Gonzalo Nardiz, el primer consejero de Agricultura de Euskadi
El Gobierno vasco acaba de editar la biografía de quien fuera miembro del Ejecutivo vasco entre 1936 y 1979
Durante las próximas fechas recordaremos el 80º aniversario de la entrada en Bilbao de las tropas franquistas y la salida del primer Gobierno vasco hacia el exilio, del cual no regresaría hasta pasados 42 años, cuando Leizaola pasó el testigo simbólico al Consejo General Vasco que pronto se transformaría en Gobierno autonómico. Sin embargo, poco tiempo antes de que Leizaola regresara a Euskadi en loor de multitudes, cruzó la frontera el único de los consejeros de aquel primer Ejecutivo vasco que, junto a él, había permanecido en su cargo desde el 7 de octubre de 1936. Hablamos de Gonzalo Nardiz Bengoetxea, el primer consejero de Agricultura del Gobierno vasco, sobre el que el Ejecutivo autonómico acaba de editar su biografía.
Gonzalo Nardiz nació en Bermeo el 25 de noviembre de 1905 en el seno de una familia nacionalista acomodada pues su padre, Gregorio, concejal del PNV en el Ayuntamiento de Bermeo entre 1911 y 1915, era dueño de una empresa de transporte naval que le había reportado abundantes beneficios. Gonzalo estaba destinado a hacerse cargo del negocio familiar; sin embargo, la política se cruzó en su camino y este quedó en manos de su madre.
Su introducción en la vida política vino de la mano de algunos amigos del pueblo con los que comentaba lecturas y compartía preocupaciones sociales, viendo al PNV como un partido antiguo. De esta forma, con una ideología nacionalista impregnada de perspectiva social, Gonzalo Nardiz se adhirió a Acción Nacionalista Vasca (ANV), partido fundado el 30 de noviembre de 1930 con un horizonte autonomista dentro de un régimen democrático y republicano en España.
Gonzalo Nardiz fue elegido concejal del Ayuntamiento de Bermeo en 1931 representando al Bloque Antimonárquico. Dentro de un clima de crispación política extrema en el pueblo entre el PNV y las fuerzas prorrepublicanas, Nardiz era un concejal bien visto por la mayoría jeltzale.
Uno de los hitos destacados de la vida política de Nardiz durante la II República fue su papel como gestor de la Diputación de Bizkaia en el segundo bienio republicano. Formó parte de la Comisión de los 18, una delegación integrada por representantes de las comisiones gestoras y de los ayuntamientos vascos para preparar el referéndum y presentar el Estatuto en las Cortes. Tras la aprobación del texto estatutario en plebiscito, Nardiz y sus compañeros de comisión viajaron a Madrid a entregar el Estatuto en el Parlamento.
Tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, Gonzalo Nardiz se puso inmediatamente manos a la obra a defender la legalidad republicana en Bizkaia, participando tanto en la Comisaría General de Defensa de la República como en la posterior Junta de Defensa, siendo en ambos casos el encargado de ocuparse del abastecimiento de las tropas dentro del Departamento de guerra que encabezaba el socialista Paulino Gómez Saiz.
Una vez que se aprobó el Estatuto de Autonomía en Cortes, el lehendakari José Antonio Aguirre nombró a Gonzalo Nardiz consejero de Agricultura del primer Gobierno vasco. Su Departamento se instaló en el Palacio Zabalburu y tuvo como objetivo inmediato conservar y proteger el patrimonio agrícola, ganadero y forestal, que estaba en peligro por la falta de mano de obra en el campo en tiempo de guerra y por las necesidades tanto del ejército como de la población civil.
Entre Baiona y barcelona Tras la caída de Bilbao, Nardiz acompañó al lehendakari y al resto de consejeros a Trucíos y de allí a Santander. Con los franquistas en la puerta de la ciudad, el lehendakari y su gobierno no tuvieron más remedio que salir en dirección a Iparralde. Sin embargo, no sería la última vez que Nardiz pisara suelo cántabro, puesto que con motivo de la reunión de tropas vascas en torno a Santoña y Laredo, fue enviado junto a Leizaola hasta Santoña para ver cómo se podía sacar al ejército vasco de allí.
Durante los siguientes meses, Gonzalo Nardiz vivió a caballo entre Baiona, donde tenía su residencia fijada, y Barcelona, donde estaba instalado el Gobierno vasco, pero donde su cartera no podía desarrollar ninguna competencia, aunque su figura tenía mucho peso político. Durante ese tiempo, Nardiz estuvo dedicado en Francia a la creación de refugios agrícolas en el sur del país galo, la única actividad que, directamente relacionada con su consejería, realizó en esta primera parte de su exilio. Se trataba de alquilar propiedades en las que los refugiados vascos trabajarían en el campo agrícola y ganadero para autoabastecerse y poder enviar el excedente a otros refugios del Gobierno vasco. Sin embargo, después de varios estudios, el proyecto se desechó por problemas económicos fundamentalmente.
