UNA pareja portuguesa se difumina en la marea de turistas. El verano convierte la capital guipuzcoana en un remolino de viajeros, uniformados con mochilas, gorras y mejillas enrojecidas. Los dos portugueses posan sus maletas en el suelo y despliegan un mapa para intentar decidir hacia dónde guiar sus pasos. No buscan un hotel, ni un hostal. Se alojarán en una casa particular, en la de Xarli. Y, aunque no le pagarán nada a este donostiarra, su anfitrión sacará un interesante beneficio.

Este episodio, vivido esta misma semana, es posible gracias a uno de los grandes fenómenos que está sufriendo el sector de los viajes: el turismo colaborativo. Hace varios años que el negocio de las agencias de viajes ha disminuido por culpa de las nuevas tecnologías. Los buscadores de Internet ofrecen la posibilidad de comprar vuelos de avión y hacer reservas hoteleras desde casa, sin necesidad de intermediarios. Pero en los últimos tiempos el negocio ha evolucionado y han nacido otros portales que permiten a particulares poner en el mercado, a disposición de los turistas, sus propias casas o habitaciones. La crisis económica ha hecho que muchas familias intenten rascar un puñado de euros con esta actividad, pero ahora una nueva plataforma elimina el dinero de la ecuación. Se trata de NightSwapping, una start-up francesa fundada en 2013 por Serge Duriavig. Raúl Sánchez, su responsable de Comunicación en España, explica su funcionamiento básico: “Te inscribes como alguien que quiere alojar personas en su casa, o como alguien que quiere viajar y que por el momento no quiere o no puede alojar. En el caso de que te inscribas como alguien que aloja, ganas el número de noches que las personas se alojan en tu casa. Con esas noches que acumulas puedes viajar a donde quieras, no tiene que ser a la casa de la persona que se ha alojado antes en tu casa. No hay reciprocidad”. En este proceso solo entra en juego una única cuota de 9,90 euros: “No importa el número de días que viajas, ni las personas que viajan contigo. Siempre se paga esa cantidad”. Este pago es el que se cobra la plataforma por la gestión e incluye un seguro para cubrir cualquier tipo de incidente que afecte tanto al anfitrión como al huésped.

¿Qué puede llevar a alguien a abrir las puertas de su casa a un desconocido de manera gratuita? Raúl Sánchez explica que una de las ventajas que ven los usuarios de esta web sí que responde a razones económicas: “Es una manera mucho más económica de viajar. Es complicado buscar un alojamiento por 9,90 euros. No lo puedes hacer en un hotel, en un hostal, ni en ninguna otra plataforma. También hay gente que lo que quiere es compartir, que prefiere sentir que comparte algo antes que sentir que gana dinero”. Mientras en otras plataformas prima más el ganar dinero, aquí toma más relevancia sentir que unos desconocidos comparten con uno la pasión de viajar: “Lo que más influye es el hacer un viaje distinto, en el que puedas ver cómo vive la gente del lugar que visitas. Es más auténtico y ves mejor las costumbres”.

viajar sin hacer de anfitrión En NightSwapping posibilitan la reserva de viajes a personas que no quieren o no pueden ofrecer su casa como contraprestación. En esos casos el pago sí se realiza con dinero (entre 7 y 49 euros), pero ni un solo euro llegará al anfitrión que le aloje en su casa. “Da igual el número de noches que vayas a hacer y el número de personas que viajen”, explica Raúl Sánchez, “lo que va influir en el precio es el tipo de alojamiento. Si tú no alojas a nadie y quieres ir a París, seguramente pagarás 49 euros. Pero si quieres ir a un pueblo de Valencia, por ejemplo, puede que solo pagues 7 euros. Dependerá de la ciudad, de si es más o menos turística o de si vas a alojarte en una habitación de invitados o en una casa entera”.

El turismo colaborativo requiere de un ingrediente especial, la confianza. Es, tal vez, la mayor barrera a superar en un entorno, el virtual, donde proliferan las estafas y engaños. En este caso, al no fluir el dinero entre los usuarios, la plataforma presume de no haber registrado incidentes de ningún tipo. “No suele haber problemas porque antes de que una persona vaya a tu casa suele estar en contacto contigo”, relata el responsable de NightSwapping, “si tienes la confianza como para dejar a alguien entrar en tu casa, se supone que eres una persona bastante abierta y no eres alguien quisquilloso. De hecho, nunca hemos tenido que utilizar el seguro contratado para los imprevistos”.

