La imagen más antigua de nuestro país es la de Bilbao de 1544, que se editó en Colonia en 1575, dentro de la obra Civitates Orbis Terrarum. Su autoría y fecha de ejecución son desconocidas a pesar de que Joanes Muflin, que fue quien la dispuso, aparece citado en la cartela. Muflin, mercader de imágenes, fue un capellán flamenco de Felipe II que tuvo el encargo de entregar, en Amberes, al impresor Plantino las vistas que el pintor flamenco Anton van den Wyngaerde había hecho de varias ciudades de la península, entre las que no había ninguna vasca y que nunca llegaron a imprimirse.

El primer viajero que por encargo dibujó estampas de nuestro país fue el flamenco Boris Hoegnagel, en 1567. En su viaje para dibujar las vistas de la península para el Civitates Orbis Terrarum nos dejó una imagen de Donostia editada en 1572 y otra insólita del túnel de San Adrián editada en 1598 con una cosmovisión de un mundo vasco con personajes de ambos lados del Pirineo.

Durante los siglos XVII y XVIII, buena parte de las imágenes del Civitates siguieron reproduciéndose con versiones renovadas. Aún así aparecen otras importantes. En 1615, con motivo del paso del rey Felipe III a la ceremonia de entrega nupcial de su hija Ana de Austria al futuro rey de Francia, Luis XIII, en la isla de los Faisanes, el pintor flamenco Peter van der Meulen realizó una magnífica vista de la bahía de Donostia en un lienzo que se conserva en el Convento de la Encarnación de Madrid junto a otro del evento de entrega en el Bidasoa. Esta entrega nupcial generó una extensa iconografía de las dos orillas del Bidasoa.

Las imágenes que el cosmógrafo portugués Pedro de Texeira realizó en 1634 de varios de los puertos vascos más importantes las podemos considerar entre la cartografía y las vistas aéreas donde se pueden identificar algunos lugares con sus entramados.

Recientemente, las autoridades navarras han adquirido en subasta pública celebrada en París por 126.000 euros un cuadro de mediados del Siglo XVII atribuido por la casa de subastas al pintor Juan Bautista Martínez del Mazo (1611-1667) que representa la vista más antigua de Iruñea, la cual fue tomada desde el norte.

En Vitoria- Gasteiz un dibujante anónimo dejó la más antigua vista del entramado medieval de la ciudad a finales del siglo XVII, vista que rescató del desván en 1840 el concejal Benito Casas y realizó una copia. También el pintor italiano Leonardo de Ferrari dibujó unas magníficas vistas de Hondarribia e Irun además de Iruñea-Pamplona para el Atlas del Marqués de Heliche en 1655.

En 1707 Pierre Vander Aa, en su obra Les Delices de L´Espagne & du Portugal, incluye vistas de versiones ya aparecidas en el Civitates de Bilbao y Donostia y añade una vista nueva de Hendaia-Hondarribia.

Bilbao dispone de una perspectiva del casco medieval que el cartógrafo y dibujante Gabriel Baudwin realizó para la corona británica en 1739. En ese dibujo se pueden observar elementos que pronto desaparecieron como el primer puente de piedra de San Francisco o el molino de viento de Begoña, ubicado en Santutxu. Ese mismo año el vecino de Bilbao José Antonio de Rementeria realizó desde el alto de Miribilla una realista vista de la villa, superando la versionada imagen del Civitates que había perdurado durante dos siglos. Esta vista de Rementería de Bilbao fue la de referencia para los sucesivos pintores y dibujantes durante más de un siglo.

El destierro en el País Vasco impuesto por Carlos III al pintor Luis Paret en 1785, posibilitó que realizasen unas pinturas de estilo rococó con vistas de Bilbao, Portugalete, Bermeo, Donostia y Hondarribia. Algunas de estas imágenes están en el Museo de Bellas Artes de Bilbao; la de Donostia se encuentra en el palacio de la Zarzuela.

El siglo XIX fue muy convulso en nuestro país con frecuentes conflictos bélicos, la iconografía bélica es interminable y diversa. Destacan las correspondientes a las batallas de Donostia y de Vitoria-Gasteiz de 1813. También las guerras carlistas fueron conflictos que despertaron un gran interés, desde los zares rusos hasta las cancillerías alemanas o británicas. Cada cual interpretó el conflicto desde puntos de vista diferentes. Los carlistas tuvieron un gran arraigo popular y el componente de la conservación de los fueros e instituciones propias fue el motivo de ese arraigo. Nos visitaron gran cantidad de brigadistas internacionales voluntarios, que se implicaron en el conflicto en bandos enfrentados. Algunos de ellos fueron escritores y excelentes dibujantes que nos dejaron melancólicas estampas de nuestro país. Destacan como dibujantes los británicos Henry Wilkinson, o los hermanos Richard y Tomas Hornbrook o el escocés Charles F. Henningsen.

El siglo XIX también fue el de los viajeros románticos, como el francés Alexander Laborde para quien el militar y pintor Louis Francis Lejeune hizo dos vistas magníficas de Iruña- Pamplona en 1820. El pintor escocés David Roberts dibujó una pintoresca y romántica vista de la Plaza de la Virgen Blanca de Gasteiz en 1833 con sus balconadas en entramado de madera. También nos visitaron los británicos George Vivian y Harry Fenn, que nos dejó una magnífica vista de la iglesia de Arrigorriaga y de la Plaza de la Virgen Blanca de Vitoria Gasteiz en 1874.

