Adiós al físico que popularizó la ciencia
Fallece a los 76 años Stephen Hawking, artífice de buena parte de las teorías de la astrofísica moderna sobre los agujeros negros, la creación del cosmos o los lazos espacio-tiempo
Conoció en persona a los últimos cuatro pontífices y a todos ellos les transmitió el mismo mensaje: la necesidad de avanzar en la relación entre fe (religión) y razón (ciencia). De hecho, su ateísmo declarado nunca fue un obstáculo para buscar el entendimiento y el progreso de toda la Humanidad. Stephen Hawking fue capaz de derribar todas las barreras del pensamiento e ir un poco más allá. Fue el gran divulgador de la ciencia más abstracta. “Su gran aportación desde el punto de vista más social ha sido acercar conceptos complejos como el origen del universo o viajar en agujeros de gusano,? y que nos familiaricemos con ellos como si estuviéramos hablando de un córner o de un fuera de juego,...”, ilustraba Agustín Sánchez Lavega, Premio Euskadi de Investigación 2016, astrofísico y catedrático de Física Aplicada en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la UPV/EHU. Una idea compartida por Juan Ignacio Pérez Iglesias, coordinador de la Cátedra de Cultura Científica. “Fue muy hábil explicando conceptos que antes no se habían tratado científicamente. A partir de él se empezó a hablar de Big Bang como si fuera algo normal”, recordaba en declaraciones a DEIA.
Se marchó sin haber recibido el Nobel, pero se llevó el respeto de la comunidad científica y de la gente de a pie. Abrazó sin reservas la cultura popular e hizo esporádicas colaboraciones en televisión. Sus más recientes actuaciones las hizo en la popular comedia The Big Bang Theory, pero también pudo ser visto en Los Simpson -en la vida real, en su despacho de Cambridge tenía un reloj con la cara de Homer-, en la serie de animación Futurama, también en Star Trek: La nueva generación jugando al póquer y hasta se filmó una película sobre su vida: La teoría del todo (2014).
Porque Hawking y su legado es ya parte de la Historia de la Humanidad. Y no solo por su innegable aportación a la Física, sino también y sobre todo por su carácter desenfadado. Sánchez Lavega, con sus cuatro portadas Nature a sus espaldas, incide precisamente en ese aspecto: “reflexionó sobre aspectos múltiples, y lo hacía con mucha chispa. De manera muy amena y agradable. Esa componente humana.... Era muy cercano, con una inteligencia natural y emocional... Era de sacarle punta a las cosas”.
El eminente científico británico será recordado por frases legendarias como “sin imperfección ni tú ni yo existiríamos” o “la ciencia puede ser tan popular como el sexo” -en 1988 viajó a Barcelona para presentar su best sellerHistoria del tiempo y paseando por las Ramblas vio su libro en un kiosco junto a revistas pornográficas-, por su enorme carisma, por su manera de exprimir la vida -llegó a realizar un vuelo estratosférico para experimentar la ingravidez durante 45 segundos, recuerda Sánchez Lavega- y por sus muchas anécdotas.
Por ejemplo, apostó 100 dólares con el físico británico Peter Higgs a que el experimento del acelerador de partículas LHC de Ginebra no serviría para dar con la partícula del bosón de Higgs; apuesta que perdió cuando en 2012 se confirmó su existencia. Entonces, Hawking pidió el Nobel para su colega. Y es que Hawking no solo ha sido un genio, sino también uno de los personajes más queridos. Prueba de ello son los centenares de mensajes que ayer y todavía hoy inundan las redes y que lamentan su pérdida. Tal y como dijo en 2004 en una entrevista en The New York Times: “Mis expectativas se vieron reducidas a cero cuando tenía 21 años. Todo desde entonces ha sido un regalo”. A esa edad le diagnosticaron Esclerosis Lateral Amiotrófica, una enfermedad neurodegenerativa progresiva que le impedía moverse y hablar y que le llevó a utilizar un sofisticado método electrónico para comunicarse con esa voz robótica con el exterior.
Cuando en 1963 le dieron dos años de vida, se encerró durante semanas en su habitación universitaria para emborracharse y escuchar a Wagner a todo volumen, hasta que decidió que, mientras la muerte no llegara, se dedicaría a avanzar en sus investigaciones.
Hawking, cuyo cuerpo le resultaba una cárcel se volcó en la Física Teórica y once años después del dictamen médico publicó el primero de sus hallazgos, la existencia de la hoy llamada Radiación de Hawking, que establecía que los agujeros negros emiten un tipo de radiación, algo impensable hasta entones, resumía Sánchez Lavega en sus declaraciones a DEIA. El cosmólogo supo relacionar las ecuaciones de la relatividad de Einstein con la mecánica cuántica. Precisamente ayer, 14 de marzo, se cumplían 139 años del nacimiento de esa otra mente brillante y singular persona.
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