El calor de hogar de los fogones de El Cojo
AMOREBIETA-ETXANO. Casi el mismo día en que su club de fútbol del alma, la Sociedad Deportiva Amorebieta, ascendía a Segunda B, Farutxi apagó para siempre los fogones de una vida dedicada a encandilar el gusto de quienes se sentaban en el comedor de El Cojo, en el que a uno de sus hijos, Iñigo, corresponde hoy mantener el calor de hogar que siempre desprendió la cocina de Faru, encauzada por la atención de Bego Azketa, su mujer. Farutxi nació como José María Etxebarria el 4 de diciembre de 1938, en plena Guerra Civil, en Amorebieta-Etxano, y falleció ayer a los 72 años, en la misma localidad de la que durante décadas ha sido referencia culinaria, recogiendo un testigo que mostró y elevó su padre, Anselmo Etxebarria, El Cojo.
"Más que un restaurante, El Cojo es una institución", recordaba ayer el alcalde de Amorebieta, David Latxaga, quien enfatizó la larga tradición de un local que siempre ha tenido las puertas abiertas y que "no hay quien no conociera desde los 50 y 60" como un referente en Bizkaia. "La Real Sociedad misma paraba a cenar cuando jugaba en Bilbao o Santander", pone de ejemplo un amigo que se consuela pensando en que Farutxi "no estará solo" ya que "acompañará a Patxeko", su hermano fallecido el año pasado.
Farutxi aprendió con solo 14 primaveras los primeros truquillos de la cocina en Matxinbenta (Bilbao) y repostería en la pastelería Jauregi, también en el botxo. Al tiempo, comenzó a compartir recetas con su padre Anselmo. "Trabajábamos todas las horas. No conocí vacaciones nunca", aseguraba el propio José María a DEIA hace unos meses, justo antes de ejercer de pregonero en las fiestas de Amorebieta, cuando explicaba el porqué del nombre del restaurante. "Mi padre le puso de nombre el suyo, Anselmo Etxebarria, pero una noche de chufla, el productor de vinos Zacari le cambió el cartel que tenía y puso El Cojo, porque mi padre antes había sido ferroviario y le pasó un tren por encima y quedó cojo". El restaurante, que ya en aquellos tiempos llegó a servir bodas de 250 invitados, se quedó con el nombre para siempre.
Farutxi -"un hombre entrañable, campechano y amigo de sus amigos"- fue un gran defensor del mundo abertzale, manteniendo el respeto por y de todo su arco ideológico. La enfermedad que ha sobrellevado durante los últimos años de la mano de su mujer, Bego, de toda su familia y de un amigo con mayúsculas, Santi Ugalde, le ha impedido disfrutar del hito histórico del ascenso a Segunda B de la SDA, club al que estuvo muy vinculado (el autobús descapotable que ayer recorrió las calles de la localidad para festejar la gesta deportiva llevaba adosados a su carrocería un crespón negro y un lema: "Farutxi, gogoan zaitugu"), pero no cambió un ápice su personalidad jovial. "Aun estando enfermo hacía esfuerzos por estar alegre, por intentar conocerte".
De Farutxi, amante de la ópera y cantarín, quedarán para la eternidad los cánticos que, junto a amigos como el palista Amorebieta IV, José Mari Cano, Canito; el expresidente de la SDA, Luis Birizuela; o José Luis Ramos, Barruelo, entonaban en el bar Zornoza para deleite, al otro lado de la barra, de Miren. Todos ellos tuvieron el sabroso gusto de conocer la humanidad, el humor y el arte de Farutxi, a quien Amorebieta despedirá hoy en el funeral que se oficiará a las 19.00 horas en la parroquia Andra Mari.
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