bilbao. Tarde, el cantante Josh Rouse acude tarde a la capital de Bizkaia. Gustosamente hubiera ido Javi a verle actuar el próximo día 22. Lo más seguro que el de Errekaldeberri ya le visitó al songwritter yanqui en concierto en arribadas anteriores de este. Javier Bilbao, uno de los socios del bar Trapi, el del local de tragos y música on the rocks de la calle Antonio Gaztañeta, 4, en el vericueto de La Casilla. El también guitarrista falleció el pasado 7 de julio, una cornada de corazón le ganó el pulso vital en la estafeta de la vida. Bilbao lamentó su pérdida, la de sus 53 ya siempre jóvenes calendarios, y aún pasado más de un mes, por aquello de las semanas estivales y vacacionales para algunas personas, aún hay quien desconoce que ha fallecido. Belén Mijangos, Johnny Power Records, Aiora Renteria, Juankar Muga, Piti Imaz o Pablo Cabeza le dedican palabras sentidas y de reconocido tributo.
La enérgica movida musical y hostelera más underground de la época en la ciudad conoció y disfrutó de la oferta del bar Trapi, local que para algunos pasó desapercibido por su ubicación, sin letrero hasta pocos meses atrás, fundado en 1980 junto a su socio Jesús. Fue un lugar entonces que quienes lo frecuentaron lo denominan pionero, único, especial. Y Javi, otro tanto de lo mismo.
Quien fuera directora de la revista musical El Tubo, Belén Mijangos, lamenta la pérdida del hostelero. "Fue uno de los tíos con mejor música de Bilbao en su bar. Era de la vieja escuela, todo un encanto como persona. Era un bar de los de culto, por el que pasaban todos los rockeros de la ciudad", analiza.
melómano Javi era melómano. Un gran comprador de discos en las tiendas especializadas de Power Records, Universal, Long Play... Johnny de Power Records era uno de sus vendedores de material discográfico. "Tenía una selección de discos hecha con criterio. Cualquier disco que tuviera en su bar era por un interés, no estaba allí sin más ni más. Poseía una colección importantísima. Era un hombre de gustos terriblemente eclécticos, una esponja que absorbía influencias muy dispares. Lo mismo sabía degustar jazz de vanguardia que hard rock", apunta el encargado de Power Records.
Aiora Renteria y Piti Imaz, cantante y guitarrista del grupo de rock de Errekalde Zea Mays, también lamentan la pérdida del hostelero y cuentan con una anécdota, a modo ya de homenaje escrito en uno de sus discos. "Fue un gran golpe para nosotros enterarnos de la noticia. Todavía no llegamos a asimilarlo muy bien. Son muchos los años en que hemos ido al Trapi y no había día que no preguntábamos a ver qué banda estaba sonando. Hemos descubierto grandes grupos gracias a su amabilidad", le corresponden Piti y Aiora. A continuación evocan cómo en el primer disco de Zea Mays, "Javi aparece en la lista de agradecimientos. Nos encontrábamos en muchos conciertos bastantes singulares que igual había tan solo veinte personas y con un simple giño de ojo te mostraba su afecto como diciendo que sabía que tú no ibas a faltar. ¡Ha sido una gran pena! Queremos enviar un gran abrazo a toda la gente del Trapi", subrayan.
Otro bar referente en Bilbao como el local de Javi y Jesús es el Muga del casco viejo. Desde allí, Juankar Bilbao asegura que hay "pocos bares y camareros que puedan decir que son un punto de contacto con una ciudad. Por mucho tiempo que te alejaras de Bilbao y por muy lejos que te fueras, a la vuelta te encontrabas en el Trapi como si hubieras estado ayer. Es un lugar de encuentro con tus amigos, tus recuerdos y tus vivencias pasadas. Hay que quitarse el sombrero eso lo consiguen pocos hosteleros. Beti gogor, beti mozkor!", amplifica Juankar Muga desde su bar de la calle María Muñoz.
Mijangos dibuja a Javi como un hombre una enciclopedia musical que estaba al día. "Era un erudito de la música. Era supersilencioso, afable, distante..., pero era preguntarle por algo de música y en ese momento traspasabas ese umbral", agrega.
Johnny Power Records había "dilatado" su amistad en el tiempo. "Coincidíamos menos por el cambio de la vida de cada persona con los años. Para mí era un tío tranquilo, nada complicado, quizás introvertido, pero muy ilusionado con todo lo que tuviera que ver con la música. Sin duda, ha sido una referencia en Bilbao. Abrió un bar cuando casi no había bares que se preocuparan por lo que programaban, cuando no había nada de selección musical. El Trapi era un oasis en una ciudad en la que muchos hosteleros tenían un perfil muy bajo sobre música. A pesar de ello, nunca fue un local de moda, lo que es mejor, más ensalzable, porque al final las modas pasan y el Trapi no", enfatiza desde la calle Villarías. Javi -concluye Mijangos- era un hombre "superencantador, quizás el hostelero que más música compraba en los años 80 para un bar tranquilo, hippy".
El magister de los periodistas especializados en música en Bilbao, Pablo Cabeza, también recuerda con afecto, especialmente en la época dorada de acción del botxo, que "con menos grupos que los de hoy en día tenía más bullicio musical", analiza. Habla de finales de los ochenta y primeros noventa. Con la sala Gaueko como referente de conciertos en directo y "largas noches de fin de semana sudando como sus paredes de azulejos y con el Trapi al otro lado de Bilbo, al lado del pabellón de La Casilla, con su ambiente de antro misterioso y singular".
un tipo tranquilo Cabeza recuerda a Javi como un tipo tranquilo, con flema, con sus pelos largos y cortos, sus viseras y sus sombreros, "con su caminar pausado, su tez morena y su ojos negros. Siempre nos saludábamos, éramos del barrio, de Errekaldeberri, aunque yo no fuese su mejor cliente, para eso ya estaba Andy Montón, un asiduo de manual, exvocalista de Primitivos, mánager de Vulpes y fotógrafo, otro errekaldetarra", bromea. El cronista musical interrumpe su periodo vacacional para rendir este humilde homenaje a su amigo del barrio y, por extensión, al bar al que daba vida musical. "El Trapi se llenaba los días de festival en el pabellón de La Casilla. El local estaba escondido, como ausente entre las torres de la zona. Un farolillo y una puerta siempre cerrada, pero abierta. Más de media vida se la ha pasado en el Trapi, con fe. Tiene mérito, y recorriendo diferentes estilos musicales. También le dio al rockero por vivir el rap", explica Pablo, quien encara la última txanpa de su tributo al guitarrista del otro lado de la barra. "Todas las muertes duelen, pero las prematuras aún más. No tengo una respuesta de por qué pueden ocurrir estas cosas, pero lamento que ahora sea un recuerdo. Y un abrazo para su eterna compañera". El bar continúa abierto con Jesús y con los discos de Javi aún sonando, los que le dieron ese swing especial.