Sara Citores se arrodilla para mostrar orgullosa las filas de puerros que asoman en la huerta. También hay lechugas, coliflores, calabazas... Un poco más allá, tiestos con freseras e incluso árboles frutales como ciruelos, manzanos y aguacates. “Ayudo también a mi tío. Hay que regar bien las plantas, remover la tierra al plantar y, sobre todo, quitar las malas hierbas”, explica esta joven de 20 años, amante de la lectura, el cine –en especial de las películas de Halloween–, especialista en pizzas caseras y que sueña con participar en las Paraolimpiadas. “Me encanta jugar al ping-pong y estoy en un equipo de Rekalde”, afirma con entusiasmo. Ella es una de las 24 personas con autismo que cada día acuden al centro puesto en marcha por la Diputación Foral de Bizkaia y Apnabi en Derio, que está a punto de cumplir un año con una visión innovadora: no solo por su apuesta por la sostenibilidad ambiental, que se hace notar desde los materiales con los que está construido el propio edificio hasta los alimentos con los que se cocina la comida, sino porque da una vuelta de tuerca a las dinámicas que se sigue habitualmente en este tipo de centros, con actividades que los propios usuarios diseñan y eligen, y una relación directa con su entorno; el mes pasado, sin ir más lejos, donaron parte de la cosecha del huerto al Banco de Alimentos y han recogido juguetes para los niños más desfavorecidos la pasada Navidad.

“Queremos participar en la comunidad y que se beneficie también de nuestras actividades”

ARITZ REMENTERÍA - Director del centro de Apnabi en Derio

El centro llama la atención desde su propio exterior: por fuera parece un gigantesco pabellón blanco. Solo al estar más cerca y, sobre todo, al entrar, se descubre que esa capa exterior funciona como una especie de invernadero. “De hecho, la calefacción solo ha saltado una vez en todo el año que llevamos aquí”, afirma su director, Aritz Rementería. Dentro, sorprende una gran plaza cubierta, donde varios jóvenes charlan en unos sofás y otros riegan los pequeños semilleros en los que cultivan fresas, y sobre todo las estructuras de madera, a modo de casetas, que conforman los espacios interiores: espacios multiusos, salas de estar, comedor, cocina... Y es que todo aquí, desde el continente hasta el contenido, gira en torno a la sostenibilidad medioambiental. “El centro en sí tiene el objetivo de tener una huella cero; si el día de mañana nos vamos de aquí, que los restos que dejemos sean los mínimos posibles”, explica el director. “Usamos materiales reciclados y reciclables, el consumo energético es mínimo y autoabastecido, le damos mucha importancia al reciclaje... Desde Apnabi siempre hemos dado mucho importancia al medio ambiente y la vida saludable; aquí hemos aprovechado que hemos levantado algo desde cero para dar forma a todo eso. Derio es su exponente máximo, ya que aúna no solo la concienciación sino que empieza por la estructura en sí”.

Sara Citores e Idoia Angulo, en el gran huerto del que dispone el centro. José Mari Martínez

Dentro de esa gran carpa, el centro bulle de actividad. Un compañero ayuda a Mikel a regar un árbol; en la puerta, Álex y Vicen esperan a la monitora que les llevará a una fiesta de Halloween a la que les han invitado en otro centro de la asociación. Un total de 24 personas, de entre 20 y 45 años acuden cada día a Derio; algunos lo hacen en los autobuses de la propia asociación y otros de forma autónoma en transporte público. Porque el verdadero objetivo de este día a día es, precisamente, conseguir que, en función de sus capacidades, aprendan cada día a ser un poco más independientes y autónomos. Así que todas las actividades giran en torno a esa meta, a la que se van acercando gracias al apoyo de un equipo profesional formado por siete personas. “Tienen un uniforme y son ellas las que ponen la lavadora, la secadora, ponen la mesa, hacen y sirven la comida, van a hacer las compras... Dependiendo de la persona, al principio ese apoyo será más o menos intenso, y la idea es poder ir retirándolo. En todo lo que se hace, el hilo conductor es que vayan aprendiendo destrezas para la vida independiente”, cita a modo de ejemplo Rementería.

