Jorge Llorente tiene 40 años y vive con su familia en el barrio de Cruces, en Barakaldo. Desde hace algunos años trabaja en la sección de calzado deportivo de una conocida multinacional en atención al público, participa en los grupos de autogestores de Gorabide e imparte formación a profesionales de atención al público a través del programa Personas Accesibles. Él dio una de las claves sobre cómo mejorar esas relaciones. “Depende de cómo me ves y no tanto de cómo soy yo. Necesitamos una mirada diferente: si me ves como a un niño, me vas a tratar como a un niño, me vas a sobreproteger, igual sientes lástima por mí o no confías en mis posibilidades. Esta mirada no me ayuda; si me ves como a un hombre adulto, con capacidades para algunas cosas y necesidades de apoyo para otras, te vas a relacionar conmigo mejor”, resumió.

El testimonio de Jorge fue uno de los que se pudo escuchar en el Día de Gorabide, junto a otros autogestores que repasaron qué ha supuesto para ellos su participación en estos grupos que se pusieron en marcha hace veinte años. A través del programa Personas Accesibles, Jorge y sus compañeros han explicado a entidades como el Gobierno vasco, la Diputación de Bizkaia o el Ayuntamiento de Bilbao cómo pueden facilitar el día a día de las personas con discapacidad intelectual. “Les decimos cómo pueden explicarse más claramente para que podamos entender la información. Comprender bien lo que alguien nos explica nos ayuda a ser más autónomos”, subrayó. No puede estar más satisfecho de la labor que realizan. “Me gusta pensar que ayudo a que la sociedad nos conozca mejor y sepa cómo tratarnos. Creo que con este programa me ayudo a mí mismo, a otras personas con discapacidad o mayores, y también a otras a sentirse más cómodas cuando se relacionan con nosotros”.

El sueño de Enara Martínez, de 33 años y vecina de Bilbao, donde vive con su madre, era ser profesora de Educación Primaria. “Me encantan los niños”, reconoce. No pudo ser, pero hoy en día ofrece charlas en centros escolares sobre la discapacidad intelectual dentro del programa Goratu y aprovecha cualquier oportunidad para participar en actividades relacionadas con los más pequeños. “Quiero pensar que ayudo a que las niñas y niños con discapacidad estén en colegios donde les entiendan mejor, les ayuden y les enseñen bien”, afirma. “Acudimos a los centros educativos y nos reunimos con el alumnado y profesores durante hora y media. Les ayudamos a que se pongan en nuestro lugar”. Desde que empezó a participar en él, ha pasado de evitar cualquier tipo de exposición pública a prestarse la primera en tareas de portavocía o representación. “Me ha dado la oportunidad de hacer algo que me gusta y me ayuda a controlar mis nervios y mis emociones. Es otro de mis objetivos personales”.

Amparo Cubillas, por su parte, es miembro del Grupo de Mujeres de Gorabide y ha participado en la investigación de la Universidad de Deusto sobre mujer y discapacidad. “Me ha ayudado a empoderarme más, para sentirme más segura de mí misma, confiar más en mí y poder enfrentarme a cosas que no me gustan o que a veces me hacen daño”, explica. Amparo tiene 35 años, reside en Deusto en una vivienda de la asociación con otras tres personas, trabaja en un centro de Lantegi Batuak y realiza labores de voluntariado en Cruz Roja acompañando a personas mayores. Desde hace cuatro años, también ha formado parte del programa de Empoderamiento de Mujeres con Discapacidad de Gorabide. “Para mí el empoderamiento significa tener fuerza, más seguridad en mí misma y sentirme valorada por otras personas. También significa transmitir esa fuerza a otras mujeres, para que todas seamos iguales para el resto de la gente. En el grupo hay compañeras con más dificultades de movilidad y para poderse expresar; eso no quiere decir que sea una barrera para formar parte de este equipo”.