Trece minutos y 47 segundos. Por si alguien tenía dudas (con su actitud y compromiso en cancha quedó claro que dentro del vestuario no las había) ese fue el tiempo que tardó el Surne Bilbao Basket en demostrar a toda la afición que acudió a la llamada del milagro que lo que parecía imposible no merecía esa etiqueta, que el Bilbao Arena podía ser escenario de otra noche histórica, de las que se quedan grabadas en el recuerdo. Esos trece minutos y 47 segundos fue el tiempo que tardaron los ‘hombres de negro’ en desactivar la desventaja de 19 puntos acumulada en Polonia que les alejaba de la semifinal de la FIBA Europe Cup. En se tiempo de arranque de partido, conectaron un estratosférico 38-18, trasladaron las dudas a un Legia Varsovia que se las prometía muy felices y a partir de ahí imprimieron las dosis de energia y carácter necesarias al partido para cocinarlo en el exacto punto de temperatura que hacía falta, lanzar el zarpazo definitivo en el acto final y catapultarse con el 81-53 a la antesala de la gran final, donde le espera el Chemnitz Niners alemán.

El conjunto vizcaino se ganó el derecho a prorrogar su aventura continental porque cuajó un encuentro soberbio de principio a fin, convirtiendo en hechos las palabras de Jaume Ponsarnau en la víspera: carácter, energía, ritmo y asunción de riesgos. Desde el salto inicial hasta la última bocina, borró la imagen de colectivo timorato que se vio siete días atrás en Varsovia para jugar con un nivel de convencimiento y arrojo llamativos. Con una defensa descomunal, efusiva, solidaria e hiperactiva, con minutos excelentes de Tomeu Rigo o Tryggvi Hlinason, desarticuló a una escuadra que tiene un notable suministro de puntos y en ataque supo hacer valer sus armas, con Kristian Kullamae, de matrícula de honor en ambos aros, Sacha Killeya-Jones y Melwin Pantzar liderando las andanadas.

El mérito de los de Ponsarnau radicó en protagonizar un partido sostenido en una situación límite, con la desventaja de 19 puntos siempre en mente. Salvo una pequeña desconexión de tres minutos poco antes de alcanzar el ecuador de la contienda y castigada por el Legia con un 0-12, su aplomo y desbordante energía marcaron la diferencia. E incluso en ese momento complicado no perdió la cabeza. Siguió a lo suyo, granítico y filoso y hasta la estocada final en los diez minutos del último acto siempre fue dueño de su futuro, constantemente palmo arriba o palmo abajo de la desventaja a desarticular.

El Surne Bilbao Basket saltó a cancha convencido de sus posibilidades. Con ritmo y energía en todas sus acciones, aprovechando la superioridad de Killeya-Jones debajo del aro, las penetraciones de Kullamae y la muñeca de Reyes, marcó muy pronto territorio ante un Legia del que tiraba Polenka y obligó a su técnico a detener la contienda con poco más de seis minutos jugados y un esperanzador 20-10 en el luminoso. Jackson, eléctrico, intentó mantener a los suyos dentro de una asumible distancia de seguridad, pero el conjunto vizcaino siguió intenso en defensa y atinado en ataque, haciendo que al término del acto inaugural se llegara con un excelente 29-17 tras un mate de Hlinason.

Tryggvi Hlinason anota tras hacerse fuerte debajo del aro polaco. Jose Mari Martínez

El conjunto vizcaino, con Rigo elevando hasta el límite el listón de la intensidad defensiva, siguió aplicando al partido el rigor y la intensidad necesarios y a 6:33 del descanso la desventaja de 19 puntos había sido ya remontada. Su ventaja llegó hasta el 40-18 en el ecuador del segundo acto, con un gran parcial de 11-1 en esos cinco minutos. Fue una lástima, y también entendible, que los anfitriones no fueran capaces de dar continuidad a esos momentos de celestial inspiración. Lo aprovechó el Legia Varsovia para salir de las cuerdas y recuperar la verticalidad con un parcial de 0-12 impulsado por dos triples de Vital. Pero a los ‘hombres de negro’ no les temblaron las rodillas con el 40-30. Renfroe taponó la vía de agua desde el tiro libre, Kullamae volvió a asumir galones ofensivos y el 48-32 en el ecuador de la contienda tras otra magnífica defensa pintaba un panorama optimista tanto por los guarismos que reflejaba el marcador como por la actitud y el juego desplegados por el equipo.

En la reanudación, al conjunto vizcaino le costó encontrar la marcha más conveniente, pues en algunas ocasiones le sobraban revoluciones y en otras le faltaban, dejándose además por el camino un par de canastas a un palmo del aro. El Legia, fallón, tampoco aprovechó la situación para equilibrar fuerzas, por lo que el parcial de 5-5 en los primeros seis minutos del tercer acto mantenía inalterado el dibujo del partido. Con Rigo elevando de nuevo la temperatura de la retaguardia y un pequeño arreón ofensivo, el conjunto vizcaino regresó a su territorio deseado con el 59-37 tras la primera canasta del partido de Smith, pero Cowels enfrió los ánimos con cinco puntos seguidos para que a los diez minutos finales se llegara con un 59-42 que dejaba todavía trabajo por hacer.

Y a por ello se lanzó el Surne Bilbao Basket. Con Hlinason agigantado debajo del aro, Kullamae robando balones en defensa al más puro estilo Rabaseda y un triple de Killeya-Jones, el conjunto vizcaino llegó a ver abiertas de par en par las puertas de la semifinal. El 71-45 a falta de cinco minutos era un tesoro de valor incalculable, pero los de Ponsarnau fallaron dos ataques seguidos para darle carpetazo definitivo al asunto. El Legia Varsovia se agarró al partido como pudo y tras una canasta de Polenka el banquillo bilbaino llamó a capitulo a los suyos con un 73-49 a 2:35 del final. Las dudas las borró de un plumazo Killeya-Jones con dos tiros libres y una canasta que ya no tuvieron vuelta atrás. Con Miribilla exigiendo botes y fiesta, el viaje continental suma un nuevo capítulo gracias a una remontada para la historia.