En la ciudad del vino, del buen comer y del camino de Santiago hay una calle que se conoce popularmente como 'la senda de los elefantes'. El simpático sobrenombre de la calle Laurel, la travesía de bares más famosa de Logroño y de La Rioja entera, no tiene mucho que ver con un exótico safari africano. Aunque bien visto, ir de pinchos también conlleva sus riesgos, sobre todo para el bolsillo y el estómago: en la serpenteante callejuela del casco antiguo de la ciudad hay un local cada dos metros, lo que da una suma total de más de 60 establecimientos hosteleros, de los cuales una docena son restaurantes y el resto bares. Así que, mucho cuidado. Habrá que dosificarse si uno no se quiere atiborrar a vinos y manjares de todo tipo para no terminar trompa y a cuatro patas como el paquidermo del zoo que gime, ruge y ducha con agua a los turistas que pasan a su lado. 

La calle Laurel, paralela a Bretón de los Herreros, tiene más de 100 años de historia gastronómica. El derribo de un edificio en la Travesía Laurel dio origen al bar más antiguo de Logroño, Blanco y Negro, a finales del siglo XIX. Su pincho estrella es el 'Matrimonio', un delicioso bocatita de anchoa y pimiento verde. A su alrededor fueron surgiendo pequeñas tascas en los que se servía vino y un poco de queso y embutido para acompañar el trago. La especialización llegaría después, pero el Blanco y Negro fue el primero.

Vista de la calle Laurel en el Casco Viejo logroñés.

Vista de la calle Laurel en el Casco Viejo logroñés. La Rioja Turismo

En 'La Laurel' cada establecimiento tiene su propio plato. Un bar, un pincho. Esa es la filosofía. Se juntan logroñeses y foráneos en armonía a la hora del vermú o ya por la noche. En las arterías adyacentes, como San Agustín, también se puede tomar algo prologando así el circuito de bares. Cenar tapeando es una opción muy recurrente y por el que no nos vamos a dejar un ojo de la cara. Un corto (zurito) o un vino de Rioja junto a su correspondiente pincho rara vez suele pasar de los tres o cuatro euros. Los turistas son bienvenidos; las despedidas de soltero, muy frecuentes en la capital de la Rioja, hace tiempo que están vetadas

En muchos bares se prohíbe expresamente la entrada de cuadrillas beodas que acompañan a los novios con disfraces estrambóticos y de mal gusto. Ante la complejidad de aplicar la normativa existente frente a ciertas actitudes incívicas propias de las despedidas, un cartelito en la puerta del bar avisa de que no pueden acceder. Asunto arreglado. El desmadre no está bien visto en la calle Laurel. Come y bebe lo que quieras, pero haz el favor de comportarte con educación y respeto.  

Menos conocida y, por lo tanto, con tibia afluencia de turistas y mayor presencia local es la calle San Juan. La actividad hegemónica es la hostelería, pero históricamente ha sido un lugar con mucha vida de barrio y una notable pujanza comercial. Un ejemplo reciente: haciendo esquina con la travesía Ollerías se encuentra la tienda de discos, libros y ropa vintage ReLoop, la única de su especie en Logroño.

SUS RECETAS

El 'champi' con gambas

Ingredientes

Champiñones

Gambas

Pan

Salsa secreta

Popular pintxo logroñés, el 'champi' con gambas.

Popular pintxo logroñés, el 'champi' con gambas.

Elaboración

Resulta misión imposible reunir en tan poco espacio la impresionante oferta de pinchos del binomio Laurel/San Juan. Los hay de casi todos los gustos: clásicos, con toques modernos, contundentes, en bastantes casos con nombres de los más curiosos. Los champiñones de El Soriano son parada obligatoria en el corazón de 'La Laurel'. El cartel no engaña: su famosa silueta con el hongo y su sombrero indican lo que vamos a comer en su interior. No hay más. El espacio es pequeño, en hora punta no cabe un alfiler. Solo sirven una torre de 'champis' a la plancha con una gambita encima que baila como puede sobre una rebanada de pan. El palillo que atraviesa el pincho obra el milagro y no terminan de caerse, por lo que esta suerte de Torre de Pisa del pincho logroñés se mantiene en pie. 

La hermosa plancha de la barra se cubre de decenas de champiñones que salen escopetados al panecillo. A continuación, le añaden una salsa secreta que, como la fórmula de la Coca-Cola, guardan con muchísimo celo. Y ya estaría. Es un plato tan simple como resultón. 

En este lugar de peregrinación culinaria no resulta nada fácil encontrar sitio. En El Soriano lo normal es comer de pie, con las manos pringosas y como buenamente se pueda. Existe una alternativa que dispone de más espacio en su interior: a unos pocos metros de distancia se encuentra el bar Ángel, otro de los clásicos de 'La Laurel' donde también sirven el famoso 'champi con gambas'. Su fundador, Ángel Villanueva, falleció a los 89 años en 2020. Fue un mazazo. La ciudad estuvo de luto. En la actualidad, el negocio lo regentan su hija y su nieto. Los hay quienes son más del Soriano y los que prefieren esta segunda opción. La receta es la misma o eso parece en un primer bocado. En la calle Laurel, el pincho de champiñones bañado con una salsa infalible sigue siendo la estrella. 

'Bolo de pinhão' (Tarta de piña)

Ingredientes

Para la crema:

200 ml de leche condensada / 200 ml de crema espesa / jugo de limón verde / 200 g de azúcar / 1 clara de huevo

Para la pasta:

6 huevos / 140 g de harina / 60 g de maicena / 125 g de azúcar / 1 cucharada de levadura química

Para la crema brasileña:

1 lata de piña en trozos en almíbar (apartar el almíbar) / 1 lata de leche condensada y la misma cantidad de leche / 3 cucharadas de maicena / 300 ml de crema líquida / 1 sobre de coco rallado

Tarta de piña. Hogarmanía

Elaboración

Para hacer este elaborado postre carioca empezaremos con la crema. Batimos la clara de huevo, agregando poco a poco el azúcar. En otro recipiente, batir la crema en chantilly, añadir la leche condensada y el jugo de limón verde. Luego unimos ambas mezclas y batimos. La guardamos en la nevera. Mientras preparamos la pasta. Batimos las claras de huevo, agregamos las yemas una a una y batimos hasta que la mezcla duplique su volumen. Mezclar juntas la harina, la maicena y la levadura y la añadimos a los huevos. Precalentamos el horno a 200 grados. Vertemos la pasta en un molde y lo metemos en el horno 40 minutos. Para preparar la crema brasileña mezclamos la maicena, la leche y la leche condensada en una olla y calentamos a fuego medio, sin dejar de remover. Dejarla enfriar, batir y meter en la nevera.

Cuando el pastel esté frío lo desmoldamos y cortarmos en dos horizontalmente. Humedecer la mitad inferior con 25 ml del almíbar de piña, repartir los trozos de piña y cubrir con la crema brasileña. Encima poner la otra mitad del pastel. Humedecerla también con 25 ml de almíbar y cubrirla con la otra crema. Decorar con el coco rallado y guardar una hora en el frigorífico antes de servir.