DE vez en cuando hay que plantear una moción de censura para que todos sepan que uno está ahí y que otros están donde están. Los políticos le han cogido el gusto a esto de censurar gobiernos desde aquel éxito simpar de Sánchez que todavía escuchamos en las radiofórmulas. La próxima de Vox, también perdida, confirma aquella vieja acusación del PP cuando soflamaba que los socialistas utilizaban las herramientas parlamentarias para beneficio político. La escuela Sánchez ha dejado dos mociones del mismo partido estrelladas contra los escaños pero arrancando esta vez una campaña desde el mismísimo Congreso. Todavía, pese a sus vaivenes ideológicos, algunos se preguntan qué hace Ramón Tamames, líder del PCE, 89 años y candidato a presidente del Gobierno, encarnando la alternativa a un Ejecutivo de la mano de Vox. Pues otra herramienta más, notable, nonagenario y experto en ciabogas, prima donna de una censura que llenará los informativos y los móviles de memes para que algunos se enteren de lo que está pasando solo por su envés de coña marinera. Para registrarla tres meses después de anunciarla y tras las negativas de Feijoós e Ineses, ni tan mal. “Si fueses mi padre, no te dejaría hacer esto”, le dijo el gallego, como si a Tamames le importara Génova entera, abstemia y muda en esta moción que se le ha hecho bola a Abascal. Esperpéntica, le llaman. ¡Pero qué esperpento más rico! Y Sánchez brinda con el espejo.

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