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El ‘caso Samsung’ y la competencia por la innovación digital

El ‘caso Samsung’ y la competencia por la innovación digitalFoto: DEIA

UIZÁS hayan cogido un avión recientemente. Entre las medidas de seguridad antes del despegue, habrán podido escuchar una alerta para aquellos pasajeros que tuvieran una Samsung Galaxy Note 7. No se puede entrar al avión con dicho dispositivo móvil por los riesgos que entraña para la seguridad del vuelo. Y muchos se preguntan; ¿cómo puede una marca tan reputada como Samsung generar estos problemas?

A comienzos de este 2016, en el sector de la telefonía móvil, comenzaron a correr rumores sobre la nueva versión del iPhone. Se rumoreaba que no iba a incorporar cambios importantes, ni funcionalidades realmente innovadoras. Samsung, su gran rival, pensó entonces en pasar al ataque. Su nuevo gran dispositivo, la Samsung Galaxy Note 7, tenía que aportar esa novedad que el iPhone no iba a conseguir. Samsung comenzó a apretar a los proveedores, tanto en plazos como en funcionalidades. Una pantalla de mayor resolución, un mecanismo de seguridad basado en el reconocimiento del iris, y una batería más grande, con una mayor velocidad de carga, destacaban entre ellas.

Los ingenieros y diseñadores de la nueva batería no se percataron a tiempo que el nuevo diseño no cabía en el espacio habilitado para ello. La carcasa exterior del móvil podría generar cortocircuitos. En Agosto, salió la Galaxy Note 7 al mercado. Pocos días después, comenzaron a circular por Internet vídeos en los que la batería explotaba o ardía. A finales de mes, los vídeos se reproducen a gran velocidad. Hasta que el 2 de Septiembre, Samsung anunciaba en Seúl que reemplazaría los 2.5 millones de dispositivos vendidos hasta la fecha. 1.340 millones de dólares de coste por la retirada.

Las baterías de litio llevan con nosotros desde 1991, cuando Sony las introdujo. Desde entonces, han sido numerosas las evoluciones para hacer más estable dicho metal. Apple tuvo que afrontar una situación similar a la de Samsung hace ahora diez años por un problema en sus portátiles PowerBook. Por eso llevar hasta el límite un componente tan sensible, es algo que rara vez se hace. Pero Samsung lo intentó. Estamos viviendo una época de rendimientos acelerados (todo va “demasiado rápido”), donde la diferencia, ya ven, puede estar en un pequeño componente.

En esta era digital, para competir, hay que innovar constantemente. Y más si tu competidor directo es Apple. Samsung, el icono de la Corea del Sur innovadora reconstruida con muchas políticas industriales desde el final de la guerra de las dos coreas, se enfrenta ahora aúna crisis de reputación y producto sin precedente.

A todo esto, Samsung debe sumar un problema de liderazgo. Lee Kun-Hee, presidente de Samsung, lleva más de dos años en coma tras un infarto al corazón. Su hijo, de manera interina (sí, durante dos años), lleva como puede las riendas. La cultura coreana no entrega la autoridad mientras el padre siga en vida. La tardía reacción de Samsung, y la mala gestión en las devoluciones que está realizando, puede tener parte de su explicación en la falta de liderazgo claro. Los continuos cambios en las especificaciones son el síntoma de una falta de estrategia clara.

Samsung hace unos días anunciaba la retirada del mercado de su producto estrella. Algunas unidades incluidas en las devoluciones, también estaban dañadas. Para un país como Corea del Sur, que hizo su apuesta por la tecnología avanzada como base de su economía, un problema de país. Samsung, un grupo de empresas gigantesco y bien diversificado, no tendrá problemas en recuperarse (pese a haber reducido un tercio su previsión de beneficios). Pero para un país que culturalmente vive muy de cerca la reputación de sus empresas, un golpe muy duro. Apostar por tecnologías avanzadas no es fácil. El margen de fallo es pequeño.

Hay veces que los productos aburridos también funcionan. Pasarte de innovador, es arriesgado. Y es que en esta era digital, competir, es complicado.