Enrike Solinís (Bilbao, 1974) encuentra en Manuel de Falla un espejo en el que mirarse. “Y en el que nos tendríamos que mirar muchos, porque era una persona de mundo que también supo valorar lo de casa”, cuenta el músico. Gran admirador de la obra del compositor gaditano, dirige hoy a su formación (Euskal Barrok Ensemble) sobre el escenario del Teatro Arriaga para interpretar una versión en clave barroca de una de sus obras más conocidas: El Amor Brujo. 

Cuenta Solinís –codirector de la formación junto a Miren Zeberio– que comparte con Falla la pasión por la música antigua, ámbito en el que se desempeña con Euskal Barrok Ensemble. También apunta que le interesan “las sonoridades orientalistas” que el autor plasmó con tanta frecuencia en sus ballets y conciertos. La formación vasca también las ha incluido en su relectura barroca de la obra, donde convergen otras corrientes artísticas como el flamenco para verter sobre las tablas del teatro un cóctel musical que podría haber resultado exquisito para el músico gaditano, según los Euskal Barrok Ensemble. “Es una obra fiel a lo que nosotros entendemos que Falla quiso expresar y que tiene en cuenta a las personas de hoy en día”, detalla Solinís. 

Admite, también, que quien busque un Amor Brujo purista no va a poder encontrarlo en su propuesta, que huye de las etiquetas y de los estándares. Sin embargo, también dice que esta interpretación sigue los pasos marcados por el autor y que se ha confeccionado teniendo en cuenta sus gustos. “Ese es el plus que añadimos al Amor Brujo en nuestra versión”, subraya. Así, como a Falla le interesaba la música del barroco, la pieza de Solinís y los suyos conecta “alguna original de esa época con algún movimiento de su propia pieza”. Las intrusiones de sonoridades ajenas al ballet original no son arbitrarias. Según Solinís, se incluyen en la obra “porque su encaje es perfecto y tienen sentido”. 

La presencia del flamenco

En ese mismo orden de ideas, también han considerado pertinente que el flamenco tenga una presencia importante, casi central, en su revisión de Falla. “Aunque en su época todavía no se había inventado o, a lo sumo, estaba en ciernes”, admite el director de Euskal Barrok Ensemble. Son la cantaora Teresea Hernández y la bailaora Sara Jiménez quienes agregan un sazón andaluz al particular Amor Brujo del grupo. “Aportan la sonoridad que creemos que le gustaría escuchar a Falla hoy en día”, insiste el músico, que remarca el carácter de homenaje que destila su propuesta. Además, apunta que en la versión original de la obra, concebida para ser interpretada por Pastora Imperio, la voz se alejaba del canto operístico. “Se acercaba más a la que nosotros creemos que se utiliza en el Flamenco hoy en día”, punta el músico.

Solinís también considera que la intervención de ambas artistas aportan cercanía y naturalidad a la obra del artista y apuntalan el concepto de transversalidad que atraviesa todas y cada una de las producciones que llevan a escena. “Y es que en los programas siempre intentamos que haya músicos de mundos distintos”, comenta el director. 

Una mujer en la sombra

Por otro lado, este año se celebra el 150º aniversario del nacimiento de la escritora riojana María Lejárraga (San Millán de la Cogolla, 1874-Buenos Aires, 1974), la letrista oculta de El Amor Brujo y de otras obras del gaditano, con quien colaboró estrechamente a lo largo de su carrera. Sin embargo, sus contribuciones se perdieron en la niebla de los tiempos, ya que, conforme a las convenciones de la época, firmaba con el nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra. Condenada al exilio después de la Guerra Civil, firmó en el último tramo de su vida como María Martínez Sierra. 

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Solinís cuenta que Lejárraga merecía un reconocimiento, “al igual que otras muchas mujeres artistas, ocultas en la sombra”. Euskal Barrok Ensemble, además, afirma tener un firme compromiso con todas ellas. Una palabra dada que se ha traducido en una de sus últimas producciones, dedicada a Sub, “la esclava cantora que gobernó Al-Andalus”. “Es un tema que queremos hacer visible”, zanja Solinís. Marcha, tiene que seguir ensayando.