Los jóvenes cada vez consumen menos drogas. Así lo señalan los estudios más recientes. De hecho, la generación Z, los nacidos durante los últimos años de la década de los 90 y los 2000 son los que menos beben. Los más abstemios. Y es que el alcohol ya no está de moda. Los botellones y las imágenes que estos días navideños aparecerán en redes, medios e in situ no son representativos de los hábitos de las nuevas generaciones. Un informe elaborado por la OMS señala que solo el 8% de los adolescentes toma alcohol cada semana, una tercera parte de las cifras de 2006.

Por el mismo camino se pronuncia el Ministerio de Sanidad, cuyos últimos informes al respecto concluyen que en las últimas décadas, el alumnado de Secundaria ha reducido el consumo de todo tipo de sustancias.

Y es que el hecho de que el consumo del alcohol se haya reducido no se traduce en una mayor cifra de consumo de otro tipo de estupefacientes. De hecho, en el caso de una de las drogas más habituales, el tabaco, se ha reducido a la mitad los jóvenes que la consumen. Si en 1994 eran el 60% de la población de entre 14 y 18 años, ahora la cifra se ha reducido hasta el 38%.

Aunque la reducción en alcohol es menos drástica, las estadísticas también reflejan que las nuevas generaciones beben menos que en décadas anteriores. De hecho, según las cifras que facilita el Ministerio de Sanidad, indican que mientras hace tres décadas, un 84% habían probado el alcohol en alguna ocasión siendo menores de edad, y actualmente la cifra se ha reducido diez puntos, hasta el 73,8%. Así, uno de cada cuatro adolescentes no ha probado ni una gota de alcohol en toda su vida.

Y la misma línea siguen los adolescentes que beben de manera más habitual. En el consumo de los últimos 30 días, en 2005 casi 7 de cada 10 adolescentes habían consumido alcohol en alguna ocasión, mientras que hoy en día tan solo son el 53%.

Ejemplo de ello son Sara y Lucía, dos jóvenes universitarias que aseguran que solo toman “un par de cañas a la semana, los sábados”. Habitualmente no suelen beber, y sostienen que no son un caso aparte, ya que “toda la cuadrilla sigue más o menos la misma línea”.

Los meses de verano sí que se nota más diferencia. Ahí, con las fiestas de los pueblos, “bebemos más, los fines de semana que salimos, pero sin pasarse”.

Y lo mismo ocurre con el tabaco. Son un total de doce amigas, y ninguna fuma. Sin embargo, sí que admiten que suele sorprender. “Cuando alguien se acerca a por fuego y decimos que no fumamos, se creen que les estamos vacilando”, aseguran entre risas las jóvenes. Y es que por estadística, dos de cada diez jóvenes han fumado en los últimos treinta días.

Lo que sí cambia es el tipo de alcohol que se consume a medida que aumenta la edad. Como aseguran las jóvenes, cuando empezaron a beber, a los 14 años, los primeros cubatas eran alcoholes fuertes, y de “muy mala calidad”. “En los últimos años bebemos cosas más suaves, como cerveza y kalimotxo, ya no es como antes, para acabar borrachas”, exclaman.

Atracones de alcohol

De esa forma, según los datos hechos públicos por Sanidad, teniendo en cuenta a la población general, el alcohol es la adicción más frecuente en el Estado y, según el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Joan Ramón Villalbí, el consumo “en atracones”, cuatro copas o más el fin de semana, tiene tendencia a la baja.

Sin embargo, como nota negativa, aunque ha reducido los botellones, o borracheras, sigue preocupando al Plan Nacional sobre Drogas esos consumos intensivos, un patrón que se da entre la gente más joven, y que, según Villalbí, pueden producir efectos neurológicos “porque el cerebro sigue madurando hasta los 24 y 25 años”.

La encuesta revela que se mantiene estable el consumo de alcohol ocasional y entra en declive los que lo ingieren a diario, que suponen el 9% de la población en el Estado.