El independentismo ha vuelto a exhibir músculo derrotando a la desmovilización, la fatiga de todo un proceso que parece haberse convertido en una travesía en el desierto y, eso sí, plasmando la divergencia que se palpa entre el vector social de la demanda soberanista y el sector más político, el que atañe a esos partidos que ahora se encuentran con la diatriba, y también la oportunidad, de la investidura en el Gobierno del Estado. Sin el clima de tensión que se respiró el pasado año, en plena implosión del Govern, las entidades sociales, con la Assemblea Nacional Catalana (ANC) encabezando la organización de la tradicional manifestación reivindicativa de Barcelona, han reclamado a Esquerra y Junts que “no se dejen engañar” con el señuelo de la amnistía para hacer presidente a Pedro Sánchez, toda vez que “no es una opción sino una necesidad, no es ningún punto final sino el principio de la resolución del conflicto y una autoenmienda del Estado”. Los interpelados, que prometen no aparcar la carpeta de la autodeterminación, no terminan sin embargo de encontrarse, toda vez que Carles Puigdemont ha recuperado el foco y acapara el centro de las miradas, desplazando del tablero de juego a ERC, que irónicamente le da la “bienvenida” a la vía de la negociación.
Con la presencia esta vez del president Pere Aragonès, bajo el lema Via fora –histórico grito de alarma en la Catalunya medieval– y configurada la marcha en cuatro columnas para confluir en la rebautizada plaza del 1º de Octubre portando la leyenda Por la independencia; decenas de miles de personas –800.000 según los organizadores (100.000 más que la última edición– y 115.000 para la Guardia Urbana– se han arremangado para hacer otro emplazamiento a la unidad. “Que las luchas políticas no nos hagan perder la viabilidad de nuestro futuro como país”, ha rogado el cantautor Lluís Llach en nombre del Consell per la República. Dolors Feliu, presidenta de la ANC, ha repetido que, si los partidos les dejan de lado, su entidad impulsará una lista cívica de cara a las urnas. “Si no pueden hacer la independencia, que convoquen elecciones”.
Diferencias estratégicas
Junts, por boca de su secretario general, Jordi Turull, ha festejado que el Jefe del Govern haya levantado el “veto” a los posconvergentes para sentarse en la mesa de diálogo a la que estos descartan sumarse. “Si vamos a abordar la naturaleza del conflicto político y vamos a las causas de fondo, cuantos más seamos, mejor“, había aseverado Aragonès, pero JxCat no sopesa enterrar la unilateralidad porque “sería renunciar a la nación”. Aviso que llega después de que Puigdemont fijase las condiciones para avalar al líder del PSOE con la amnistía como prólogo para empezar siquiera a hablar, más allá de contactos informales. “Cualquier acuerdo” con el Estado deberá ser “verificable” y el Gobierno español deberá “pagar por adelantado”, ha aventuradoTurull, como pasó con la constitución de la Mesa del Congreso. “El momento actual nos tiene que servir para saber qué tipo de Estado tenemos delante: uno que, cuando ha podido, ha tratado de oprimir, uniformizar la sociedad catalana con la española, lleno de engaños, y que no es coherente con un Estado plurinacional. Eso nos tiene que servir para no caer en la ingenuidad a la hora de negociar cualquier cosa”, ha zanjado el líder de Junts, mientras el president en el exilio, desde Waterloo, ha lanzado su recado. “No solo hay que reivindicar la independencia, también la nación. La Diada es y tiene que ser memoria, porque no sabremos hacia dónde tenemos que ir si no sabemos de dónde venimos”, ha declarado Puigdemont, la figura que ha recibido los mayores aplausos de la jornada por las calles, y quien ha aprovechado para calificar a los partidos constitucionalistas de “ejércitos borbónicos contemporáneos”.
Con la baja de Oriol Junqueras por covid; Aragonès ha querido jactarse de que ha sido ERC quien “ha abierto camino” hacia la amnistía y la autodeterminación gracias a su apuesta por la negociación. “Quien marca paso para que mucha gente se pueda añadir, normalmente es el que más heridas recibe”, ha precisado en clara alusión a su competidor soberanista en unas urnas donde los republicanos han salido diezmados. El president ha llamado a abrir una “nueva fase en el proceso de resolución del conflicto, que trata sobre la soberanía”. Mientras, la CUP ha reclamado a unos y otros “dejar de mendigar. Lo importante no es lo que pase allí, sino lo que hacemos y lo que pasa aquí”. Más lejos, Sánchez, y el cauteloso socialismo, aguardan a que caiga Feijóo. El resto está por ver.