Las fábricas de la CAV cerraron 2022 con un crecimiento del volumen de negocio del 25,6% un cinco puntos más que la media del Estado, tras acumular 22 meses consecutivos de crecimiento interanual. El sector industrial vasco se refuerza así de cara al nuevo ciclo de ralentización y su actividad será clave para evitar que el menor ritmo de crecimiento derive en una recesión.

Ninguna previsión apunta a ese posibilidad, pero el dinamismo que mostró el año pasado la industria de Euskadi despeja todavía más las dudas. Según los datos que ha hecho públicos el Instituto Nacional de Estadística, INE, el sector manufacturero cayó en diciembre un 22,3% respecto a noviembre. Por ese lado de la estadística se percibe el frenazo progresivo de la industria, que en noviembre creció un 10% respecto a octubre.

Además, la evolución mensual estuvo caracterizada por los dientes de sierra. Los habituales, el parón del verano y el resto de los efectos del calendario festivo, pero también otros ligados a la contemporización de los ritmos de producción, más acusados si cabe que en los ciclos de expansión.

Son los datos interanuales, la comparación con el mismo mes del año anterior, los que, en cambio, sostienen uno de las etapas más solidas de crecimiento de las manufacturas vascas. Sobre todo porque los datos de 2021, que fueron muy buenos, estaban dopados por el bloqueo de la economía en 2020 por la pandemia. La comparación solo podía ser positiva. Lo difícil era mantener el ritmo en 2022.

El INE también ha hecho pública la estadística de la actividad del sector servicios, que creció el año pasado un 16,2% respecto a 2021 frente al 19,9% de la media del Estado. El empleo, por su parte aumentó en un 1,7%, un porcentaje muy inferior al del conjunto del Estado, que tiene un gran motor de generación de puestos de trabajo en las comunidades volcadas al turismo.