Un modelo de mujer jeltzale y de madre
bilbao. Elena María de Rotaeche y Acha falleció el pasado 3 de octubre. Esta bilbaina fue la secretaria del consejero del Gobierno vasco José Luis Robles y es calificada como una mujer modelo por personas que compartieron labores con ella, caso de Joseba Zubia, María Esther Solabarrieta o José Alberto Pradera. Este último le recuerda como "la secretaria de Robles, pero la animadora del departamento", le ensalza.
Elena nació en la misma Gran Vía en el año que estallaría la Guerra Civil, 1936. Estudió en el colegio de las religiosas esclavas del Sagrado Corazón, ubicado en la calle Tiboli. Vivió en la plaza Jado. Con 14 años estuvo interna en Francia, en Toulouse, por un periodo de tres años. También viajó al Reino Unido a estudiar inglés. Desde joven fue políglota: dominaba euskera, castellano, francés e inglés.
Se casó con Ignacio Gorbeña, hijo de un agente de Bolsa, a quien encarcelaron en tiempos de la Guerra Civil por ser nacionalista vasco. El matrimonio tuvo dos hijas: Teresa e Isabel, la segunda es religiosa esclava del Sagrado Corazón, orden a la que Elena tenía especial cariño desde niña cuando estudió en el colegio de estas monjas. Se quedó viuda muy joven "y echó para adelante aprovechando que era lista y espabilada", le reconoce su hija mayor, Teresa.
todo por hacer Trabajó en el primer Gobierno vasco "cuando todo estaba por hacer", enfatizaba ayer a DEIA Joseba Zubia, quien fuera director de Servicios y de Transportes terrestres. Tras ser la secretaria de José Luis Robles, este le ofreció un cargo relacionado con el protocolo en el Ayuntamiento de Bilbao donde fue alcalde. "Tenía a sus dos hijas y prefirió trabajar en la delegación de Bizkaia. Sé que le apenó dejar a Robles porque se querían y le apreciaba mucho", valora Teresa.
Elena María de Rotaeche y Acha era una mujer "muy creyente", en palabras de su familia, y era una apasionada de la parroquia de San Fernando de Bilbao donde solía leer en celebraciones religiosas. Además, participaba en organizaciones benéficas.
Esta bilbaina tenía especial apego por la comarca interior vizcaina de Arratia por vía familiar. Veraneaba en un principio en Zeanuri, en el palacio Zubiate, solemne construcción barroca del siglo XVII, con escudo rococó de la segunda mitad del XVIII. Como curiosidad, durante la Guerra Civil, la familia de Elena recuerda que este inmueble fue bombardeado y mientras un hermano del padre de Elena rehabilitaba el edificio, la familia pasaba el verano en el balneario de Areatza.
Amigable Teresa Gorbeña de Rotaeche recuerda a su madre como "maravillosa, fantástica, especial, encantadora", cita y agrega en una segunda impresión que "era una mujer que se hacía querer. Dejaba muchos amigos allí por donde pasaba. Mi madre era buena gente, que no es poco".
Joseba Zubia la retrata una mujer "con humor envidiable". El exdirector de Transportes terrestres conoció a Elena hace treinta años. "Entró con Robles al Gobierno vasco y, primero, diría que no era una joven, lo que sí éramos nosotros. Te hablo de Jon Azua, José Alberto Pradera... Ella, con Robles y José Luis Ramos Uranga eran los de mayor edad", evoca y va más allá al definir el carácter de esta mujer como "jovial, abierta, simpática y, sobre todo de buen humor. Y si hay que recalcar algo más, diría que fue nacionalista, una mujer comprometida, sin necesidad de serlo y de trabajar sin horas... Siempre dispuesta, afable. Por todo ello, fue para mí un mazazo ver el otro día su esquela", lamentó ayer. "Se comprometió, además, a ir a ciegas al Gobierno vasco cuando estaba todo por hacer".
El exdiputado de Bizkaia y miembro de aquel Gobierno vasco José Alberto Pradera no conocía ayer la triste noticia. "¿Qué me dices? ¿Ha muerto Elena? Me llevo un gran disgusto al saberlo. Ella nos ponía las pilas a todos a diario. La recuerdo siempre alegre, siempre; luchadora, animosa", señala Pradera y prosigue haciendo balance del tiempo en el que compartió labores con ella: "Elena era muy abertzale en un entorno difícil", resumió.
La exdiputada de Acción Territorial y Medio Ambiente del órgano foral de Bizkaia Esther Solabarrieta también quiso reconocer la trayectoria vital de esta "mujer nacionalista, simpática y positiva".
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