El Surne Bilbao Basket ha gastado a la primera el comodín que consiguió la pasada jornada ganando en la cancha del Valencia Basket. Se esperaba que llegara la fase competitiva en la que el calendario ofrecía una tregua en cuanto a la exigencia de los rivales para seguir pavimentando con éxitos el camino hacia la tranquilidad, pero el Río Breogán le propinó a las primeras de cambio un sonoro sopapo (68-76).

El conjunto de Ponsarnau, claramente de más a menos hasta acabar ofreciendo una sensación de preocupante impotencia, hecho un manojo de nervios en ataque y desplomado en defensa en un último cuarto en el que encajó 27 puntos cuando hasta ese momento había permitido 49, volvió a ser incapaz de dar carpetazo al choque cuando el viento le soplaba de cara y acabó engullido por un huracán gallego que facturó un cinco de seis en triples en los últimos diez minutos.

Y no fue porque los anfitriones no dispusieran de oportunidades para decantar a su favor la cita en los primeros tres cuartos, pero las desperdiciaron una y otra vez. Por momentos, el guion parecía similar al del miércoles ante el Gottingen, pero el desenlace fue mucho más doloroso. En la Liga Endesa conviene no regalar vidas extra a los rivales, porque estos no tienen la candidez de los de la FIBA Europe Cup. El 20-7 del primer cuarto no tuvo continuidad (27-27 en el segundo) y tampoco el 43-34 del tercero. De hecho, del 53–45 a once minutos del final se transformó en un 55-61 que ya no tuvo vuelta atrás con un inapelable parcial de 2-16.

Decenas de fallos en triples abiertos que pudieron haber fabricado diferencias tranquilizadoras y demasiadas muñecas dubitativas, incluso desaparecidas, cuando el choque entró en ebullición en los minutos de la verdad. Mala combinación cuando los síntomas de taquicardia aparecen cuando las situaciones no son aún desesperadas. Lo visto una jornada atrás ante los de Mumbrú parece ahora un espejismo porque los ‘hombres de negro’ volvieron a mostrarse tremendamente nerviosos ante un cuadro gallego que se mantuvo sereno incluso en las peores circunstancias para resurgir de la mano de Justin Anderson y Stefan Momirov, brillantes con el estoque para acabar derribando a los anfitriones, y un Sergi Quintela diferencial en defensa y dirección.

En las filas locales fallaron demasiadas cosas porque la diferencia fue brutal entre las sensaciones del arranque y las del desenlace. En el momento en el que los tiros dejaron de entrar el equipo cayó en barrena, con escasez de referentes. Denzel Andersson y Sacha Killeya-Jones se quedaron demasiado solos pues Adam Smith solo metió tres puntos en la segunda mitad, los mismos que Kristian Kullamae en todo el choque y sin que la pareja de bases fuera tampoco la de otras ocasiones.

Notable arranque

El conjunto vizcaino compareció muy enchufado en defensa y en todo lo que tuviera que ver con las labores de intendencia (Renfroe sumó seis rebotes en los cinco minutos iniciales) y fruto de ello su dominio en el luminoso fue notable desde muy pronto. El 15-5 a 3:41 del final del primer cuarto obligó a Mrsic a detener el partido pues el Surne Bilbao Basket tiraba con eficacia desde la larga distancia y había estado incluso en disposición de fabricar rentas superiores si hubiese evitado un par de pérdidas. Su colchón llegó hasta el 20-7 antes de que el Breogán, de la mano de Sergi Quintela y Jogela, castigara un par de malas defensas de los anfitriones para cerrar los diez primeros minutos con un 22-13.

El problema para los ‘hombres de negro’ llegó cuando los fallos en los triples liberados empezaron a acumularse. El ataque perdió filo (dos puntos en los cinco primeros minutos del segundo acto) y los gallegos, con Ventura como estilete, empezaron a recuperar el terreno perdido. Del 20-7 al 27-27 las constantes vitales de la contienda habían girado de manera radical. Smith, con un canasta a la contra y un magnífico ‘tres más uno’ sacó a los suyos del atolladero, pero ese 34-31 tampoco supuso el impulso deseado porque el conjunto de Ponsarnau puso demasiado de su parte para que un buen puñado de ataques se quedaran por el camino, incluido el último antes del descanso, que desembocó en pérdida para que un mate de Anderson colocara un soso 34-31 en el ecuador de la contienda.

La acumulación de tiros liberados fallados, sobre todo desde la distancia de tres puntos, marcaba la diferencia a esas alturas de choque, con el 4/16 en lanzamientos en juego del segundo acto (2 de 10 desde los 6,75 metros) y las diez pérdidas totales frustrando las oportunidades de demarraje.

Problemas

En la reanudación, el buen trabajo en ataque de Andersson y un Killeya-Jones dañino en las distancias cortas proporcionó a los locales otra oportunidad de fabricar una renta tranquilizadora (43-34), pero no hubo manera. Entre los triples de Momirov y los ataques mal gestionados por los de Ponsarnau resultaba imposible dejar atrás a un Breogán al que tampoco se le veía demasiado incómodo haciendo la goma. Tras el 46-43, entre Pantzar y Reyes estiraron el marcador hasta el 51–43 a menos de dos minutos de dar carpetazo al tercer cuarto, pero tampoco fue posible esa vez y el 53-49 a diez minutos del final hacía presagiar otro final de alto voltaje.

Y la cosa no tardó en ir a peor, pues entre Anderson, con un triple, Quintela, con un ‘dos más uno tras robo, y Momirov, con otro misil desde más allá de la línea de 6,75, necesitaron poco más de un minuto para darle la vuelta a la tortilla (55-58). El Surne Bilbao Basket era un manojo de nervios en ataque. Reyes falló un tiro libre por técnica, las muñecas empezaron mostrarse tímidas, con jugadores temerosos de asumir lanzamientos… Con 55-61 a 6:27 del final, la situación no era tan desesperada como las constantes vitales de los ‘hombres de negro’ transmitían, aunque el parcial de 2-16 desde los compases finales del tercer cuarto suponía un duro golpe.

Andersson, con un triple lateral, sacó a los suyos del bache, pero sus puntos, con al acompañamiento de los de Kullamae, llegaron demasiado tarde pese a llegar a colocarse a solo un punto. Los triples de Anderson y Jogela permitieron a los de Mrsic que el final del choque fuera incluso plácido para sus intereses, dejando al Surne Bilbao Basket en un momento preocupante tanto de juego como del punto de vista anímico. Mal asunto.