EL pueblo lo cantaba por las calles entre alegrías. La copla que inmortalizó el sélebre Bonifacio Santamaría, Penetre, decía algo así como “El Orfeón de Bilbao/gana los premios cantando./No hay pelotari en el mundo,/como el Chiquito de Abando.” Lo tuvo bien ganado aunque casi puede decirse que entra en escena un ser mitológico. Pongámonos en escena. Acaba de llegar el verano de 1877, era el 22 de junio, cuando en aquella Abando, mitad campesina, mitad marinera, nacía Ángel Bilbao y Aguirre, que fue bautizado en la Iglesia Parroquial de San Vicente Mártir, de Abando. Cuentan las crónicas de aquel entonces que hubo festejo por todo lo alto con merienda en el txakoli de Tragatierras (era la casa de Pura Iturralde, antecesora del árbitro vasco del mismo apellido...), brindándose por el futuro del chaval, sin suponer, claro está, que por quien brindaban había de ser, muy pocos años más tarde, el caso más precoz que existiera en la historia del deporte de la pelota. Lo dicho: suena a elegido desde la cuna.

Fue la primera de las leyendas que le rodean. No en vano, cuentan que con 14 años y una cesta se fue hacia Las Américas, a Buenos Aires con una expedición de pelotaris. Causó sensación en los frontones y cuando volvió cuentan que entró en casa, echó sobre la mesa una bolsa llena de monedas de oro y dijo: “¡Ahí tienes, ama!”. Ya en Bilbao, se mantuvo en el arte de la pelota. El Frontón de Deusto, inaugurado en 1888, reclamó los servicios del Chiquito de Abando alternando con todos los ases de la época. Y es en este frontón donde formaría pareja invencible con el colosal Pedro Arrese, Portal.

La fama de Chiquito de Abando y Portal trascendió los límites del territorio y los frontones de San Sebastián, Madrid y Barcelona conocieron las proezas de estos pelotaris que lo arrollaban todo con la maravilla de su juego y fuerza. Jugaron contra las más formidables parejas y de todos los partidos que jugaron juntos, que fueron innumerables, solo perdieron cuatro y de ellos en tres dieron ventaja, y el otro jugaron contra un trío. Eran una pareja fabulosa que reinaba en las tierras de las apuestas, hasta el punto de que Penetre volvió a cantarle. “Viva el Chiquito de Abando/que le llaman quisquillero,/el que nos hace meter/al bolsillo el dinero.”

¿Quieren algún ejemplo de su grandeza? Fue memorable el partido jugado en el Frontón de Madrid por Portal y Chiquito de Abando el día 30 de junio de 1893, contra Pedrós y Gamborena, con el resultado de 50-43 a favor de La pareja Invencible. El frontón madrileño estuvo abarrotado y cuando Chiquito de Abando consiguió el tanto final, todos los vizcainos que presenciaban el partido se lanzaron a la cancha para abrazar a los vencedores. Pero ya antes, en plena apoteosis, habían lanzado boinas, sombreros y cientos de monedas de duro.

Solo tenía diecisiete años, y ya toda fama y gloria conquistadas, cuando una dolencia de riñones y tobillos, así como su propensión a engordar, motivaron el que Chiquito de Abando bajara en su rendimiento. Padrós aprovechó su dolencia para batir la imbatibilidad que le acompañaba. Su regreso, meses después, recordaba al deambular de un fantasma.

En 1903, los hermanos Eraso, en la cúspide como jugadores de pelota a pala, lanzaron el reto a los cuatro vientos del País Vasco una traviesa de mil pesetas por medio. Chiquito de Abando con el delantero Goicoechea, aceptaron el reto. Partido a cincuenta tantos. En el frontón de Bergara. Igualada a 37 tantos y victoria final del Chiquito de Abando y el deustoarra Goicoechea. La locura. Resurgía el coloso como nueva ave fénix pero ahora con la dura y difícil herramienta. Hizo carrera y en septiembre de 1941, ya retirado en Las Arenas, falleció.