Mientras las entidades bancarias presumen de tener reservas de liquidez para un por si acaso, los bancos de alimentos se las ven y se las desean para que las estanterías de sus almacenes no se vacíen más de la cuenta. Otra contradicción que sumar a la gran paradoja que mueve a estas instituciones humanitarias desde su nacimiento: que haya personas y familias pasando hambre y necesidades cuando la producción de alimentos genera excedentes. En la sucursal de Bizkaia no son ajenos a esta circunstancia, marcada además por el encarecimiento de los precios de todos y cada uno de los productos que conforman la cesta de la compra básica.
Los datos del primer trimestre de este año “son muy preocupantes” si se comparan con los correspondientes al año 2022, que ya presagiaban tiempos de incertidumbre y de apreturas para la pospandemia. Así lo resume Luis Crovetto, al tiempo que ofrece los números que lo corroboran. “Hemos repartido un 20,08% menos de alimentos con un incremento de precios de un 17,31% de los productos entregados, en cuanto al costo medio por kilogramos. El coste medio en 2022 fue de 0,879 euros por kilo y en el primer trimestre de 2023 es de 1,303 euros por kilo. Los datos hablan por sí solos...”, describía en declaraciones a DEIA.
Así y todo, el presidente del Banco de Alimentos de Bizkaia no pierde la esperanza porque su experiencia le dice que la sociedad vizcaina nunca defrauda. No en vano, durante el pasado año fueron capaces de repartir más de 4,34 toneladas de productos alimenticios. Gracias a ese volumen pudieron ayudar a casi 25.000 personas que, por una u otra razón, atravesaban –y puede que todavía lo hagan– una etapa de sus vidas incómoda, de estrecheces y apuros.
El dato concreto de personas atendidas aparece reflejado en la Memoria de Actividad publicada recientemente por el Banco de Alimentos: fueron 24.869, entre los que se contaron 4.906 menores de doce años y 625 lactantes. “Cada persona necesitada recibió una media de 168 kilos de comida”, detallaba Crovetto. Una cantidad ligeramente inferior a los 179 kilos de comida por demandante de 2021, pero por encima de aquellos 145 kilos a los que solo se pudo llegar durante un 2020 gravemente impactado por la pandemia: 30.144 personas atendidas.
Este ejercicio, la situación arrastrada de años precedentes apenas se ha visto reducida y los dramas familiares se repiten: actualmente atiende a 26.668 personas, 1.500 más que a finales de 2022, de las que 20.764 son adultos, 5.197 son menores de 12 años y 702 son lactantes. Sin embargo, desde el Banco de Alimentos de Bizkaia cierran filas para defender a los más vulnerables. Y lo quieren hacer trabajando más y mejor. Por ejemplo, quieren aumentar un 10% las recogidas en los establecimientos con los que colaboran. A día de hoy existen 8 rutas con dos voluntarios en cada furgoneta que recogen los productos donados. El año pasado se metieron entre pecho y espalda más de 145.000 kilómetros recorriendo Bizkaia por sus cuatro costados, apuntaba Crovetto.
Y por si esto no fuera poco, desde el Banco de Alimentos también buscan reforzar su presencia en los cientos de centros educativos existentes en el Territorio, espacios ideales para trabajar la sensibilización contra el despilfarro de alimentos y, al mismo tiempo, puntos válidos para hacer alguna colecta a lo largo del calendario lectivo. El año pasado se consiguieron 21.291 kilos en los 49 colegios que colaboran con la entidad. Todo suma en el milagro que el Banco de Alimentos obra a diario para espantar a los fantasmas del hambre que atormentan a decenas de miles de vizcainos.