Dicen que son el exponente de la bilbainada, pero lo cierto es que también demuestran a la perfección que la afición del Athletic es única. Sobre todo si se trata de una final de Copa. Porque los seguidores rojiblancos no solo llenarán Sevilla con 60.000 representantes -la mitad de ellos sin entrada- sino que además han demostrado que no hay distancia que pueda separarles de su equipo, ni recorrido que no puedan realizar. Los casos más característicos son el de José, Mutato, Txutxi y David, y su autobús de dos plantas reconvertido en un txoko errante; y el de Antonio, Iñaki, Javi y Juan Andrés, y su Portu, un velero con el que surcaron un mar, un océano y un río. Dos formas distintas, y a la vez tremendamente singulares, de cumplir un mismo objetivo: acompañar a los leones en la final. Espolearles para romper la mala racha que se mantiene desde hace ya 40 años y actualizar unas vitrinas coperas que no se abren desde 1984.

Para ello, los primeros en llegar a Sevilla fueron los cuatro navegantes. En concreto, arribaron a la capital hispalense tres semanas antes de la gran cita, después de un periplo de seis días dividido en dos etapas. Avivada por el viento, su travesía cruzó el Cantábrico, atravesó el Atlántico y se adentró en el Guadalquivir. Para el velero se abrió una esclusa y se levó un puente y, tras 810 millas náuticas plagadas de historias, ahora reposa orgulloso en el Club Náutico de Sevilla, en frente del Jardín de las Delicias y a 6 kilómetros de La Cartuja. “Estamos asombrados con la cantidad de gente que nos está viniendo, se nos ha acabado la cerveza y ahora estamos invitando a rebujitos; pero por el Athletic merece todo la pena”, dice Antonio desde su barco. Su objetivo es permanecer en él hasta la hora de la final y después, si el Athletic gana, olvidarse del velero unos cuantos días para disfrutar en Bilbao de la gabarra. De hecho, se les ha dado tan bien está travesía que los cuatro amigos están barrutando ya algo de Arabia Saudí.

Quienes también están en Sevilla e igual de emocionados son José, Mutato, Txutxi y David. Ellos decidieron reconvertir un antiguo autobús de dos plantas en su museo personal y en su txoko particular. Así que cuando el Athletic se clasificó para la final de Copa no se lo pensaron dos veces y comenzaron a preparar su viaje a Sevilla, aunque no tuvieran suerte en el reparto de entradas para La Cartuja. Partieron el pasado martes desde Lezama, en una salida que dejó boquiabiertos a los presentes, y tras 900 kilómetros y tres días de carretera y manta llegaron a la capital hispalense. Con avería en Plasencia incluida y subsanada. “Ha sido una experiencia muy bonita pero muy cansada también, pero hemos notado cómo la gente nos animaba y nos pitaba porque lo bonito de ser del Athletic es que sentimos que la final es de todos”, dice José. El conductor a medias de este dispar autobús con sofás y set de DJ, cuenta que se emocionó mucho cuando entraron a Sevilla y ahora descansa en un lugar extraordinario: justo en el parking de caravanas que hay al lado del Athletic Hiria. “Tenemos una vista privilegiada de cómo está montándose y creándose el lugar donde tanto athleticzale va a disfrutar”, prosigue José.

Con todo, los tripulantes del Portu y los pasajeros del Txoko ya no quieren ser el centro de la historia. A horas de la final, quieren dejar el foco en los jugadores y el cuerpo técnico. En los protagonistas de un partido en el que tienen puestas muchas esperanzas: “Esto es un reto que nos pusimos y lo hemos conseguido, ahora a ganar la Copa”.