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El hijo de la asistenta es el presunto autor del asesinato de un anciano de Santutxu

Huyó a Colombia horas después de perpetrar el crimen, cuyo móvil fue el robo

Bilbao. El presunto asesino del anciano que murió degollado el pasado jueves en el barrio bilbaino de Santutxu es el hijo de la asistenta, según informaron ayer a la agencia Efe fuentes de la investigación, y huyó a Colombia horas después de cometer el crimen. La unidad de Investigación Criminal de la Ertzaintza ha podido esclarecer el asesinato e identificar al presunto autor. Se trataría de un hombre de nacionalidad colombiana, de 37 años de edad e hijo de la mujer que ayudaba al anciano en las tareas de la casa.

Al parecer, la empleada dejó durante unos días que su hijo realizara las labores domésticas, circunstancia que, supuestamente, aprovechó para llevar a cabo el crimen. El móvil del asesinato fue el robo ya que, al parecer, sustrajo una cantidad de dinero todavía por determinar. El crimen fue premeditado ya que esta persona tenía preparados los billetes de avión para huir del país. Nada más perpetrar el crimen, cogió un avión de Bilbao a Madrid y de allí a Colombia. La Ertzaintza ya ha cursado una orden internacional de búsqueda y captura a través de la Interpol para esta persona. Los agentes buscaron ayer el arma homicida por los alrededores de la vivienda, ubicada en el grupo Párroco Unceta de Santutxu. Para ello llegaron incluso a precintar las papeleras.

Francisco A., de 77 años, viudo y trabajador jubilado del antiguo Banco Bizkaia, fue hallado el jueves, en torno a las 16.40 horas, degollado en el interior de su domicilio ubicado en la zona conocida en el barrio bilbaino como la Tabacalera. Las primeras hipótesis ya apuntaban a que el autor del crimen podía ser un conocido de la víctima, porque la puerta de entrada al domicilio no había sido forzada, la casa no estaba revuelta y, al parecer, no faltaba objeto alguno de valor. Se sabía que alguien accedió a la vivienda de Francisco y, después de apuñalarle en el vientre, le siguió hasta la sala de estar donde, finalmente, le degolló en el sofá. Ante lo desconcertante del caso, el juez decretó ayer el secreto de sumario.

Un caso "raro" Según denunciaron los vecinos de Francisco, el ruido que genera diariamente una obra municipal junto a su portal podría haber impedido al resto de residentes escuchar lo que estaba pasando en el piso de la víctima. El hecho de que en la vivienda de enfrente no resida nadie no ayudó. "Solo el vecino de enfrente hubiera podido escuchar algo. Lamentablemente, hace tiempo que nadie vive en ese piso", recordó Consuelo Ormazabal, vecina del cuarto piso. "Con los ruidos de la obra no hemos oído nada. Si llego a escuchar algo, habría bajado", comentaba, contundente, José Luis, vecino del segundo piso.

Nadie se percató de lo sucedido hasta que la hija de la víctima dio la voz de alarma. Había quedado con su padre para que fuera a comer a su casa en Txurdinaga. Preocupada por su retraso y porque no contestaba a sus llamadas, la hija fue a casa de su progenitor.

"No he podido coger el sueño en toda la noche. Parece que no podemos abrir la puerta a nadie", decía ayer Carmen Delgado, vecina del último piso. Carmen fue una de las pocas personas que se cruzó con la hija de Francisco cuando esta descubrió la situación. "La encontré apoyada en el marco de la puerta. Tenía muy mala cara. Pensé que igual su padre estaba malo y le pregunté qué le pasaba, pero entonces un hombre me dijo que me fuera".

Un hombre "normal" Los vecinos y residentes en el Grupo Sagarminaga no salían de su asombro después de conocer la noticia de que Francisco había sido asesinado. "Llevaba casi 57 años viviendo aquí. Era muy conocido. Una gran persona, muy amable y educado. Tenemos todos un gran disgusto", señalaba una vecina del número 14 de la calle Párroco Unceta. "Era una persona normal. Un hombre honrado. Había trabajado toda la vida y nunca tenía un roce con nadie", comentaba José Luis.

"Era una persona de lo más transparente. Es muy raro, porque la casa no estaba revuelta. Si hubiera sido un robo igual le daba una puñalada y salía corriendo pero no habría tanto ensañamiento", razonaba José Salazar, esposo de Consuelo. "Conocíamos a Francisco desde hace años. Estamos muy consternados. Nos hemos quedado helados", añadió.