Washington - La aprobación en Estados Unidos de la comercialización de la llamada viagra femenina ha sido muy celebrada por las organizaciones feministas, aunque genera desconfianza entre parte de la comunidad médica. Tras varios meses de intenso debate, el pasado martes la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) dio su brazo a torcer y aceptó que la farmacéutica Sprout Pharmaceuticals ponga a la venta a partir del 17 de octubre la flibanserina, bajo el nombre comercial de Addyi. Inmediatamente, asociaciones feministas como la Organización Nacional para las Mujeres (NOW) aplaudieron la decisión y su presidenta, Terry O’Neill, celebró que la FDA hubiese hecho “lo correcto” al aprobar el primer tratamiento médico para “la queja sexual más habitual de las mujeres”.

“Las mujeres -no menos que los hombres- merecen tener experiencias sexuales satisfactorias y relaciones íntimas gratificantes”, indicó O’Neill. Las feministas de EE.UU., con NOW al frente, habían acusado a la FDA de estar sometiendo a mayores escrutinios a la flibanserina que a los medicamentos diseñados para incrementar la libido masculina, como Viagra y Cialis.

Esta viagra femenina modifica tres sustancias químicas claves para el cerebro, aumentando la dopamina y la norepinefrina y disminuyendo la serotonina, lo que hace incrementar el libido en las mujeres y su deseo sexual. El medicamento está pensado para ser administrado diariamente a mujeres premenopáusicas que sufran un desorden de anorexia sexual, es decir, la pérdida repentina de cualquier deseo de practicar sexo.

La perspectiva médica Sin embargo, en la comunidad científica la aprobación del fármaco no ha sido tan bien recibida como entre los colectivos feministas, y son numerosos los médicos y farmacólogos que ponen en duda no ya sólo los efectos del medicamento, sino la propia naturaleza del supuesto desorden sexual. “No existe una norma establecida científicamente para la actividad y deseos sexuales y no hay pruebas de que el desorden de deseo sexual hipoactivo (al que va dirigido Addyi) sea una condición médica”, explica a Efe la profesora asociada de Farmacología de la Universidad de Georgetown Adriane Fugh-Berman. “El desorden de deseo sexual hipoactivo es un típico ejemplo de un problema que fue patrocinado por la industria para preparar el mercado para un tratamiento específico”, remachó la doctora.