Bilbao

Puedo esparcir las cenizas de un familiar en el Gorbea? ¿Puedo elegir una playa o una cala sin que me multen? Pues legalmente depende dónde y cómo, pero el aumento en el número de las incineraciones está provocando serios problemas para esparcir o depositar las cenizas de difuntos en lugares con un significado especial. Además, si se quiere actuar conforme a la Iglesia, la Santa Sede acaba de dar un toque de atención a los fieles, especificando que las cenizas ni se tiran ni se guardan, solo se entierran.

Y es que, en este último adiós, a los conflictos de orden ecológico o medioambiental, se añaden los éticos y la prohibición expresa de la Iglesia católica de esparcir o aventar las cenizas. Las diócesis vascas no tienen estipulada ninguna norma específica y se rigen por la general. De esta forma, desde el Obispado de Bilbao, se señala que "la Iglesia, aunque no se opone a la cremación de los cuerpos cuando no se hace por desprecio a la fe, sigue considerando que la sepultura del cuerpo de los difuntos (en este caso de las cenizas en una tumba o en un columbario) es la forma más adecuada para expresar la fe en la resurrección de la carne así como para favorecer el recuerdo y la oración de sufragio por parte de familiares y amigos". "Por lo tanto, -aseguran- no es tanto una cuestión de prohibiciones, sino que esparcir las cenizas es una práctica que no se considera coherente con la fe cristiana y por eso no se aprueba".

La incineración va ganando puestos sobre la inhumación y ya supone cerca del 70% del total. Con la crisis, esta práctica se ha incrementado debido al menor coste económico y, según las proyecciones de los expertos, en diez años será una opción prácticamente unánime. Ante la costumbre en vigor de esparcir cenizas, son varios los ayuntamientos que ya lo prohíben en determinadas zonas, y muchas las normativas que prevén habilitar espacios específicos en los propios cementerios.

Aunque se consienta la costumbre de tirar las cenizas en el mar o la montaña, existen lugares emblemáticos como el Peine de los Vientos en Donostia, donde han llegado a parecer, cuando baja la marea, decenas de urnas. Y eso sí está prohibido. Algo parecido ocurrió en la ría de Bilbao, donde tras un dragado, se encontró una cantidad significativa de recipientes. En los rincones más simbólicos de la costas guipuzcoana y vizcaina también se han registrado estos hechos.

Restos nocivos Por ello, los expertos aconsejan arrojar las cenizas en áreas controladas y ponen, por ejemplo, de manifiesto que algunos cadáveres contienen altos niveles de mercurio debido a elementos como los empastes dentales. Y es que a las cenizas, nocivas cuando se esparcen sobre ciertos suelos, se suman las urnas, flores o velas con las que los deudos rinden los últimos homenajes a sus muertos.

Desde la funeraria Aranguren se matiza, sin embargo, que para estos usos se disponen de urnas ecológicas. No en vano, el auge de las cremaciones trae de la mano el aumento paulatino de la venta de urnas. Las hay tubulares, cúbicas, esféricas, en forma de ánfora, de copa..., de diversos materiales y precios. Las urnas biodegradables cuentan con una aceptación creciente porque ofrecen la seguridad de que en cuestión de semanas se integrarán en el subsuelo, sin contaminarlo.

La Federación Española de Municipios y Provincias ya lanzó una advertencia sobre los contratiempos que estaban causando las cenizas al no existir una normativa de carácter general que regule la obligatoriedad de depositar en los cementerios estos restos, con la salvedad de las ordenanzas municipales emitidas. Así, por ejemplo, el reglamento de Sanidad Mortuoria de la CAV, aprobado en octubre de 2004, regula los distintos aspectos de la cremación pero no contempla ninguna disposición específica sobre arrojar cenizas.

Algo muy diferente ocurre en la legislación alemana que no permite que las urnas salgan de sus crematorios si no se certifica que su destino es un cementerio. Este modelo también se está preparando en Francia, y desde la UE se trabaja en una normativa general que establezca la obligación de destinar un espacio en los cementerios para albergar cenizas y urnas. En Derio, por ejemplo, se había reservado un extenso espacio verde de 40.000 metros cuadrados para que los familiares de los difuntos pudieran esparcir sus cenizas en el camposanto, pero aún no hay nada concretado.

En Nafarroa, en el santuario de Uxue, en el municipio del mismo nombre, el Ayuntamiento se vio obligado a pedir que no se diseminaran cenizas junto a la Cruz del Saludo, próxima al santuario. En Cártama (Málaga), el Ayuntamiento prevé multas de hasta 15.000 euros por esparcir cenizas o depositar urnas y flores en las proximidades de la ermita de los Remedios. En el caso de Almonte, en la aldea de El Rocío, hubo sin embargo, que adoptar una solución más taxativa en virtud de la cual se prohibía dejar cenizas en la zona de las marismas o en la vía pública.

La santa sede dice 'no' La posición oficial de la Iglesia sobre este asunto acaba de quedar fijada por la Conferencia Episcopal Italiana en la nueva edición del Rito de las exequias. Allí se estipula que la cremación queda concluida cuando se deposita la urna en el cementerio, y afirman que la posibilidad de esparcir las cenizas produce "no pocas perplejidades sobre su plena coherencia con la fe cristiana". No en vano, desde algunos sectores se considera que la cremación se ha "industrializado" y la entrega de las cenizas es "como recibir una caja de zapatos".

Monseñor Angelo Lameri, miembro de la Oficina Litúrgica de la Conferencia Episcopal Italiana, explicó que el tema de la cremación se ha colocado en un apéndice aparte para subrayar que la Iglesia, "aunque no se opone a la cremación de los cuerpos cuando no se hace in odium fidei (en odio a la fe), considera que la sepultura del cuerpo de los difuntos es la forma más adecuada para expresar la fe en la resurrección de la carne así como para favorecer el recuerdo y la oración de sufragio por parte de familiares y amigos".