Tras la caída de Catalunya, el Gobierno vasco se instaló en París. Nardiz fue encargado por el lehendakari para presidir una Ponencia Interdepartamental cuya función fue la de estudiar el problema de la formación de un censo de responsables a los cuales alcanzaría la ayuda del Gobierno. Nardiz se quedó en París hasta pocos días antes de la entrada de los nazis en la capital francesa. Con los alemanes a las puertas de París, Nardiz y su esposa, Mercedes Iriondo, consiguieron coger un tren que les llevó a Burdeos, zona donde se habían concentrado otros miembros del Gobierno vasco.
De Burdeos el grupo viajó a Marsella, a la denominada zona libre, con la esperanza de poder salir cuanto antes hacia América. Estando en Marsella, sin embargo, Nardiz fue detenido por la Policía y enrolado en una compañía de trabajadores donde estuvo un año, con el peligro de que fuera enviado a un campo de concentración nazi. Finalmente, gracias a las gestiones realizadas por el cónsul de Venezuela, y el esfuerzo de Leizaola, pudo ser liberado.
El 14 de abril de 1942, los consejeros Nardiz, Toyos y Aznar, sus familias y otras personalidades vascas, consiguieron salir de Marsella hacia Casablanca, donde embarcaron en el buque Nyassa, que les llevó a México. En el país azteca, Nardiz se instaló en casa de unos familiares de su esposa y tomó parte en diversas actividades del exilio vasco. Se encargó de la edición del periódico Euzko Deya, participó en iniciativas culturales, en la vida de ANV y en los actos llevados a cabo por la Delegación Vasca de México, dirigida por Monzón.
Tras la muerte de Aguirre A comienzos de 1945, la necesidad de que el Gobierno vasco se presentase preparado y legitimado institucionalmente ante el inminente desenlace de la Segunda Guerra Mundial, que podría traer el fin del régimen franquista, hizo que el lehendakari se viera en la obligación de convocar a su gabinete en Nueva York, reuniones a las que asistió Nardiz junto al resto de miembros del Gobierno que estaban en América.
En 1946, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, y según lo acordado en Nueva York, los consejeros residentes en México abandonaron el país en dirección a Francia. Nardiz, tras pasar por París, se instaló en Iparralde con su esposa, donde nacería su hijo, José Luis. Su vida consistía en ir todos los días a la delegación del Gobierno vasco en Baiona a evacuar asuntos de despacho, a la vez que mantenía correspondencia y reuniones con diversas personalidades de la oposición antifranquista tanto del exilio como del interior. Además, durante este tiempo que media desde su llegada a Francia hasta la muerte de Aguirre, Nardiz se ocupó de la organización del Congreso Mundial Vasco de 1956.
El fallecimiento del lehendakari Aguirre supuso para Nardiz una catástrofe, tanto colectiva como personal. En ese momento, Gonzalo jugó un papel clave en la continuidad del Gobierno vasco y en la elección de Leizaola como nuevo presidente del Ejecutivo vasco.
Ya antes de la muerte de Aguirre, en marzo de 1959, Nardiz había sido nombrado delegado del Gobierno en Baiona, puesto que desempeñaría hasta los años 70. Gonzalo Nardiz, desde su posición como representante del Ejecutivo vasco en la capital labortana, vivió de cerca todos los cambios que se sucedieron en las décadas de los 60 y 70, reuniéndose también en este período con personas y colectivos de diferente signo político.
Por otra parte, hay que destacar la figura de Gonzalo Nardiz como presidente del Consejo Vasco por la Federación Europea, órgano fundado en 1951. Como tal, acudió a las reuniones del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo y a los Congresos del Movimiento Europeo, resaltando su presencia, en 1962, en el Congreso de Múnich, el denominado por el franquismo como Contubernio de Múnich, al que asistieron dirigentes políticos antifranquistas tanto del exilio como del interior.
Tras la muerte de Franco, ANV llegó como un partido débil y mal preparado para afrontar los retos políticos y electorales que tenía por delante. El Gobierno vasco en el exilio, en el que se encontraba Nardiz, se mantuvo en su puesto velando por la legitimidad y la lealtad a la causa vasca, no regresando a Euskadi hasta que pudiera pasar el testigo a un nuevo Gobierno vasco elegido democráticamente.
Gonzalo Nardiz volvió a Euskadi, por primera vez tras 42 años de exilio, en mayo de 1979, seis meses antes de que lo hiciera el lehendakari Leizaola de forma oficial, convencido de que el proceso estatutario no tenía ya marcha atrás y con una ANV que se desangraba internamente. A partir de entonces, Gonzalo Nardiz, consumada ya su misión de haber mantenido el Gobierno vasco en el exilio y poder entregar el relevo a un nuevo Ejecutivo autonómico, abandonó la política y pasó a vivir en el anonimato.
Gonzalo Nardiz falleció en Bilbao el 25 de octubre de 2003. A su funeral, celebrado en la iglesia de Santa María de Bermeo, acudió el Gobierno vasco en pleno. Sus restos reposan, junto a los de su padre, en el cementerio de su villa natal. Sirva este artículo para recuperar y dar a conocer la memoria de uno de los padres fundadores del autogobierno vasco.
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