LEIOA. Hubo quien escribió: "Entre tantos exiliados he aprendido a tener una familia". Fue el caso, también, de Maite Uzkanga. La vizcaina tuvo familias divididas en un corazón caliente y por un océano como es el frío Atlántico. La evacuada en su día a Venezuela, falleció en Euskadi el pasado 21 de noviembre en Leioa. Era esposa de Sabin Sorozabal y madre de Itxaro y Ainara Sorozabal Uzkanga. Asimismo, hermana de Begoña Uzkanga, casada con José Antonio Elguezabal, socios ambos de Eusko Etxea de Caracas. Tenía 84 años.
Maite y Sabin fueron hijos, ambos, de represaliados políticos que emigraron a Venezuela tras la Guerra Civil. Viajaron los padres de Maite con ocho hijos (Antón, Maite, Arantza, José Mari, Sorne, Arantza, Begoña y Xabier). De todo ellos, solo vive, en Caracas, Begoña Uzkanga de Elgezabal, quien lamenta a DEIA la pérdida de "mi querida hermana", comunica Bego.
Sabin, soltero, allí conoció a Maite, amor que acabaría forjándose en matrimonio. El abuelo materno de la fallecida fue el último alcalde de Begoña. Recordemos que el 15 de junio de 1300 se fundó la villa de Bilbao en una porción de tierra junto al río Ibaizabal, terrenos que hasta entonces habían pertenecido a Begoña. Fue más adelante cuando Bilbao creció en población, poder económico y político y, en 1925, acabó anexionando la anteiglesia de Begoña.
El alcalde de Begoña, el Señor Guisasola, como le cita la familia, aitite de Maite, fue dueño del frontón Zabalbide de donde salió la saga de palistas Begoñés I, II, III y IV, sus hijos, y V, VI y VII sus nietos, primos de la fallecida. Los Begoñeses han pasado a los anales de la historia los primeros palistas propia y exclusivamente dedicados como profesionales a esta actividad. Maite fue, además, familiar del conocido comercio Guisasola Sport de Bilbao. En la misma casa del frontón Zabalbide daba servicio a la ciudadanía la farmacia del padre de Maite, José Máría Uzkanga San Sebastián.
empeño por el euskera Abertzales y profundos euskaltzales, Maite y Sabin aprendieron euskera y llevaron más allá su empeño para enseñar la lengua madre vasca a otras personas en el Centro Vasco de Caracas (Ikastola Euzkadi-Venezuela) durante una década, desde mediados de los años 60 del siglo pasado. Fueron más de cien los niños y niñas que aprendían y estudiaban en euskera, que despertaban el día cantando los himnos de Venezuela y Euskadi. Maite y Sabin estuvieron presentes en todas las iniciativas a favor del euskera, en Caracas, y en Getxo. Y, también, a favor de la música coral. El matrimonio traducía al euskera canciones conocidas de cuentos como La Cenicienta. "Las traducían con su música original", apostilla Begoña.
Fueron miembros del coro Biotz Alai de Algorta, agrupación presente en el funeral por Maite en la iglesia de San Ignacio de Getxo que el día del funeral estuvo "abarrotada de gente", según confirma el periodista José Félix Azurmendi. "El Aita gurea, especialmente sentido, emotivo", agrega. El 80% de la misa y los cantos fue en euskera. En esta iglesia se ofició meses atrás también el funeral a Joseba Aguirre, hijo del lehendaki Aguirre. Maite y Sabin, según se consideraban, fueron practicantes católicos sólidos y profundos.
Ambos fueron miembros activos, como el resto de la familia, de la colectividad vasca de Venezuela. Sabin Sorozabal era, además, la batuta de un ochote en Caracas. Era también el que dirigía al pueblo en la misa mensual del Centro Vasco de El Paraíso.
"Yo puedo decir lo mucho que mi izeko hizo por todos en nuestra familia y lo generosa y bella persona que fue. Sé que colaboró mucho con la ikastola", aporta con generosidad Katalin. La hermana de la finada, Begoña, matiza que "efectivamente, no es que trabajó en la ikastola es que le dedicó buena parte de su vida. También fue tan amante del euskera que estudió y aprendió, de mayor, en Euskadi habiéndose graduado como profesora y al regresar de Caracas se dedicó a impartir clases en una ikastola cuyo nombre no recuerdo".
Maite, en la ikastola, formó un coro de alumnos, "labor a la que cuando mis hijas se incorporaron a la ikastola, yo contribuí musicalmente", agrega Begoña.
Su regreso tras el exilio se produjo tras la muerte del dictador Franco, en lo que se vino a denominar Transición, periodo inacabado según algunas voces. El pasado día 1, la Eusko Etxea de Caracas recordó a sus compañeros fallecidos en noviembre Maite Uzkanga de Sorozabal, Mariló Bilbao y Koldo Meabe.