CUALQUIERA podría medir los días que faltan para la final de Copa fijándose en las fachadas de las casas. Cuantas más banderas rojiblancas adornen balcones y ventanas, más cerca estamos del 6 de abril.

La transmisión del sentido de pertenencia que nosotros mismos heredamos encuentra en estos días el tiempo perfecto para que crezca como una cadena invisible a la que se le añaden eslabones, #EzDadilaHariaEten. No hay más que fijarse en los recreos y los parques para comprobar que esta primavera son un hervidero de camisetas del Athletic.

La historia de cada uno es personal y diferente, pero formamos parte de un mismo relato y la secuencia se repite con protagonistas distintos. El transmisor, generalmente alguien de más edad, mira al receptor para recordarle lo más importante: te lo dije, ser del Athletic merece la pena.

Merece la pena. No es un camino fácil, pero es el camino que hemos elegido. Nuestro camino. Nuestra identidad. Dar oportunidades a quienes nos representan en vez de que nos representen aquellos a quienes fichamos. Cualquier club puede acudir al mercado y fichar futbolistas de cualquier lugar. Basta con tener el dinero suficiente y hoy te representa una ficha y mañana otra. Pero lo que hacemos nosotros no lo hace nadie más en la élite del fútbol y, aunque ni siquiera lo hayamos buscado, nuestra esencia #MadeInEuskalHerria nos convierte en únicos en el mundo, #UniqueInTheWorld.

Merece la pena aunque sea más difícil. Lo pensamos en los tiempos difíciles, en las derrotas, en los reveses: merece la pena. Pero es en estos días previos a la final cuando lo comprobamos a ciencia cierta, cuando lo sentimos como una evidencia.

Disfrutemos del momento. Hemos llegado hasta aquí con trabajo y humildad, pero también con orgullo y ambición. Y, que a nadie se le olvide, hemos llegado juntos, en el mismo barco. Nos queda lo más difícil, el último paso y ante un rival muy duro y correoso que tiene todo nuestro respeto.

Pero antes del partido definitivo, detengámonos un instante a mirar alrededor. Toda esa ilusión nos la hemos ganado a pulso. No brota de la nada. Es fruto de una siembra de 126 años y en la que han trabajado muchas personas que ya no están. Cada cual sabe de quién acordarse igual que sabe a quién mirar y con quién compartir. Al fin y al cabo, es un asunto de familia.

No me gustaría despedirme sin hacer una mención expresa a nuestro entrenador, cuerpo técnico y a esta generación de futbolistas que son quienes nos representan en el terreno de juego de inmejorable manera. Un equipo con un mérito increíble. Un equipo que nos hace felices. Carpe diem, Athletic.

* Presidente del Athletic