mark Bowden escribió Black Hawk Down, el libro en el que se basa la película homónima de Ridley Scott que comienza con una de las frases de guion más memorables: "A ciento cincuenta metros la vida es imperfecta. A ras de suelo es implacable", dicen en el helicóptero que sobrevuela Mogadiscio y que es derribado, dando pie a la trama de la película. La cita es aplicable a muchas situaciones pero, sobre todo, necesitamos recordársela hoy a quien se enreda en debates sobre los sistemas.
Absténgase de intentar ayudar, por lo tanto, quienes no estén dispuestos a remangarse, bajar a ras de suelo y hacer frente a esa vida implacable. Porque las imperfecciones de este día a día ya las hemos visto, y sus consecuencias, también: desde el dinero público que se ha pagado a Urdangarin, supuestamente, como si no nos costara ganarlo, a las preferentes con la que se estafaba a clientes indefensos.
Absténganse los políticos que hablan otros políticos en tercera persona, que acuden al Parlamento a denunciar dramas pero representan comedias, y que hablan de poltronas ajenas pero se dejan llevar en coches oficiales y pasan todos los gastos. Aquellos que solo proponen bajadas de sueldo en los parlamentos donde no tienen mayoría.
Absténgase los expolíticos metidos a estrellas de televisión, que siempre resultan ser los más honestos, los que nunca se llevaron un euro que no les correspondía mientras a su alrededor todos lo hacían, que saben lo que dicen porque una vez estuvieron en algún sitio.
Absténganse los candidatos perpetuos que explican lo de todos pensando en lo suyo.
Absténganse los contertulios telecinquizados que saben lo que tienen que decir pero no parecen preocupados por saber lo que dicen.
Absténganse los periodistas que van de objetivos, que de los que son honestos y van de frente podemos guardarnos todos.
Absténganse salvapatrias y antipatrias que exhiben su superioridad moral sin caer en la cuenta que su soberbia es la mayor prueba de pobreza intelectual.
Absténganse los que hablan de "el capital" y no se dan cuenta, porque no quieren hacerlo, de que "el empresario" también es el que les pone el café cada mañana en el bar de enfrente.
Absténganse quienes llaman a revoluciones violentas pero luego aseguran que de la violencia directa el responsable es otro. A poder ser, el Estado opresor del que no les importa vivir, vía subvención o puesto de funcionario.
Absténganse los héroes que siempre lo vieron todo venir pero nunca dieron un paso al frente antes de que ocurriese. Los mismos que se colocan al lado del más débil sistemáticamente para sumar simpatías y seguidores en Twitter.
Absténganse los que evangelizan y predican transparencia y apertura pero practican la opacidad y fomentan un negocio del que son y se llevan una parte.
Absténganse, para ir finalizando, los teóricos que prefieren hablar de cambios de sistema y de paradigma, que siguen proponiendo debates ideológicos porque padecen de carencia de ideas, que no quieren entrar en harina porque mancha.
Y sobre todo, absténganse quienes no tengan ideas o no estén dispuestos a compartirlas sin que les reporte un beneficio directo a sus intereses. Que se pongan a un lado del camino y no entorpezcan más.