Del Anboto a la eternidad
DURANGO. Día de Nochevieja. Suena el móvil: "Ha muerto el último de los tres caballeros de Durango". La voz informante es la de Jon Irazabal, historiador iurretarra de la asociación Gerediaga. Cita a tres mosqueteros: "Ali Arana, Botas y… ahora Martxundi". José Manuel Martínez Urizar falleció el 31 de diciembre. Ayer, en el Casco Viejo de la villa, en el conocido y reconocido bar y restaurante Anboto (en Goienkalea) todo eran besos, abrazos, condolencias para sus familiares. Las muestras de aprecio eran ideológicamente de todos los colores.
Nacido hace 66 años, el 20 de junio de 1945, José Manuel llegó al mundo en la herriko taberna de Garai. Sin embargo, siempre se sentiría durangarra: "Soy de Durango, nacido en Garai", matizaba. En la villa estudió en el colegio Santa Susana y más adelante en San José Maristak. Trabajó como repartidor de pan y electricista. Al morir su madre joven, se incorporó al Anboto para ayudar a su padre. "Su aitite había sido desterrado por republicano", apuntan sus hijas Amagoia y Ainhoa, quienes retratan a su padre como "muy luchador con todo lo que pasó".
Aunque un enamorado del Athletic -amigo íntimo del mítico león Eneko Arieta- y la Cultural de Durango, el joven Martínez Urizar jugó siendo un mozo a pelota, pero acabó dejando de practicar este deporte porque no quería "tener que sacar el carné de la Falange para seguir jugando, eso solía decir". Sin embargo, ha sido uno de los pocos durangarras socios de casi todos los clubes deportivos del municipio: lo era de la Cultu, del Tabirako, de Caza y Pesca, del DRT de rugby, el Club Alpino Tabira… "Él siempre estuvo apoyando de una u otra forma", explica la familia. Martxundi también fue del centenario Orfeón Durangués, aunque "no cantaba".
clásico y vanguardista Con todo, este aitatxo y aitite "súperalegre, optimista, luchador y generoso" -como le ven sus hijas- fue una de las personas más conocidas de Durango. El gremio de la hostelería pierde a "un clásico" y al mismo tiempo "un vanguardista". Por algo le pusieron el mote de Martxundi: "Por la marcha que tenía. Él nos decía que el bar tuvo el primer tocadiscos de Durango, el primer televisor en color y aire acondicionado. La música, por ejemplo, se la traía un amigo de Venezuela, canciones que aquí estaban prohibidas".
Si leyera este texto, ya hubiera aclarado que él no era de la hostelería, que era "tasquero". "Él prefería esa palabra. Ahora buscamos apellidos como restauradores…", asiente la familia y un gran amigo de Martxun, como ha sido y es Isidoro Sánchez acaba de certificarlo. "Para él, la palabra hostelería sería de pijos", sonríe Isi, quien trata de resumir en resumidas palabras sentimientos, interminables horas de tertulia amena, de encuentros… Imposible. "Yo le tomaba el pelo diciéndole que era un extraperlista, aquella figura romántica. Además, es difícil conocer un corazón más grande que el de Martxun: siempre mostraba actitud de acogida y servicio a los demás de forma desinteresada. Soy un privilegiado, he tenido la inmensa fortuna de tenerle como amigo durante 25 años. Para mí, hoy es el día 2 después de Martxundi".
En estos días era una de las pocas personas que hacía realidad la Navidad cristiana. "Acogía a personas en casa… Tenía debilidad por los desfavorecidos. Era de comprensión y abrazo. Esa faceta es mucho más interesante que la ya sabida que era muy del Athletic y tal…", agrega Sánchez quien comparte la idea inicial de Irazabal. "Botas, Ali y él era distintos pero compartían esa alegría de vivir en mayúsculas, un mismo código. Sus conversaciones eran una delicia". Una vez en la eternidad, Martxundi, como entonan los grandes autores, se ha hecho en el Anboto abrazo, periódico, canción.
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