El fin de una guerra inacabada
Los expertos norteamericanos vaticinan una vuelta a la inestabilidad en Irak si Estados Unidos se desentiende del país w Consideran que el anuncio de Obama no deja de ser una cuestión semántica
nuria ferragutcasas
Sin una gigante pancarta sobre un portaaviones y sin fotografías icono como un marine besando a una enfermera en Times Square o seis soldados plantando una bandera estadounidense, el presidente Barack Obama anunció el pasado lunes el fin de la guerra de Irak desde la Casa Blanca, con sobriedad y sin triunfalismos. Quizá porque no había nada que celebrar.
"La guerra llega a su fin. Irak es libre de elegir su camino", aseguró Obama. En los últimos 18 meses, más de 90.000 soldados estadounidenses han salido del país. Sin embargo, todavía quedarán 50.000 soldados cuya labor será participar en las tareas de estabilidad, asesoramiento, capacitación y apoyo a las fuerzas de seguridad iraquíes. La retirada de todas las tropas se prevé para finales del próximo año 2011.
Estados Unidos quiere pasar página. Siete años y cinco meses de combate, un billón de dólares y más de 4.400 soldados americanos y decenas de miles de civiles muertos es el balance de una invasión que empezó con una falsedad, las armas de destrucción masiva nunca se encontraron, y acaba con una gran incógnita sobre el futuro de Irak. El país se encuentra sin gobierno, cinco meses después de las elecciones y con una frágil seguridad.
"No creo que la retirada afecte mucho la estabilidad del país. Sin embargo, me preocupa la salida total de las fuerzas estadounidenses a finales del próximo año", afirma Michael O"Hanlon, experto del centro de investigación Brookings. O"Hanlon alerta que sin un importante rol de los Estados Unidos en la zona, Irak puede sufrir una escalada de violencia ya que algunas disputas territoriales en el norte del país siguen sin resolverse.
Su colega Kenneth Pollack recuerda que algunos estudios sobre guerras civiles muestran que en la mitad de los casos la violencia vuelve a resurgir cinco años después del final de la guerra. "Sin embargo, una gran potencia o institución que hace de mediador y pacificador puede evitar la reincidencia". Este analista recuerda, además, que "en realidad, EE.UU. no abandona Irak a su suerte porque los soldados que se quedarán están preparados para luchar si fuera necesario". De ahí que opine que declarar el fin de la guerra no deja de ser una cuestión semántica. No obstante, consideran que tiene una gran carga simbólica porque pone el énfasis del papel de EE.UU., no ya en el campo de batalla, sino en el debate sobre el tipo de sociedad que quiere ser Irak.
otros intereses Tom Henriksen, investigador del instituto Hoover, asegura que Estados Unidos seguirá en Irak tras 2011. "Luchamos contra Alemania, Italia, Japón y Corea. En todos estos países seguimos teniendo tropas estacionadas. No importa lo que diga el presidente Obama ahora. Vamos a seguir en Irak porque queremos un Irak estable. Por dos razones, la primera es el petróleo y la segunda es que hay una amenaza terrorista".
Algunos sectores conservadores han criticado al presidente Obama por sus prisas por acabar con el conflicto. "Las guerras acaban no cuando uno llega a una fecha pactada, sino cuando se deciden duras decisiones que llevan a la victoria o a la derrota", afirma Victor Davis en su blog de la revista National Review.
Desde Heritage Foundation, su portavoz Israel Ortega, explica la necesidad de un compromiso por parte de Estados Unidos con el pueblo iraquí. "Nos encontramos ante una guerra no convencional donde la violencia puede estallar en cualquier momento". Para Ortega, y otros expertos, "Obama debe asegurar la estabilidad en Irak, una zona importante para la seguridad de los Estados Unidos".
Por su parte, Michael Werz, del Center for American Progress, advierte que Estados Unidos está transmitiendo a Irak el mensaje de que "debe asumir la responsabilidad" de la seguridad y de su futuro.
flancos débiles El ejército iraquí está mejor preparado que hace unos años pero aún tiene flancos débiles. El servicio de inteligencia iraquí es pobre, las fuerzas aéreas son novatas y los generales no tienen un liderazgo político fuerte. El primer ministro iraquí, en funciones, Nuri Al-Maliki, y el ex jefe de Gobierno Iyad Allawi, vencedor en los comicios de marzo con 91 escaños de los 325 que componen el Parlamento (seis más que Maliki), siguen sin entenderse a pesar de los esfuerzos diplomáticos estadounidenses que capitanea el vicepresidente norteamericano Joe Biden.
En todo caso, el anuncio de Obama es el fin de una guerra inacabada. El éxito o fracaso de la llamada Operación Libertad iraquí se verá dentro de unos años, cuando se pueda comprobar si Irak ha mantenido su nueva democracia o se ha sumido en el caos político y una lucha sectaria.
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