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Vascos en el ojo del huracán

La afición a viajar provoca que muchos ciudadanos se vean atrapados en tragedias y catástrofes

Vascos en el ojo del huracánFoto: firma

Bilbao

Los vascos atrapados la pasada semana por las lluvias torrenciales de Cachemira son el último ejemplo de un binomio que casi siempre lleva aparejado turista vasco con viajero accidentado. Con una población de sólo dos millones de habitantes, a los vascos se les cuelga a menudo la etiqueta de turistas de alto riesgo por encontrarse en muchos puntos calientes. La explicación es sencilla. Adolfo Etxebarria, fundador de Rutas 10, subraya la predisposición de la ciudadanía vasca a viajar. "Los catalanes son los más viajeros. Los vascos seguimos saliendo mucho pero el diferencial de población con respecto a Madrid hace que ya nos hayan superado", apunta este guía para quien el mapamundi no tiene secretos en viajes activos, travesías, rutas polares o kayak.

Como una suerte de damnificados por el destino, lo sucedido con los turistas vascos en Leh, es sólo un ejemplo del famoso efecto mariposa, en virtud del cual cualquier acontecimiento ocurrido en un punto concreto del planeta repercutiría aquí de inmediato. La mayor parte de los afectados por el monzón hindú eran montañeros. No en vano, las actividades relacionadas con la montaña son las que más siniestralidad ocasionan. En la CAV hay 25.000 federados, y mucha más gente que practica montaña, por eso este año se han sucedido los accidentes en cascada y ya han fallecido una quincena de personas en distintas cumbres.

Sin embargo, fue el dramático atentado contra turistas en Yemen, con cinco catalanes y tres vascos muertos en 2007, la trágica confirmación de que los ciudadanos de estas comunidades son los que más se adentran en el ojo del huracán por ser los que eligen destinos con mayor dosis de aventura y los que se salen de los recorridos trillados. Este atentado mortal, ocurrido el 2 de julio de 2007, fue el suceso más grave acaecido contra un grupo de viajeros vascos. Mikel Essery y Magie Álvarez fueron las dos víctimas guipuzcoanas que fallecieron en el atentado perpetrado por Al Qaeda en las inmediaciones del Templo de la Reina de Saba. Los viajes, el contacto con los pueblos y sus gentes unían a Essery, jefe de estudios en una ikastola de Donostia, y la zarauztarra Álvarez, una aventurera empedernida. El mismo espíritu emprendedor que guiaba a María Asunción Vitorica, otra viajera por convicción, que fallecía días más tarde. Vitorica, funcionaria del Ayuntamiento de Bilbao pero originaria de Amurrio, también murió como consecuencia del mismo atentado tras permanecer una semana ingresada en estado grave en un hospital de Saná.

Pero los organizadores de rutas alternativas desmienten que viajar se haya convertido en una profesión peligrosa. Daniel Villagrán, responsable de Ismalar Rutas, cree que lo que se entiende por viajero de riesgo "es un viajero muy informado y un puntal de comprensión en un mundo cada vez más dividido". "Él no es el riesgo, ni su actividad, sino que el riesgo está en otros elementos". Además, asegura que los atentados que afectan al sector se dirigen hacia los grandes complejos turísticos. Un ejemplo es el de Bali, donde en octubre de 2002 varias explosiones acabaron con la vida de 200 turistas, o el atentado de Sharm el Sheij con 88 muertos, uno de los paraísos ofertados por las grandes touroperadoras.

billete sólo de ida La gente de estas tierras se mueve y está expuesta a catastróficas eventualidades como da fe el accidente de Spanair ocurrido hace dos años en Madrid donde fallecieron cinco vascos. A tres miembros de una misma familia la muerte les sorprendió con un billete de ida pero sin vuelta en un avión entre Madrid y Canarias. Fue el caso de la bilbaina Isabel Andraka, una aventurera que "viajaba mucho, era muy activa y no le daba miedo nada", según recordaba una de sus sobrinas. Isabel viajaba en el avión con su hermana María Begoña de los Ángeles Andraka y su cuñado, Mikel Bernaola Iturbe. Tras su paso por Bilbao, Isabel, Gotzone y su marido se trasladaron a Madrid. Tenían previsto volar a Canarias, pero el destino truncó el regreso del matrimonio a su domicilio y las vacaciones de Isabel. La tragedia aérea también acabó con la vida de Jorge Sangrador Martínez, un joven vizcaino de treinta años y la del navarro José Joaquín Pérez de Obanos, quien fuera parlamentario foral entre los años 1991 y 1999.

Porque como ha quedado ya acreditado, en cualquier lugar del mundo que se produzca una desgracia o una catástrofe natural, puede haber un vasco implicado. Que se lo digan si no, a los cuatro vizcainos que fueron indemnizados con 4.000 euros por los daños sufridos por el huracán Wilma mientras se encontraban de vacaciones en Cancún. La Audiencia de Bizkaia condenó a Pullmantur y a Viajes Halcón a indemnizarles porque en esas fechas (2005) estaba previsto que un huracán de fuerza cuatro y con vientos de más de 210 kilómetros por hora azotara la Riviera Maya. Sin embargo, nadie les avisó hasta llegar al destino, y además se les denegó la posibilidad de viajar hacia el interior o de regresar a casa, lo que provocó su encierro durante cuatro días en la habitación del hotel con racionamiento de comida, incluido. En vivo y en directo, experimentaron también el huracán Dean las profesoras vascas María José Garcia y Pili Abad quienes en agosto de 2007 recibieron con bastante tranquilidad los vientos huracanados en la piscina de su alojamiento en Playa del Carmen.

Pero mientras todos confían en poder volver sanos y salvos a casa, Euskadi seguirá echándose a temblar cada vez que ocurra alguna tragedia en cualquier parte del mundo. Y es que la onda expansiva de la aventura es tan potente que más de 12.000 viajeros vascos se vacunaron el año pasado para viajar a algún lugar de riesgo.