“Será mejor si Max Verstappen gana el título en Japón”, ha manifestado Helmut Marko, asesor de Red Bull, antes de visitar el pasado fin de semana Singapur, donde Verstappen gozó por primera vez esta temporada de opciones matemáticas de proclamarse campeón del mundo. Para Marko, posponer la consecución a la cita de Japón resultaba idílico, al considerar que encumbrarse allí representaría un brindis por la marca Honda, fabricante de las unidades de potencia que permitieron el título en 2021 y que este año sigue trabajando en colaboración con Red Bull, que ha creado un departamento que la próxima campaña comenzará su andadura en solitario como fabricante de motores. De algún modo, Marko considera que Honda ha logrado impulsar la historia de la escudería.

Así, tras dejar pasar las remotas posibilidades de Singapur, Japón, el país del sol naciente, será el lugar del sol menguante si Verstappen lo propicia. El neerlandés podrá apagar a su competencia. Para decidir el Mundial de Pilotos, el neerlandés deberá sacar 8 puntos a Charles Leclerc, su inmediato perseguidor, y 6 a Sergio Pérez, su compañero de equipo. En cualquier caso, Mad Max dependerá de sí mismo para proclamarse: si gana y logra la vuelta rápida, será de nuevo jerarca de la Fórmula 1.

Con 104 puntos de ventaja sobre Leclerc, 106 sobre Pérez y con 136 en juego en las últimas cinco pruebas del calendario, incluido un fin de semana con carrera al esprint en Brasil, parece cuestión de tiempo que Verstappen se ciña su segunda corona consecutiva. El escenario es idílico. Abrumador, incluso. Aunque no todo fue paradisíaco para Red Bull.

El equilibrio del inicio del curso, con Ferrari codeándose con Red Bull –y en concreto con Leclerc debatiendo de tú a tú con Verstappen–, se desestabilizó el 24 de junio, cuando el neerlandés comenzó en Francia –12ª carrera– una secuencia de cinco victorias consecutivas, hasta alcanzar el Gran Premio de Italia, que han encarrilado la consecución del título. Desde entonces, Verstappen ha adquirido otra dimensión: corre contra la historia.

Cuando con 17 años y 166 días Verstappen estaba a punto de convertirse en el piloto más joven de la historia en debutar en la F-1, el bisoño advirtió: “Quiero batir todos los récords”. Ser el más precoz no era suficiente y el descaro ya era su firma. Ahora, con 25 años, tiene varias de plusmarcas a su alcance como estímulo añadido.

Posibles récords

Verstappen no solo ha aproximado el desenlace del campeonato con 11 triunfos en 17 carreras, sino que además ha dado lugar a la posibilidad de batir varios récords de la competición; cierto es que este campeonato alberga más carreras que ningún otro, 22. Está en condición de ser el piloto con más victorias en una temporada, el piloto con más puntos en una campaña y el piloto con más diferencia de puntos sobre el segundo clasificado.

Mad Max tiene cinco carreras por delante para sellar tres victorias y batir los récords que ostentan Michael Schumachacher (13 victorias en 18 carreras en 2004) y Sebastian Vettel (13 victorias en 19 carreras en 2013). Asimismo, el neerlandés posee 341 puntos y necesita sumar 73 de los 138 en juego para superar los 413 que aglutinó Lewis Hamilton en 2019. Por último, con 104 puntos sobre Leclerc, puede distanciar al monegasco a más de 155 puntos, los que sacó Vettel a Fernando Alonso en 2013.

Todo ello son motivos para que Verstappen acelere el desenlace, si bien viene de cometer uno de los pocos errores del curso, una pasada de frenada que le condenó a la séptima plaza en Singapur, el peor resultado del año sin tener en cuenta sus dos abandonos. “Esto no es para lo que estoy aquí”, lamentó ambicioso.

Por otro lado, la visita a Suzuka llega rodeada de incertidumbre, ya que la pandemia impidió correr allí los dos últimos años. Además, Mercedes acaparó las victorias en las seis últimas ediciones, una escudería que este curso no ha logrado un triunfo y difícilmente hará del pasado reciente un argumento de favoritismo.