Bilbao- Marta Luxan, experta en Sociodemografía que ayer intervino en una jornada de Ezkerraberri Fundazioa sobre Políticas dirigidas a la familia en el estado del bienestar, descarta que la sociedad vasca tenga un problema demográfico asociado a su baja tasa de natalidad y elevado envejecimiento. También combate los conceptos tradicionales de políticas de familia con el argumento de que “no han funcionado” y sostiene que lo que se debe hacer es conocer la situación real actual y futura de la sociedad y adoptar las medidas necesarias para que las personas vivan lo mejor posible.

¿Cuál es, en su opinión, el principal problema demográfico de Euskadi?

-Cuando hablamos de cuestiones demográficas siempre salta la alarma porque se entiende que los comportamientos de las personas son problemas. Por eso me ha gustado oír a Anna Cabré decir que parece que las personas tenemos que cumplir con determinados objetivos numéricos que tienen muy poco que ver con lo que son nuestras vidas. El principal problema es que hablemos de la evolución de la población como un problema.

Entonces, ¿no es malo que la natalidad esté en mínimos?

-Hace poco el Eustat emitió una nota de prensa diciendo que las tasas de natalidad han bajado. Algo que sabíamos que iba a pasar y pasará en años venideros. Y lo presentaba como algo negativo, pero ¿por qué es negativo que baje la natalidad cuando lo que está pasando es que entran en la edad reproductiva generaciones menos numerosas que las que salen de las edades reproductivas? Lo extraño sería que la natalidad subiese, porque eso nos estaría diciendo que en nuestra sociedad se gestan cambios tal vez más problemáticos. Podríamos estar hablando de que los menores de 25 años están teniendo hijos y que la generación de sus padres tiene que mantenerlos a ellos y a sus nietos, y no sólo en términos de cuidados, que ya lo están haciendo, sino en términos económicos directos. Tenemos que tener cuidado en cómo hablamos de estos temas.

Las políticas familiares que conocemos, como ayudas para los hijos o para cuidados, ¿no son necesarias?

-Está demostrado que las ayudas directas al fomento de la natalidad no han funcionado, porque tu no vas a tener una criatura porque te den 2.000 euros, decidirás tener una criatura por otra serie de cosas. Y ha habido un cambio que es muy demográfico vinculado al alargamiento de la vida. Entonces ¿qué problema hay en que en algún momento descienda algo la población si estamos hablando de poblaciones cuya vida es larga, si cada persona que nace aporta muchísimos años de vida? Lo que tenemos que pensar a la hora de plantear las políticas es que las personas que ya estamos en este mundo podamos tener una vida digna. Creo que nos deben importar más los términos cualitativos que los cuantitativos.

¿Está diciendo que las políticas sociales dirigidas a la familia están obsoletas?

-Los procesos sociales y demográficos son bastante elásticos y van por delante del diseño de las políticas, por eso digo que lo interesante sería atender a lo que pueda venir y no seguir pensando en qué vamos a hacer con la familia nuclear o cómo vamos a sustentar algo que en este momento estadísticamente ha dejado de ser lo más común. Vamos a pensar qué hacemos para que la gente que reside en este territorio viva de manera digna y lo mejor posible. Ese tendría que ser el objetivo de la sociedad. Y que no nos importe tanto cuántos somos sino cómo estamos viviendo.

El envejecimiento de la población también genera alarma.

-El alargamiento de la vida es algo bueno que tiene unas consecuencias, en general y a nivel personal, positivas pero también otras más espinosas, como la gestión del cuidado de las personas dependientes. Y aquí surge otro tema que en algún momento habrá que abordar: qué hacemos con la eutanasia. En términos demográficos el alargamiento de la vida es positivo, pero siempre que sea de la vida en buenas condiciones y en este momento estamos alargando la vida a extremos en los que hay gente que no quiere seguir viviendo.

¿Hay algún país que sirva de modelo para aplicar políticas de familia adecuadas y efectivas?

-Siempre miramos a otros lados sin tener en cuenta que las relaciones sociales son diferentes. En demografía, por ejemplo, nos hemos pasado la vida mirando a Suecia y nos parecía que allí había cosas modernísimas como las familias unipersonales, pues ahora nosotros tenemos un montón de familias unipersonales, muchas involuntarias. Yo creo que tenemos que mirar cómo es la sociedad en la que vivimos, saber cuánta gente mayor vamos a tener es bastante fácil de prever, tenemos que replantearnos el tema de las fronteras, de las migraciones y de los refugiados. Si realmente el problema es el número de personas podríamos abrir las fronteras, si el problema es cuantitativo hay una solución fácil...

¿Debemos seguir hablando de reemplazo generacional?

-Depende de en qué términos estemos hablando, si es de los años de vida que reemplazamos o si hablamos de consumo, porque si es así hay una contradicción, ya que por un lado estamos diciendo que queremos más gente y por otro que queremos reducir la huella ecológica en un lugar donde ya es muy alta.