En un pequeño café bar, que se encuentra cerca de una estación de un lugar indeterminado donde hace frío, cuatro personas buscan el amor. Son cuatro seres algo atribulados, que buscan la felicidad en un mundo que no les considera, que es injusto y que perciben como algo ajeno y algo hostil. Pero saben que sus vidas están a punto de dar un vuelco, porque este no es un día cualquiera. 

Con esta premisa comienza ‘La sed del minotauro’, la octava producción de la compañía Khea Ziater que se estrena este viernes, 2 de febrero, sobre las tablas del Teatro Arriaga. Ese día el elenco interpretará su versión bilingüe con textos de Jon Gerediaga mientras que las funciones de los días 3 y 4 de febrero se desarrollarán íntegramente en castellano. 

Un drama divertido

La sed del minotauro es un drama divertido. Es una propuesta que guarda cinco personajes que entran y salen en busca de una felicidad, en busca del amor”, ha explicado Alex Gerediaga, creador y director de la obra, en su presentación. Ha apostillado que ese amor se retrata en las diferentes edades de cada protagonista. Así, existe un querer joven, “tan intenso y doloroso como suele ser”, y otro amor más maduro, lleno de cicatrices. 

Jon Ander Urresti, Ainhoa Artetxe, Leire Ucha, Arrate Etxebarria y Txubio Fdez. de Jáuregui forman el elenco encargado de poner cara a esas diferentes maneras de amar. “Todos ellos llegan al bar con una actitud positiva, porque es un buen día. Pero eso va a ir cambiando. No les van a ir muy bien las cosas”, ha adelantado Leire Ucha.

Ese optimismo a la hora de enfrentar la vida es una de las características que comparten los cinco personajes del elenco, según Gerediaga. Otra cualidad común es el desastre, un caos tan histriónico que incluso enternece o, al menos, eso es lo que pretende el texto. "Son unos personajes patéticos. Y podemos vernos reflejados en ese patetismo, en querer hacer las cosas bien y fracasar", ha indicado Jon Ander Urresti.

Entre el teatro y el cine, un "film escénico"

Por otro lado, esta nueva producción de Khea Ziater continúa la senda marcada por las siete que la preceden: la intersección de códigos teatrales y cinematográficos,  tanto en el plano narrativo como en el plano escénico. “Este es un film escénico. Hemos utilizado pantallas para mostrar el exterior de ese bar donde sucede todo y, a través de cámaras integradas, se muestra lo que piensan e imaginan los personajes”, ha desvelado el director. 

Gerediaga también ha indicado que la compañía sigue en la búsqueda “de hallar los recursos de amplificación tanto sonoros como visuales” que dan como resultado una interpretación más propia del cine pero que no olvida el teatro: “El medio en el que trabajamos es el teatro y eso lo tenemos bien claro”.