Singulares son los dibujos con querencia religiosa que Genaro Pérez Villaamil realizó en Bilbao, Pamplona y Hondarribia en 1850. También el pintor francés Gustavo Doré realizó unas románticas estampas de Vitoria Gazteiz junto al viajero Charles Davillier en 1862 para su obra L´Espagne.

En un ambiente de depresión y melancolía tras la primera guerra carlista surgió en Bilbao en 1844 el primer proyecto integral de una guía completa de los lugares más pintorescos de nuestro país: Revista Pintoresca de las Provincias Bascongadas. El encargado de los dibujos al carboncillo fue Julio Lambla un joven alsaciano nacido en Salestat en 1816 y que montó una academia de dibujo en Bilbao. Se casó en la basílica de Santiago con María Josefa Mas en 1844. Obtuvo el título de catedrático en 1859 y se trasladó a Madrid donde montó una prestigiosa academia que participó en exposiciones internacionales. En su estancia en nuestro país realizó 50 estampas de los lugares y monumentos más emblemáticos del país que en muchos casos representan la vista más antigua del lugar. Posteriormente, el dibujante e impresor de Bilbao Juan Eustaquio Delmas intentó superar las imágenes de Lambla aunque sólo se quedó en Bizkaia.

Además, en esta época a mediados del siglo XIX, los semanarios europeos más importantes L´Illustration de París ó Illustrated London News de Londres, incluían sus noticias con espléndidos dibujos en los que también aparecen importantes imágenes de nuestro país. Dentro de esta corriente general, los semanarios más importantes editados en Madrid como El Museo Universal, el Semanario Pintoresco Español o la Ilustración Española y Americana incluyeron decenas de imágenes referidas a nuestro país de los ilustradores más importantes entre los que hay varios vascos. Son de destacar las pinturas y dibujos de las obras de Antonio Pirala sobre las guerras carlistas. El alavés Becerro de Bengoa también acompañó a sus relatos viajeros con ilustraciones propias .

Toda esta cantidad de material ilustrado y gráfico da testimonio de nuestra historia donde se puede contemplar la transformación de nuestro espacio urbano y natural. También podemos evaluar y analizar los efectos destructivos que para nuestro patrimonio tuvieron los conflictos bélicos del siglo XIX junto a las medidas de desamortización y un imparable ensanche urbano. Nuestras ciudades perdieron parte de su encanto medieval, sobre todo Bilbao y Donostia, y, en menor medida, Vitoria- Gasteiz.

Bilbao perdió el imperial convento de San Francisco que en su día fue centro de la cultura de la ciudad con su gran nave de estilo gótico arabesco. También perdió los conventos de San Agustín y San Mamés, vigías de entrada a la villa, además de su plaza Mayor presidida por el edificio consistorial y el consulado. Para culminar, a finales del siglo XIX, derribaron con gran controversia el primer puente medieval de la villa el de San Antón que lleva en su escudo. Todos estos elementos habían sido los referentes principales de sus estampas medievales.

Donostia perdió su recinto amurallado y la torre del Campanario, emblema principal de la ciudad en las imágenes del Civitates de 1567. Además perdió los monumentos conventuales de El Antiguo, San Bartolomé y San Francisco que arropaban extramuros la ciudad medieval que por fortuna conserva, aunque sea transformada, la memoria del puente medieval de Santa Catalina.

La ciudad de Gasteiz perdió uno de los edificios religiosos e históricos más valiosos que tenía, el convento de San Francisco de estilo gótico y fundado en 1214, lugar donde a menudo se celebraron las Juntas Generales de Álava. También perdió el otro gran convento de la ciudad el de Santo Domingo, además de la Torre del Reloj cerca de las escalinatas de la iglesia de San Miguel.

Hay iniciativas culturales en nuestro país que merecen ser mencionadas y aplaudidas. Entre ellas se encuentra la de creación de un fondo de imágenes e ilustraciones no fotográficas referidas a nuestro país. Es el caso de la plataforma Albúm Siglo XIX creada por la Diputación de Gipuzkoa que nos permite acceder a imágenes de nuestro patrimonio de una forma rápida y sencilla. También el portal Lau-Haizeetara de la Biblioteca Foral de Bizkaia es un sitio interesante.

Estas imágenes gráficas nos muestran un patrimonio histórico formado por decenas de monumentos de nuestras villas más importantes que hoy han desaparecido. Afortunadamente, nos queda el testamento gráfico de estos lugares gracias a los viajeros y dibujantes que en su día quisieron resaltar su valor e importancia.

A pesar de que somos un pueblo innovador y avanzado no está mal echar la vista atrás para ver que, por un motivo u otro, no siempre hemos sabido proteger nuestro patrimonio histórico.

Ha sido profesor de Enseñanza Secundaria en el Instituto Zaraobe de Amurrio. En al actualidad, se dedica a tareas de investigación y de divulgación, colaborando con diferentes publicaciones.