“El hilo conductor es que vayan aprendiendo destrezas para la vida independiente”

IDOIA ANGULO - Profesional del centro

La semana empieza con una reunión de equipo en la que se dividen las actividades en las que van a participar cada uno. Hay tareas fijas, de las que ninguno se puede escaquear, pero más allá de ellas son los propios usuarios los que eligen en cuál quieren participar: ir a la biblioteca municipal, a la piscina, participar en talleres, hacer excursiones... Y los viernes no se pierden un pintxo-pote para dar la bienvenida al fin de semana. “Intentamos hacer un mix de las dos cosas; a partir de lo que ellos solicitan, y nosotros consideramos interesante para trabajar todos esos aspectos vamos organizando actividades para toda la semana”, explica Idoia Angulo, una de las profesionales que les acompaña. “La idea es que sean las personas las que lleven el centro”, añade. “Yo, como profesional, soy su persona de apoyo para alcanzar las metas pero son ellas las que dirigen su vida, trabajando así su empoderamiento. Que no sean otros los que les digan en qué tienen que participar”.

Jardines y huerto

El núcleo fundamental de la vida en Derio gira en torno a la huerta y el jardín; no en vano, disponen de 5.000 metros cuadrados de espacio natural al aire libre para cultivos y actividades de ocio al que sacan chispas. “En jardinería y horticultura es donde hay más carga de trabajo, donde el grupo tiene que ser más grande; ahí tienen que comprometerse, uno, dos o tres días, dependiendo de la persona”. Trabajan así, apunta el director, otro aspecto de la vida adulta: el deber de llevar a cabo tareas que, quizá a veces, no nos apetecen tanto, “trabajando así la responsabilidad”. A cambio, disfrutan de otras actividades que le entusiasman, como puede ser el senderismo y todas las que tienen que ver con la naturaleza. Son ellos los que proponen diferentes destinos, cada uno el que más le gusta. “Fuimos a las marismas de Santoña siguiendo la propuesta de una persona que es muy aficionada a las aves y a la fotografía; de hecho, se llevó todo el equipo”, apunta la monitora. Y ahí, en ese elegir a dónde ir, trabajan también habilidades sociales como alcanzar acuerdos. De tanto en cuando, uno de los usuarios del centro invita al resto del grupo a visitar su localidad; se encarga de preparar una guía con los lugares más interesantes y las explicaciones para que la conozcan mejor. “No solo precisa de una preparación previa, sino que también sirve para que se conozcan mejor y que cada persona tenga su momento especial”.

Una de las salas, con materiales reciclados y reciclables.

“Me gusta mucho trabajar en la huerta, el cine y la lectura; aquí disfruto muchísimo”

SARA CITORES - Usuaria del centro

La cocina es otro ámbito del que también se deben hacer cargo; desde elegir el menú –desde una perspectiva de cocina saludable–, buscar la receta, comprobar lo que necesitan para cocinarla, ir a comprar –si es en comercio local, mejor–, con un presupuesto al que se tienen que ajustar... “Desde ahí también se pueden trabajar un montón de cosas; incluso cuando van a comprar, las personas que son más autónomas acompañan y ayudan a las que necesitan más apoyo”, señala la profesional. Y ahí está, en un lateral de la pizarra en la que han escrito las actividades de cada día y quién va a participar en cada una de ellas, esa lista de la compra en la que han apuntado pilas, tijeras de electricista y piedra de afilar. También se lee cómo alguien se tiene que encargar de llevar unos tickets a las oficinas de la asociación en Sabino Arana.

El ámbito ocupacional, orientado a la jardinería y la horticultura, es otro de sus puntales; competencias laborales para que, en un futuro, pueda incorporarse al mercado laboral. “Algunos llegarán a trabajar y otros no, pero al menos desarrollarán una serie de competencias que antes no tenían”, resume Rementería.

El apunte

Galardón. El centro de día de Derio es uno de los 29 proyectos españoles nominados al Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea. Los galardones Mies van der Rohe, que llegan este año a su 18ª edición, cuenta con una red de nominadores expertos de las asociaciones de arquitectura de toda Europa, que son los que han propuesto 362 proyectos. Ahora, el jurado seleccionará 40 de ellos y visitará a los finalistas para hablar con los arquitectos y las personas sobre las que las obras tienen repercusión.

Trastorno del espectro autista

Recursos y servicios adaptados

Alianza. La Diputación Foral de Bizkaia ha ido creando recursos y servicios adaptados a las personas con trastornos del espectro autista y promoviendo su inclusión social. Solo este año, ha invertido más de cinco millones de euros. Existen seis centros residenciales con 68 plazas y ocho centros de día, con otras 172. Fruto de esta alianza entre la Diputación y Apnabi, este colectivo cuenta también con el centro ocupacional Auzolan y el centro de rehabilitación integral Aldamiz, con 25 y 43 plazas, respectivamente. No menos importantes son los programas de atención, orientación y asesoramiento de las familias, y ocio y tiempo libre, a los que la institución foral destinó 602.000 euros en 2022.