Síguenos en redes sociales:

Dani Cetrá: “Es poco factible que el Gobierno español vete la entrada de Escocia en la Unión Europea”

El investigador asegura que Europa vería con “sorpresa y preocupación” un veto español y cree que “se exagera” el efecto del sí en el caso vasco y catalán.

Dani Cetrá: “Es poco factible que el Gobierno español vete la entrada de Escocia en la Unión Europea”

Esta misma semana, el ministro principal, Alex Salmond, señalaba que “los ojos del mundo” estas fijos en Escocia. Sin duda, el movimiento que desembocará en el referéndum de independencia del jueves es un hecho inédito en la política europea. El Scottish Centre on Constitutional Change (SCCC, Centro Escocés del Cambio Constitucional) se creó en el año 2013 como organización para investigar las implicaciones políticas que la consulta puede tener. Uno de sus es Dani Cetrà (Barcelona, 1988). Afincado en Escocia desde hace cuatro años, califica como “único” el momento que se vive en la isla aunque insiste en que “se ha exagerado” el efecto que pueda tener en los estados con movimientos nacionalistas. Además, asegura que “es poco probable” que el Gobierno español vete una entrada escocesa en la Unión Europea y señala que la campaña Better Together (Mejor Juntos) “no ha sabido vender el mensaje unionista”.

¿Diría usted que esta ha sido una campaña entre nacionalismos?

-No. El nacionalismo no ha jugado un papel importante en Escocia. El proceso se ha centrado más en el eje territorial e ideológico, siendo más una confrontación entre izquierda y derecha. Los temas tratados han sido mucho más pragmáticos, centrados la economía y muy poco en la política como tal.

¿Qué supone para la política internacional que Escocia celebre un referéndum de independencia?

-Es un hecho excepcional. Que un gobierno central, como el británico, acuerde un proceso de separación con una parte de su territorio es algo único en Europa. Es muy importante a nivel político.

Muchos claman que podría ser un ejemplo a seguir. ¿Está de acuerdo?

-Más que un ejemplo podría ser un precedente, pero siempre será visto como algo excepcional. Creo que se exagera mucho el resultado que pueda tener la consulta porque, sea cual sea el resultado, está claro que el Gobierno español, por ejemplo, no cambiará su postura hacia Euskadi o Catalunya. Para los estados será una anomalía política aunque las naciones sin estado lo tomarán, sin duda, como referente.

¿Afectaría de alguna manera entonces a los casos vasco y catalán?

-Animará a los ya convencidos, pero no cambiará la opinión pública al respecto. Por ejemplo, en los nacionalismos del estado español existe el agravio político, es decir, que no se pueda realizar el referéndum porque va en contra de la ley. Eso no ocurre en Escocia, por lo que el caso es muy distinto en ese sentido. Además, lo que está claro es que en ningún caso condicionará las estrategias de los distintos bandos.

Sin embargo, sí que tendrá un efecto en el resto de Reino Unido. ¿Cuál cree usted que puede ser?

-Personalmente, no creo que en Gales o Irlanda del Norte vaya a afectar directamente. Por el contrario, influirá, y lo está haciendo ya, en Inglaterra. Parte de la elite inglesa querrá revisar su autogobierno que, paradójicamente, convierte a Inglaterra en la única nación británica sin gobierno propio. Si Escocia se independiza, habrá problemas prácticos, como qué hacer con los parlamentarios de Westminster elegidos por circunscripciones escocesas. Los ingleses aprovecharán este momento para intentar reconfigurar su presencia desde dentro del mismo Reino Unido y, de hecho, los datos indican que la identidad nacional inglesa ha aumentado durante esta campaña.

¿En qué posición dejaría la independencia al actual primer ministro británico, David Cameron?

-Muchos aseguran que se vería obligado a dimitir aunque yo tengo mis dudas. Hay unas elecciones generales el año que viene y prescindir de Cameron supone que los conservadores deberían buscar un líder prácticamente sin tiempo. Además, él no se ha involucrado en la campaña personalmente. Por lo tanto, la idea de mantener la estabilidad con alguien ya conocido puede ayudarle a conservar su puesto incluso en el caso de una separación escocesa.

En cualquier caso, de momento, la mayoría de encuestas señalan como ganador al no. ¿Cree que su uso se ha instrumentalizado durante la campaña?

-Yo no diría que ha habido una manipulación de las encuestas pero sí que hay un efecto y, obviamente, hay gente que sabe cómo utilizarlo. Son un método para reflejar la opinión pero también para impulsarla y, de hecho, se ve en las estrategias de las campañas. Ha quedado claro con la actitud de los unionistas al proponer un calendario de ampliación de poderes, aunque Better Together (Mejor Juntos) parece que ha tenido problemas para presentar una oferta como Reino Unido y no como partidos separados.

Precisamente, la campaña unionista ha sido muy criticada por su negativismo.

-Efectivamente. No ha sabido vender el mensaje unionista y eso ha hecho que muchos indecisos apoyaran la independencia. Creo que ha tomado malas decisiones estratégicas. Comenzó bien, con el mensaje positivo de que se podía tener “lo mejor de ambos mundos”. Sin embargo, hubo un cambio hacia un discurso centrado más en los riesgos y la incertidumbre y, además, cuesta más vender algo con más ilusión cuando ya existe.

¿Podría impulsar el voto a favor de la separación el anuncio de un referéndum en 2017 para que el Reino Unido deje la Unión Europea?

-Creo que se exagera. Es cierto que las elites políticas escocesas son más europeístas que en Westminster pero, en la calle, los ciudadanos lo son solo un poco más. Por ejemplo, el ciudadano medio del norte de Inglaterra es favorable a la Unión Europea y de izquierdas, muy al contrario que al sur.

En cualquier caso, ¿entraría Escocia a formar parte de la UE cuando se independice, en marzo del 2016?

-Para empezar, esa fecha no está nada clara. Es la que propusieron los nacionalistas pero el gobierno británico no tiene porqué seguirla. Se comprometió a actuar de “buena voluntad” pero no a cumplir un calendario concreto. De todas formas, hay un consenso entre los académicos en el que se cree que se formará un paraguas temporal para que Escocia siga gozando de las condiciones de ser estado miembro aunque no lo sea como tal. Es decir, predominaría la voluntad política.

¿Qué me dice de la voluntad política de España? ¿Vetaría la entrada de Escocia?

-En teoría podría, porque es su derecho como estado miembro. Sin embargo, es poco factible que lo haga porque estaría negándose a algo que incluso el Gobierno británico acepta. En este caso, el Gobierno español haría de la necesidad virtud y aprovecharía para señalar que son casos distintos porque Westminster ha consensuado el referéndum. De hecho, el resto de países vería con preocupación y sorpresa un veto español aunque, ya digo, no es probable porque tiene poco sentido. Aunque, eso sí, podría poner trabas administrativas para dilatar la entrada de Escocia en Europa.