Zeberio - Natural de Trapagaran, pero afincado desde 2003 en Zeberio, Iker Mugarra mostró desde muy joven un gran interés por el arte, “sobre todo por la pintura y la escultura”. Tanto es así, que con solo 8 años empiezó a recibir clases en la academia del pintor José Luis Aguirre en Las Arenas y su satisfactoria evolución y aprendizaje le hicieron merecedor, con 14 años, de una beca del Ayuntamiento de Bilbao y la Universidad del País Vasco para realizar estudios de dibujo y pintura en la academia que el artista Rafa Legorburu tiene en la capital vizcaina.

El apoyo de su familia ha sido vital, ya que avanzar en su formación y en su pasión ha supuesto sacrificios como la distancia y la lejanía pero, al mismo tiempo, muchas vivencias y experiencias. “Siempre he tenido claro que el arte era lo que me interesaba y lo han entendido” afirma. Y es que, con 16 se trasladó a La Rioja para estudiar Bachillerato Artístico en la Escuela de Artes de Logroño, ya que “por entonces no estaba aún implantado en Euskadi”. Dos años después se matriculó en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca, la Universidad de Castilla La Mancha. Allí se licenció en 1996, año en el que volvió a cambiar de lugar de residencia para obtener en la Universidad de Navarra el Certificado de Aptitud Pedagógica.

A partir de ahí, comenzó un periplo laboral como profesor de dibujo y pintura o docente que compaginó con la asistencia a cursos de diseño gráfico organizados por el INEM para completar su formación, la realización de exposiciones y cuadros de encargo y la colaboración con varias instituciones vizcainas con trabajos, fundamentalmente, de ilustración y diseño gráfico. Y desde 2010 ejerce como profesor en el departamento de diseño gráfico de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Gasteiz.

La pintura es la disciplina que más ha explotado Iker con trabajos y colecciones de variedad de temas, técnicas y estilos “aunque generalmente dentro de una tendencia figurativa”, precisa. La escultura también le apasiona, “aunque mi obra es aún escasa y se centra principalmente en el ser humano” con especial interés en “el cuerpo como forma física tangible, frágil y efímera, pero también como elemento que cuestiona la estética de lo bello en la actualidad”.

Iker Mugarra es asiduo a los concursos de pintura rápida y al aire libre. “Empecé a presentarme de joven. Luego hubo un paréntesis, lo retomé en 2008 y no he parado”. Con su caballete, lienzo en blanco y su paleta a cuestas, ha recorrido prácticamente toda la geografía nacional y en numerosas ocasiones vuelve a casa con destacados premios y reconocimientos. “La verdad es que me ha ido muy bien. Además de la gratificación económica, obtener un galardón motiva mucho porque a este tipo de certámenes acuden muy buenos profesionales y hay un gran nivel”.

Taller Mugarra dispone, además, de un taller en Areatza en donde “disfruto mucho metiendo horas” y dando rienda suelta a su labor artística, pese a que “entre el trabajo y la familia no tengo mucho tiempo ”. Es, sin duda, donde más a gusto se encuentra. “Los concursos están bien. Es una manera de conocer compañeros y entablar relaciones, pero vas con la idea de hacer una obra con la que te puedan premiar. Lo que creo es el taller es más personal. Lo que me surge de dentro”.

De hecho, tiene ganas de montar una nueva exposición. “Estoy preparando una serie de cuadros en formato grande de mi estilo figurativo. A ver si este verano puedo avanzar y empezar a programar una muestra”.