui el espíritu sigue intacto, pero no podemos garantizarlo eternamente. Cada generación responde a un momento determinado de la historia. Hoy por hoy el pueblo saharaui esta unido, pero somos humanos.