“Intento no hacer concesiones y mantenerme coherente con mi deseo de hacer lo que quiero”, afirmaba hace un par de años June Crespo, poco antes de su participación en la Bienal de Venecia, donde demostró que esa fidelidad hacia sí misma fue un acierto. El nombre de la artista navarra afincada en Bilbao lleva años sonando entre lo más destacado de la escultura vasca. Por ello, no es ningún capricho del azar que vaya a protagonizar una exposición individual en el Museo Guggenheim con apenas 42 años. Del 1 de marzo al 9 de junio, la pinacoteca bilbaina permitirá conocer de cerca los últimos siete años del trabajo de la escultora a través de Vascular, una muestra compuesta por una selección de una treintena de obras de gran tamaño.

Esta característica de las piezas de Crespo, de hecho, hará que la exposición se instale en la sala 105, una de las más grandes del museo. “Le propusimos, de manera ambiciosa y entusiasta, que presentara su trabajo fuera de la escala común”, adelantó el comisario Manuel Cirauqui durante la presentación de la programación del museo. Bajo esa premisa es como la escultora expondrá “todo tipo de procedimientos nuevos e híbridos que han llevado a un nivel inusitado la práctica de esta artista”. A juicio del comisario, Crespo, a la que siguen desde hace tiempo, “representa muy bien una nueva generación de la escultura tanto en el País Vasco como en el Estado español, pero en Europa también se considera una referente”. Cirauqui asevera que la artista despliega un “talento fuera de lo común” con lo que llevará a cabo “un proyecto absolutamente singular”.

Además de la selección de obras recientes, la muestra recogerá un conjunto concebido específicamente para uno de los espacios del museo. De hecho, tanto a nivel espacial como conceptual, la presentación se plantea como un punto de inflexión en el historial expositivo de la artista. Licenciada en Bellas Artes por la UPV/EHU, participó en el programa de residencia De Ateliers (Amsterdam) entre 2015 y 2017. Entre sus últimas exposiciones individuales destacan Vieron su casa hacerse campo (2023) en CA2M, Móstoles; Acts of Pulse (2022) en P420, Bolonia; Entre alguien y algo (2022) en CarrerasMúgica, Bilbao. . Paralelamente ha trabajado en exposiciones colectivas como L’écorce, CRAC-Alsace 2023; The milk of Dreams, Pabellón principal de la Bienal de Venecia, 2022; Fata Morgana, Jeu de Paume, París; o El sentido de la Escultura, Fundación Miró, en Barcelona.

En los últimos años, June Crespo ha consolidado su posición como una de las artistas vascas con más proyección. Su participación en ferias como en ARCO, con obras en diferentes galerías, es el mejor ejemplo de su intento por diversificar. “Todo ha tenido su aceptación. Lo que ocurre con el interés sobre ciertas obras es que va por detrás de donde estás. La gente se interesa por lo que más reconoce”, confesaba la artista, en relación a la venta de sus trabajos. La navarra reconocía así que a menudo percibía un asincronismo entre lo que está produciendo y lo que los coleccionistas compran. “Aunque a veces va a la par. El que está apoyando tu trabajo va adaptándose contigo a lo que descubres”, concluía la artista, a la que le gusta retomar caminos antiguos a la vez que explora nuevos terrenos. Según pudo constatar la propia escultora, su participación en la Bienal de Venecia, además de favorecer su internacionalización, animó a más coleccionistas a adquirir obras suyas.

Una treintena de piezas

La práctica escultórica de June Crespo se sitúa voluntariamente en la encrucijada de múltiples caminos y líneas de investigación contemporáneas. Por un lado, establece un diálogo transformador con los conceptos que han marcado el arte vasco en las últimas décadas, “pares móviles” como la abstracción y el gesto, lo trágico y lo opaco, la ligereza y la extrañeza. De la misma forma se hace cargo de cuestiones cuya urgencia estaba ausente de los grandes debates hasta hace relativamente poco, particularmente en lo que respecta a la sensibilidad feminista y la conciencia de la devastación que el modo de vida moderno ha llevado a la naturaleza, ya plenamente sometida a los ciclos de producción y reproducción industrial.

Según desvelan desde el Museo Guggenheim, en la obra de Crespo los materiales aparecen como agentes de operaciones complejas, afectándose unos a otros en sus ensamblajes. Ello implica a menudo la aparición de partes reconocibles de recipientes o estructuras constructivas. El nuevo conjunto de obras que da título a la exposición, Vascular, aparecen igualmente tallos y partes de flores y plantas redimensionadas y dispuestas en conjuntos que muestran, suspendido, un intenso dinamismo. El carácter vivo y empático que la artista imprime a sus materiales, a la gestualidad de sus piezas, se encuentra en la base del proyecto de exposición.

Vascular se articula en torno a una nueva producción en la cual convergen formas, gestos y preguntas recurrentes en muchas series de Crespo. Ejemplos de ello pueden ser el uso escultórico o incluso arquitectónico de las imágenes fotográficas, convertidas en grandes impresiones de suelo; o la presentación de soportes de la producción industrial o la construcción, como mesas de trabajo o plataformas elevadoras, en un rol no autónomo, sino funcional, para un conjunto escultórico, sirviendo ambos de soporte a la proliferación de formas vegetales, tubulares y cilíndricas en el espacio. A esta descripción, corresponden obras como Vascular (5), realizadas mediante chapa lagrimada de acero curvada y alfombras.

El apunte

Catálogo. Acompañando a la exposición, la publicación ‘June Crespo. Vascular’ plantea su propio despliegue de materiales. Destaca el conjunto de anotaciones del diario de la artista, un documento inédito que atestigua de su metodología y del recorrido existencial que va unido a la nueva producción en los dos últimos años. Al diario de la artista se une un ciclo poético escrito por Miren Agur Meabe, Premio Nacional de Poesía (2021), así como dos ensayos críticos de Jara Rocha, activista y teórica, y Manuel Cirauqui, curator.