A lo largo de este año algunas ciudades, como Barcelona, han comenzado a perseguir y sancionar los pisos turísticos. En este caso, Raúl Sánchez explica que este tipo de normativas no afecta a los usuarios de NightSwapping: “No nos afecta porque quien aloja no gana dinero y no entramos dentro de esa regulación. Eso sí, los ayuntamientos y comunidades autónomas pueden cambiar las normas y meternos dentro del saco. Pero a día de hoy no ha llegado ninguna sanción de ningún tipo. No somos AirBNB, donde hay millones de usuarios porque ganan dinero. Lo nuestro es algo más minoritario, donde prima compartir. Como no prima el ganar dinero, el foco no está puesto sobre nosotros. Estas medidas municipales luchan contra otras plataformas que le quitan parte del pastel a los hoteles”.

para muestra, un botón Esta plataforma de turismo colaborativo lleva un ritmo creciente en cuanto a usuarios. La mayor parte de sus inscritos están en Francia, Italia y España. En total suma más de 160.000 usuarios, 30.000 de ellos en el Estado español. Euskadi cuenta con cerca de 800 miembros, la mayoría concentrados en Bilbao, Donostia y Gasteiz.

Carlos Ibáñez, Xarli, es un donostiarra de 37 años que oferta su casa en NightSwapping desde hace un año, pero a su morada hace tiempo que llegan viajeros de todo el mundo. “Ya había hospedado a gente en mi casa”, explica la víspera de recibir a una pareja portuguesa, “lo de esta web me pareció diferente, ya que con otras plataformas tenía el problema de que había que declarar el dinero que ganaba alquilando una habitación. Aquí me encontré que, en lugar de dinero, podía ganar noches para ir de viaje”.

Normalmente Xarli cede una habitación de su casa, pero también ofrece la posibilidad de prestarla entera y abandonar él su vivienda durante la visita. Asegura que hace tiempo que superó el miedo a recibir desconocidos en su hogar: “No me da reparo porque lo he hecho toda la vida. No es ningún problema. Estoy acostumbrado a alojar a gente desde muchas plataformas”.

En un solo año que lleva dado de alta en NightSwapping ha recibido huéspedes en quince ocasiones. Dice que ha sido “una experiencia muy buena” que le ha permitido disfrutar con gente “muy simpática”. Eso sí, percibe que los viajeros no terminan de tener claro cómo funciona la plataforma y tiene que informarles debidamente: “Hay veces en las que tienes la sensación de que eres un asesor de NightSwapping”. Xarli disfruta con esta iniciativa y celebra no haber tenido nunca ningún problema. Es más, confiesa que estaría dispuesto a hacer actividades con los turistas que aloja: “Yo les asesoro a la hora de visitar cosas. Suele ser turismo de parejas y suelen ir a su bola”.

A base de ofrecer su casa, Xarli se ha ganado el poder disfrutar de la otra cara de la moneda. Relata que ya ha gastado parte de las noches acumuladas en un viaje a París: “Es una plataforma que está todavía un poco verde y cuesta un poco buscar un alojamiento que se amolde a lo que estás buscando. Pero estuve muy a gusto. No conseguí lo que yo quería, pero estuve en un apartamento entero con dos habitaciones muy bonito y con muy buenas vistas. Me costó más de lo que me esperaba, pero la experiencia fue muy buena”. Ahora planea visitar Escocia: “Tengo acumuladas unas 20 o 30 noches, por lo que podré ir a varios sitios pagando solo una cuota. Eso está muy bien porque es igual reservar un día que veinte días”.

A los que no terminan de decidirse, Xarli recomienda atreverse a abrir las puertas de sus casas: “Somos gente que conoce la ciudad y que estamos interesados en viajar, por lo que conocemos las cosas más útiles e interesantes para los turistas. Es una manera de viajar más personal, ya que estás en la casa de una persona. Pero tiene la diferencia de que no estás pagando con dinero. Es compartir. Es algo que recomiendo”.