ARTEA. Todas las personas que quisieron a Margari coinciden en asentir que la de Artea fue una mujer adelantada a su tiempo a todos los niveles. Independiente, enamorada del PNV, alguno diría incluso que casada con las siglas EAJ y socia, acérrima, del Athletic. Así era ella, quien falleció el pasado martes 20 de noviembre a los 82 jovenzuelos años.
La arratiana estudió con las monjas de Areatza. Con alrededor de 30 años ya desconcertó a todos y decidió tomar rumbo a Gran Bretaña, país en el que vivió cinco años para volver, como ella solía decir, "con visión y lenguaje internacional", y "yo diría que también con espíritu", valora la lehendakari de la junta municipal de Artea, Amaia Espinosa.
El conocimiento del inglés propició que a su vuelta y a través del párroco del pueblo y el de Zeanuri, que se encargaba de la escuela profesional de Zulaibar, entrase como profesora de este idioma. En este centro permaneció hasta su jubilación.
Josune Gorospe, parlamentaria del PNV toma la palabra: "El miércoles, tras el funeral de Margari, nos encontramos varias compañeras suyas de Zulaibar. Algunas de nosotras éramos alumnas, adolescentes o jóvenes en aquella época. Recordábamos a Margari como profesora que no dudaba en soltarnos una reprimenda cuando a su juicio tocaba. Sin embargo, Amaia y Zorione, también profesoras de Zulaibar, manifestaban su asombro ante nuestro recuerdo. Para ellas Margari era una mujer que a pesar de sacarles 30 años era activa, próxima, afable y nada estricta", analiza Gorospe quien concluye: "Pero, claro está, no es lo mismo ser compañera de trabajo, que alumna. Y ella distinguía bien los roles; a nosotras, además de enseñarnos inglés, trató de educarnos complementando la labor de nuestras familias".
Otra amiga suya, Iratxe Ortuzar, por su parte, asegura que cuando ella llegaba a casa y decía que Margari le había reprendido, "mi madre ante mi asombro me echaba doble bronca. ¿Por qué ama? Le preguntaba yo. Y ella respondía: porque seguro que te merecías doble. Mi madre no cuestionaba el buen juicio de Margari como educadora". Las exalumnas aseguran que el recuerdo de cada una de ellas era distinto, sin embargo, "el enorme cariño hacia Margari de todas nosotras era el mismo".
clandestinidad y viajes A juicio del alcalde de Artea, Alberto Etxebarria, su tocaya de apellido tenía un don de gentes para acercarse a la gente más joven. "Era muy querida. Yo diría que lo que una monja era a la religión, ella se entregó en cuerpo y alma al PNV", apunta y subraya que hace un mes ella se mostró interesada, una vez más, en ayudar en el reparto de votos para las elecciones. Ya para el partido jeltzale cumplió labores en la clandestinidad pasando papeles de propaganda a Iparralde.
Margari, además, fue una amante de los viajes y sentía una gran curiosidad por conocer nuevos lugares y culturas. Así, Inmaculada Kortazar, farmacéutica de Igorre, amiga y compañera de viajes, recuerda cómo conoció a la andereño. Ocurrió al proporcionarle un conocido su nombre para comenzar a estudiar inglés. Como Kortazar asegura, a partir de la profesora conoció a la amiga que lo fue para siempre. Juntas y con otras amigas y compañeras viajaron y mucho: Puerto Rico (durante las inundaciones de 1983), Argentina, Chile, Túnez, Europa, Israel y Palestina…. En muchos de esos lugares tenía Margari conocidos y amigos, relacionados con las diferentes etapas de su vida, a los que gustaba visitar. Su carácter abierto, le llevaba según Inma, a estar dispuesta siempre a la aventura, además de una forma organizada y como impulsora, organizadora. "Así la recuerdo yo -agrega Espinosa-, como organizadora de una de sus pasiones y devociones que ella había convertido en compromiso y obligación; su faceta de militante del PNV".
Su amor por el Partido fue algo adquirido en la familia Etxebarria, el compromiso con Euskadi no escapaba a ninguno de sus integrantes. "Pero fue ella, la que además de compromiso ofreció su tiempo y su trabajo. Desde tiempos de la clandestinidad, muchos saben de sus viajes en aquel maravilloso Mini Morris verde, hasta la organización del Partido y su trabajo en la puesta en marcha de la Organización Municipal de la que fue primera secretaria", apostilla.
La andereño vizcaina tenía la virtud, quizás adquirida en su etapa de profesora, de empatizar con los jóvenes, era de las de la cuerda larga, siempre sabía cuándo soltar y cuándo tirar. "Creo que las siguientes generaciones comprometidas con el PNV en Artea no hubieran sido lo mismo sin su pátina", valora Espinosa.
Y es que para ella fueron muchos años con Margari de protagonista. Cada una de las personas que le conocieron, de las que le conocieron y trataron, es casi seguro, que tienen una visión y una faceta diferente de ella en mente, "por ello no hay una sola Margari, depende del tema, que diría ella".
"euskaldun fededun" Quienes mejor le conocieron no pueden dejar de ensalzar otra faceta suya, la espiritual. Ella y, como solía llamarse a sí misma "euskaldun fededun", pero también muy respetuosa, según subrayan, con las creencias del otro. Durante su misa funeral, el párroco Jose Mari Kortazar, evocó cómo en la última marcha que hubo de Bolibar a Ziortza para orar por la paz, le comentó a Margari en su visita a casa -lo hacía a menudo- lo "bonita" que fue y la "buena participación que hubo". Kortazar dijo lo siguiente durante el funeral: "Con aquel hilo de voz que le quedaba me dijo: Yo también he estado en Ziortza. A la mañana no pude ir, pero a la tarde cogí un coche y allí fui a orar por la Paz".
Espinosa asiente: "Como bien dijo José Mari, tenía la voz y el cuerpo débil, pero ni en el último momento perdió la fuerza de sus convicciones. Creo que también fue feliz al ver que en su Euskadi por fin empezaba a brillar la luz de la paz: la paz y la libertad por lo que había luchado tantos años", señala.
Hay una anécdota que la presidenta de la junta municipal no puede ni quiere evitar contarla, por ello, Amaia explica que en aquellos primeros años de la Junta Municipal de Artea, Margari, como secretaria en una junta de hombres, se las veía y deseaba para que las responsabilidades y trabajos fueran compartidos. "Que entendiesen que ser mujer y soltera no implicaba que tuviese tiempo y ocasión para todo. Un día sentados en un banco que había delante de aquella vieja barra de madera, le encargaron hacer unas gestiones y le conminaron a que fuese: ¡Ya! Ella les dijo que ya lo haría (tenía cierta flema inglesa) ante lo que los otros le dijeron: Margari, ¿qué tienes que hacer? ¿Si no tienes ni marido ni hijos que atender…? Y ella les contestó: Pero tengo una vida. Y vaya si la tuvo. JELen agur, Margari. Gero arte".